Cap7: Incertidumbre

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Melina fue llevada lo más rápido que se pudo hacia una sala de emergencia, le habían dado primeros auxilios, pero Sebastián había insistido en llevarla a un hospital para hacerle una tomografía, solo para estar seguros. El no pudo argumentar nada contra su muy bien fundamentada sugerencia, así que la llevaron directamente al hospital que tenía bajo su mando y resguardo.

Pese a la atención primordial y privilegiada que les dieron, estuvieron esperando lo que para Kay fueron siglos hasta que el doctor y director del hospital saliera a su encuentro con las ansiadas noticias.

Ni bien lo tuvo en su campo visual, Kay se lanzó hacia el.

― ¿Cómo está? ―preguntó ansioso.

El doctor se acercó a ellos a paso sereno y hablo directamente con Kay.

―El golpe en la cabeza no parece ser serio, ―respondió con tono sereno ―aunque es probable debido a la ubicación del impacto, la paciente presente algún tipo de efecto secundario o trauma.

―¿A qué se refiere? ―preguntó inquieto. Temía la respuesta, pero aun así quería saber.

―Quizá pérdida de memoria, o algo peor, esperemos que no.

La respuesta ambigua del doctor comenzó a ponerlo de los nervios, Kay no se sentía con la paciencia necesaria para soportar respuestas a medias.

―Hable claro ―pidió en tono engañosamente calmo.

―Coma.

―¡¿Qué?!

―Coma ―repitió ―un estado en el que el cuerpo y la mente llegan a perder ese hilo de conexión tan delgado.

―Sé lo que es un estado de coma ―respondió casi en un grito ―¿Por quién me toma?!

―Perdón señor, pensé que…

―No estás aquí para pensar, ―dijo tajante ―sino para darme las respuestas que necesito.

―Si señor ―respondió temeroso.

―Ahora habla, ¿Cuándo despertará?

―No lo sé señor, ―dijo ―no podemos determinarlo ―una fría mirada fue suficiente para hacer que el doctor continuara con su explicación ―ella puede despertar mañana como también podría dormir para siempre.

“Para siempre” ―repitió.

Por un instante su corazón dejó de latir, la imagen mental de Melina inconciente y dormida por un tiempo sin tiempo lo dejó helado, seco, y por un instante el también se olvido de respirar. Esa no era la respuesta que el esperaba, esa no era la respuesta que el quería, y esa no sería la respuesta que el obtendría. De eso estaba seguro.

―Los resultados obtenidos de la tomografía no demuestran coágulos de consideración, solo unos pequeños que pueden eliminarse con la medicación adecuada ―siguió hablando el doctor atropelladamente ignorando el estado de shock en el que se encontraba Kay.

― ¡Despiértela! ―ordenó furioso ignorando todo lo último que el doctor estuviera diciendo

―Pero señor, eso no…

―Usted es médico ¡Despiértala! ―gritó ―no me vengas con estupideces como que no se puede. Esa no es la respuesta que busco doctor ―dijo amenazante, una furia loca brillaba en sus ojos verdes.

“¿Que se creía ese sujeto?” ―se preguntó el médico asustado ―“Yo no soy mago” ―se repitió. ―Lo que me pide no…

Pero no fue capaz de completar su frase, Kay lo había tomado de la solapa de su batón y lo estampó con furia contra la pared. Sus verdes ojos ardían como dos llamaradas de fuego, la amenaza en ellos era tan palpable que el doctor comenzó a temer por su vida.

Enamorándose del demonio #BNEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora