Cap 52: Escape (1ra parte)

416 26 9
                                    

No sabía cuánto tiempo habían estado así, cuanto tiempo estaban abrazados besándose, pero no le importó. Por fin tenía a la mujer de sus sueños entre sus brazos correspondiendo sus besos. Esa era la gloria, y si debía escoger un momento para morir, anhelaba que fuera ese, entre sus brazos, perdido entre esos labios que le sabían a la gloria más deliciosa y peligrosa que en su vida hubiera probado.

La amaba, estaba más que corroborado, la amaba con locura y con pasión. Daría su vida por ella sin pensarlo y vendería su alma al mismísimo diablo de ser necesario. No la dejaría caer, se había jurado a él mismo protegerla con su vida. Y por ese mismo motivo con el pesar de su corazón rompió el beso. Ahora no tenía temor, sabía que en alguna parte, en lo más recóndito de su ser había una esperanza para él, había dado el primer paso, y este beso, era una prueba de que en un futuro quizá muy lejano ella pudiera amarlo también.

—Te amo —le susurró al oído abrazándola con fuerza —nunca te dejaré caer Melina, siempre serás para mí lo más importante. Voy a protegerte.

Y mirando a su costado donde antes se hallaban los guardias de Sho que Melina vigilaba, ahora solamente había un espacio vacío, estaba seguro que ella lo mataría cuando recuperara la compostura. Tuvo que reprimir una sonrisa de autosuficiencia al saberse la razón del desconcierto de su amada.

—Volvamos a la fiesta — susurró besándole la frente.

Melina tardó en reaccionar, dándose cuenta muy tarde del hecho que se dejó llevar por el francés. De manera automática giró su cabeza hacia el pasillo buscando a los guardias hallando un espacio vacío allí.

—Los perdimos —dijo sin mirarlo.

Podía sentir esa mirada sobre ella, esos ojos claros que ahora la confundían. Debía deshacerse del detective lo más pronto posible. Debía deshacerse de él antes de que fuera demasiado tarde para ella.

—Volvamos a la fiesta. —dijo tomándolo del brazo y tirando de él hasta llegar a la mesa de los banquetes, debía ocupar su mente, no quería pensar y mucho menos recordar ese beso que aun ahora podía sentir.

—Besas muy bien —dijo Lenard provocando un evidente sonrojo en Melina.

—Y si no te callas, jamás podrás volver a usar esos labios en otra persona —amenazó.

—No me importaría, —dijo sobrador —a la única que quiero besar y que besaré siempre serás tú, así que si tú nos los usas, nadie más los tocará —respondió galante relamiéndose los labios.

—¡Oh por el amor del cielo!, ¡¿puedes callarte?! —ordenó complemente sonrojada.

Ese tipo no conocía lo que era el pudor. Y siendo ella una asesina a sangre fría, era increíble como estupideces como esas lograban desequilibrarla al punto de sonrojarla.

—No puedo, —dijo con sinceridad sonriendo ampliamente —luces hermosa cuando te sonrojas.

—¡Idiota! —dijo mirando hacia otro lado. Ese tipo la irritaba ¿Por qué no podía matarlo ahora mismo? ¡Ah! cierto, era clave para su propia supervivencia. —“Maldito karma” —pensó para sí.

—Muy bien ladrona de mis sueños, —dijo sacándola de sus pensamientos— aquí está tu esclavo, dime que quieres que haga por ti y así lo haré. —dijo inclinándose levemente colocando una mano en puño sobre su corazón — y si quieres que baile desnudo frente a todos lo haré. Claro, solo si quieres compartir este galanaso —dijo con voz sexy y seductora señalando su cuerpo en totalidad.

Melina no pudo evitar soltar menuda carcajada que le sacaron lagrimitas de los ojos. Ese tipo era un ególatra como no había otro. Tan ocurrente que había olvidado el peligro que los rodeaba. Sin poder parar de reír lo golpeó levemente en el pecho riendo sin parar. Lenard la miró feliz disfrutando del espectáculo.

Enamorándose del demonio #BNEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora