Cap 41: Pesadilla

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Lenard se mantenía dormido casi la mayoría del tiempo, había perdido la noción del mismo, no sabía cuándo era de día, ni cuando de noche, cuantas horas habían transcurrido, o cuantos días. Cada vez que abría los ojos, la buscaba con ansiedad sin encontrarla volviendo a ser dormido nuevamente.

Solo sabía que cada que abría los ojos, se sentía un poco más fuerte, como si sus energías fuesen regresando poco a poco. Muchas veces tenia pesadillas despertando nervioso, sudando y asustado. Pero esa última noche, o lo que fue para él uno de sus últimos sueños, fue el peor de todos los que pudo recordar.

Estaba con Melina, juntos, caminando por la playa tomados de la mano, sonriendo felices, ella tenía el pelo largo y rizado igual que en la fotografía, le sonreía con dulzura, acariciaba su rostro y lo besaba con ternura, un sueño ideal. Pronto la escena cambió drásticamente, la tranquila playa rodeada de arena, sol y mar, se convertía en un lúgubre calabozo apenas iluminado, donde un gigantesco africano sonreía y tomando a Melina del cabello la arrastraba, alejándola de su lado.

Él no podía moverse, no podía dar un solo paso, sus pies estaban hundidos en la arena como si fueran dos bloques de piedra.

―¡Lenard! ¡Ayúdame! ¡Lenard! ―gritaba, pero él no podía moverse, solo podía ver con impotencia como ella era arrastrada lejos.

De repente el escenario cambió, se hallaban en la bodega, y quien pendía colgado de un gancho, con la blusa desgarrada, manchada de sangre e inconsciente era ella.

―¡¡Melina!! ―gritaba desesperado, pero ella no lo escuchaba, intentaba acercarse a ella, pero sus brazos estaban sujetos con grilletes fijos a cada uno de sus costados ―¡¡Melina!! ―gritaba desesperado, pero nadie lo escuchaba ―¡Suéltenla! ―los ojos llorosos de Melina viéndolo desde un rincón intentando articular palabras lo estaba destrozando.

Tiro de las cadenas nuevamente, pero parecían irrompibles, la desesperación por acercarse a su amada, por salvarla y tenerla bajo resguardo lo puso histérico. En un último esfuerzo respiro hondo y haciendo un esfuerzo sobrehumano logro romper uno de los grilletes.

El impacto de su cara contra algo frio lo despertó. Había caído al suelo, todo había sido una pesadilla, pero aun podía sentir su corazón latiendo a mil, aun tenia grabadas en las pupilas los latigazos que le dieron y sus ojos llorosos pidiendo ayuda.

―Una pesadilla ―se dijo intentando calmar su desbocado corazón, suspiró nervioso y aliviado, se miró las manos, aun le temblaban, la muñeca que había logrado liberar de los grilletes estaba completamente roja y tenía un pedazo de tela roto, amarrado y colgando de su muñeca, miro la otra mano y aun la tenía atada al catre de la cama ―no fue tan simplemente un sueño ―se dijo.

Como pudo logro liberarse de las ataduras que lo tenían sujeto al catre, quedándose un momento tirado en el suelo, tuvo suerte de no haberse destrozado la vena con la caída, aunque aún no se explicaba cómo fue que la jeringa con el suero se soltó de él. Quizá fuese por el esfuerzo al intentar soltarse.

Con esfuerzo intento incorporarse, pero sus músculos completamente aletargados y adormilados no se lo pusieron fácil. Llevaba una bata médica, de esas que solo te permiten tener eso encima dejando todo lo demás al natural.

Colocándose a gatas logró acercarse a la pared más cercana y apoyarse en ella para descansar. Aun nervioso y estresado por la pesadilla reciente, decidió calmar un poco su corazón analizando su situación actual.

Inspeccionando los alrededores descubrió estar en una habitación cerrada, completamente blanca salvo por su espaldar que era de un tono gris. Daba la impresión de ser de otro material, vidrio de seguridad quizá, pero frio al tacto, igual que todo lo demás. Había solo una puerta de ingreso a su izquierda, blanca como el resto, un camilla tirada de costado al centro, un suero con gotero, y una mesilla a la izquierda con algunas jeringas que el supuso eran para dormirlo constantemente. Cuatro cámaras de seguridad para estudiar sus movimientos, una en cada esquina.

Enamorándose del demonio #BNEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora