Hacía mucho tiempo ya que no volvía a sentir esta misma clase de miedo, una inseguridad que lo calaba desde las plantas de los pies hasta la punta de los cabellos.
Parecía como si le hubieran puesto un resorte en los pies, se dirigió a toda carrera hasta la habitación de Mel, ella yacía allí respirando agitadamente, con una compresa fría en la cabeza y dos personas pasando paños húmedos por todo su cuerpo en un intento por bajar la temperatura.
―¿Como está? —pregunto evidentemente preocupado.
―Empeora a cada instante, y la fiebre no quiere ceder ―respondió una de las mucamas.
―¿Cuánto lleva?
―Cuarenta y dos grados y subiendo señor.
―¡¿Qué?! —preguntó alarmado.
―¡¿ESTA LISTA LA TINA?! —gritó una de las mujeres, al cual el miro interrogante sin obtener respuesta.
―Si, ya pueden traerla —sonó desde el fondo la voz de una anciana.
El observó con furia como uno de los sirvientes la tomaba casi con brusquedad y corría hacia el baño, quiso detenerlo, pero Sebastián lo retuvo tomándolo del brazo.
―Deben bajarle la temperatura a toda costa señor —explicó mientras se dirigían ambos al cuarto de baño y observaban como introducían a Melina en una tina llena de agua con cubos de hielo.
Con esfuerzo Kay reprimió un gemido de frustración, le dolía verla en ese estado, sintió como memorias del pasado regresaban a su vida, vagos y horribles recuerdos inundaban su mente… una mujer, un lago, sangre, lágrimas y dolor…
―¡¿Dónde está Sora?! —preguntó Sebastián a uno de los sirvientes, sacándolo de sus pensamientos.
―Aquí estoy maestro —respondió la allegada ingresando a la habitación con un pequeño maletín de cuero negro.
―¿Lo encontraste? ―preguntó impaciente, Sora negó con la cabeza.
―Pero halle algo que quizá pueda serle de ayuda —respondió mientras sacaba del maletín un frasco de cristal cuidadosamente protegido.
―¡¿Como que no la encontraste?! —rugió furioso, ante la negativa.
―Lo siento mucho Señor —se disculpó temerosa —pero el veneno que le inyectaron es uno sumamente raro, especial para una muerte lenta, su antídoto, es aún más difícil de encontrar, tomando en cuenta el corto tiempo del cual hemos dispuesto —decía mientras introducía el medicamento en una jeringa actuando con rapidez —pero hallé algo que quizá pueda sernos de alguna ayuda hasta encontrar la indicada.
―¿Hasta encontrarla? —preguntó intrigado —es decir que…
―La siguen buscando señor —completó Sebastián.
Kay observaba impotente como Sora sacaba la mano de Melina de la tina helada y limpiaba su antebrazo para poder inyectarle el medicamento.
―Este suero —dijo Sora inyectándole la medicina —deberá frenar todos los efectos del veneno por un tiempo, pero solo lo congelará temporalmente, no lo eliminará.
Un escalofrío recorrió su espina dorsal, ¿que no lo eliminaría? ¡¿Qué aun seguiría allí latente en su cuerpo con la posibilidad de matarla en cualquier momento?!
―¿Qué quieres decir? —preguntó temeroso conocedor de la cruda respuesta.
―Que seguirá debilitándose señor, hasta…
―Hasta que encontraremos la cura —completó Sebastián tras suyo, dándole esperanzas — y no pararemos hasta hallarla.
―Pero no sabemos la dosis exacta que le inyectaron —contestó Sora con tristeza, mientras miraba a Melina inconsciente en la tina de hielo.
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Enamorándose del demonio #BNE
Hayran KurguMelina, una chica normal termina envuelta en un mundo completamente opuesto al suyo desde que se topó con un extraño joven de ojos verdes. Desde entonces su vida se transforma en un caos, donde el dolor, traición, venganza, muertes y asesinatos se...