cap 29: Daño colateral

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Cap 33: Daño colateral

Intento refrenar su sed de venganza, pero por más que lo intentó, no duró mucho tiempo, la necesidad de aliviar la carga de su corazón, deshaciéndose de esa peste que no merecía vivir, fueron más fuertes que los consejos de su hermano. Los había estudiado. Durante más de un mes había estado bajo su rastro, viendo que hacían, que no. Kato le había enseñado muy buenas técnicas de espionaje profesional, a pesar de ser una novata en el arte, no se le daba nada mal.

Decidió deshacerse de ellos uno por uno, dejaría a Damián para el final, disfrutaría su venganza torturándolo de la mejor y más macabra manera que se le ocurriera. Había descubierto el nombre de esos desgraciados. Damián era la cabeza, Snake, quien le disparo en el bosque cuando la bala le rosó el cuello era el segundo al mando, Drew, Tracy, y por ultimo un jovenzuelo de nombre Dick, acabaría con todos ellos, pero necesitaría una estrategia.

«Eres inteligente y bonita Kat, debes saber aprovechar todas las armas que tienes a tu favor.» ― le había dicho Kato cierto día, y ya era hora de poner en práctica las habilidades aprendidas.

Había decidido comenzar por Drew, parecía el más idiota del grupo, no solo por lo torpe, imbécil, y retardadamente bruto, sino también porque tenía el cerebro entre las piernas y no en la cabeza, de modo que sería más fácil de eliminar.

Ese día, que había fijado como el indicado, al salir al jardín paso por su lado, y como nunca jamás lo había hecho, lo miro y le regalo una sonrisa seductoramente sexy. Se notaba a leguas que ya tenía a Drew en el saco.

― Hola hermosura ― saludó, Melina se giró para verlo y volvió a sonreírle, comenzó a alejarse caminando de espaldas sin dejar de mirarlo, le guiñó el ojo y siguió su camino en dirección al laberinto del jardín. ― “Esta mujercita esta como para saborearla toda la noche” ― pensó Drew con malicia mientras la veía alejarse ― “Si tan solo la loca ésta no fuera la hermana de ese desgraciado, ya la habría hecho mía hace mucho” ― agrego sin dejar de ver el contoneo exagerado de sus caderas. ― “Pero mira esa delicia…” ― saboreaba a la distancia ― “Si tan solo pudiera poner mis manos en eso”.

Un giro repentino del objeto de sus deseos lo saco de sus libidinosos pensamientos. En su rostro observó con agradable sorpresa como esa mujer se mordía el labio inferior de una manera tan sensual que casi lo derrite provocando un desbocado ritmo a su corazón y entrepierna. Melina se giró nuevamente adentrándose al laberinto, invitándolo a seguirla.

― ¡Espera! ― la llamó, pero ella lo ignoro completamente perdiéndose de su vista mientras lanzaba una risilla traviesa ― ¡Espera! ― volvió a llamar, siguiendo el sonido de su risa, ― “Creo que esta tarde la pasaremos muy bien amigo mío” ― dijo mientras se apretaba la entrepierna que ya comenzaba a molestar. Cuando se dio cuenta, ya no escuchaba el sonido de su risa, y al mirar alrededor, descubrió una zona de más familiar para él, un lugar de reuniones secreto que tenían con Damián, donde solían planificar muchas cosas sin ser descubiertos, le extraño por un momento su presencia allí, pero su preocupación desapareció al instante, al ver delante suyo, sentada en una banca que él solía usar, a Melina de piernas cruzadas observándolo con mirada indescifrable mordiéndose el pulgar de la mano izquierda.

La sombra del roble tras suyo daba una intimidad sugerente a ese lugar. La imagen era tan impactante que se quedó en el umbral mirando a la mujer que tenía delante. Saboreando el postre antes de comerlo.

― ¿No piensas entrar? ― preguntó Melina sin moverse un solo centímetro ― Este lugar es realmente hermoso, íntimo, sobretodo escondido y secreto, ¿No te parece? ― Añadió mientras fingía inspeccionar el lugar con la mirada.

Enamorándose del demonio #BNEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora