Cap 39: Al rescate (2da parte)

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Pasó cerca de cinco horas desde que Lenard y Kushina desaparecieron, la manilla de Kushina se desactivó, lo que implicaría dos cosas, o estaba muerto o alguien se lo quitó, lo mismo pasó con el colgante.

Ian, Kato, Melina y un par de hombres más se adentraron en la central, todos llevaban pasamontañas, no querían ser descubiertos, y menos llamar la atención. Con la experiencia propia de ellos, cada uno se dividió en distintos flancos. Todos confiaban en sus habilidades, no era la primera vez que hacían algo como eso, así que cada uno se dirigió a donde correspondía.

Melina fue al norte, investigando; halló varios documentos, papeles que parecían ser importantes, tomando la mochila que llevaba consigo los metió dentro tomando cuidado de no ser descubierta inspeccionando de tanto en cuando los alrededores. Haciendo presión en el auricular que llevaba y acercando la muñeca a la boca habló bajo.

―Acabo de hallar unos documentos interesantes que quizá te sean de ayuda― susurró por el micrófono que llevaba en la muñeca.

―Yo también acabo de descubrir un contenedor interesante―era la voz de Ian― tal parece que nuestro alemán se dedicaba al tráfico de personas.

―No solo de personas, ―se escuchó la voz de Kato por el intercomunicador― acabo de encontrar una bodega con un par de tanques llenos de nitroglicerina, la suficiente para volar todo este maldito lugar desde las fundaciones.

―Esto me huele raro―dijo Ian pensativo― ¿alguien hallo al policía?

―Negativo―respondieron todos.

―Sigan buscando, necesitamos a ese loco miserable con vida.

―Entendido― dijeron y cortaron comunicación.

Melina tomo fotografías de la habitación, parecía ser una especie de oficina, hurgó entre los papeles y hallo una interesante hoja de vida, un tipo que se le hacía familiar de algún lugar, con un leve presentimiento tomo el folder y se lo llevo consigo, no lo estudió siquiera, no contaba con tiempo. Lenard era su prioridad, así que llevándoselo consigo retomó camino en busca del estúpido francés.

Siguió recto por entre las sombras encontrándose ocasionalmente con uno que otro guardia que eliminó con facilidad, gracia y elegancia propias de un asesino con experiencia. Llego hasta un cruce, guiada por una corazonada giró a la izquierda donde halló unos escalones metálicos; bajó con cuidado, siempre atenta a cualquier movimiento y con el arma en la mano lista y cargada, preparada para cualquier contratiempo.

Unos sonidos de golpes y gemidos llamaron su atención hacia el fondo del pasillo. Cuando llegó al fondo vio por el rabillo del ojo una sombra que se movió a su costado llamando su atención, por solo unos centímetros logró esquivar un cuchillo que iba directo a su garganta. Un disparo certero acabó con su atacante, la caída del cuerpo generó un ruido sordo y seco, sin proponérselo había indicado su posición, pasó al lado del cuerpo del fallecido, y con irritación comprobó que se trataba de una mujer que aun agonizaba, un tiro certero entre las cejas acabó con su sufrimiento.

Estaba segura que ahora sabían que ella se encontraba allí, debía ir con cuidado si quería seguir con vida. Vio una puerta entrecerrada al final del pasillo, un leve rayo de luz salía de allí. Volvió a escuchar otro gemido, un quejido de dolor. Con mayor sigilo se aproximó y dio una mirada fugaz por los alrededores.

No podía ver casi nada, necesitaba adentrarse un poco más. Al empujar la puerta para ver mejor, se quedó helada y reprimió un grito de sorpresa. Allí colgado en el centro de la habitación estaba el estúpido francés textualmente bañado en sangre, tenía heridas por todo el cuerpo, la ropa desgarrada, y mojada; era más que evidente que lo habían torturado. Pero ¿porque? ¿Que buscaban de ese estúpido? ¿Quizá lo mismo que ellos?

Enamorándose del demonio #BNEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora