Cap 43: Información vendida

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Lenard no pudo conciliar el sueño ni tampoco recuperar la paz, se sentía abrumado por la información que obtuvo, le importaba un rábano no que fueran a hacer con ello, sino lo que harían con ella.

―“Melina… Katniss… Katniss… Melina…” ―todo el día iba repitiendo esos nombres en su cabeza intentando hallarles relación, combinarlos, transformarlos, creando una nueva persona. Pero la mujer de la foto, con la de sus actuales recuerdos, eran tan parecidas como el día y la noche ― ¿Qué fue lo que te pasó? ―se preguntaba una y otra vez.

Recordaba como la había tratado ese sujeto, con que cuidado la había consolado, con que posesión la había abrazado. Ella lo había llamado hermano, y antes de dormirlo dijo «mis hermanos me pusieron al tanto» ¿acaso se refería al otro sujeto? A aquel tipo de porte elegante. ¿Qué fue lo que hicieron con ella? ¿Le lavaron el cerebro? No estaba muy seguro de eso.

Ella misma había dicho que ese ya no era su nombre, que ese nombre solo acarreaba muerte. ¿A qué se refería con eso? Entonces ella era consiente que se llamaba así y fingía no saberlo? ¿no recordarlo? Pero… ¿Por qué? ¿Acaso fingió su muerte para escapar de alguien? ¿de algo? Pero… ¿de qué? ¿De quién? ¿Qué motivos pudo tener para dejar su vida atrás? ¿Su familia en verdad murió? ¿O simplemente fue una obra teatral?

Esas y muchas preguntas eran las que no encontraban respuesta, las que llevaban rondando por su cabeza una y otra vez. Atormentándolo, la ignorancia de no saber lo estaba volviendo loco. ¿Qué le hizo esa mujer para tenerlo tan obsesionado con ella? ¿Acaso era una especie de bruja o algo por el estilo? ¿Que había captado tanto su atención para preocuparse por ella hasta ese extremo? ¿Sería acaso su vida pasada? ¿O el hecho de saberla un inocente ángel para verla ahora convertida en un completo demonio? ¿Qué era esa mujer? ¿Quién era en realidad?

Nuevamente atormentado por las dudas e incertidumbre volvió a revolotear en su cama, intentando en vano hallar paz, un poco de sueño, o algo, pero frustrado se incorporó, no podía hallar ninguna de ellas. Se dirigió a la cocina que para sorpresa suya se hallaba pulcramente ordenada y limpia. Él no recordó haberla dejado en esas condiciones, recordaba haberlo dejado todo un desastre como siempre, él vivía solo, y no era muy ordenado que se diga, salvo en su escritorio, que lo tenía implacablemente acomodado y registrado, pero el resto de su departamento eran desastres aparte.

Alguien había entrado a su departamento sin permiso, ¿serían acaso los secuaces de Adler? Preocupado miro a su alrededor descartando la idea casi al instante, si alguien viniera a registrar su departamento, era imposible que lo dejen limpio y ordenado. Si hasta daba la impresión de que brillaba con luz propia, con uno que otro tintineo aquí y allá. Podrías pasar un guante blando y no hallarías ni una sola mota de polvo en el ambiente.

Con cautela fue revisando cada habitación, descubriéndola en las mismas condiciones, limpios y brillantes, ¡si hasta su ropa estaba colgada y doblada! ¿Quién hizo semejantes hazañas de limpieza en su departamento? La curiosidad podía con él y decidido fue hacia su escritorio a ponerle fin a su curiosidad. Él había instalado una diminuta cámara de seguridad en el ingreso de su departamento, una a la cual solo él tenía acceso, se disponía a buscarla y ver las grabaciones de sus últimos días de ausencia.

Pero cuando se disponía a abrir su camarín secreto, el sonido de llaves en su puerta lo dejo alerta. Alguien entraba a su habitación, y con un juego de llaves! Nunca había dado a nadie una copia de la llave de su departamento… ¿O sí? Siempre que se acostaba con mujeres eran o en sus camas, en cuartos de hotel o en moteles lujosos, pero nunca las trajo a su casa, jamás, o eso era lo que recordaba. Acaso dio a alguien una copia? ¡No recordaba haber estado nunca tan ebrio como para cometer semejante estupidez!

Enamorándose del demonio #BNEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora