Cap12: Mi debilidad (Kay)

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La analogía del nombre a Kay le pareció divertida, ambos tenían a dos Ascares bajo su mando, solo que el de Kay, era de por seguro, más letal que el suyo.

La miro descansando, acaricio su rostro con lentitud, se veía tan indefensa… al igual que en un tiempo lo hizo ella.

Al verla dormida con una expresión de paz en el rostro, Kay tomó una decisión, y de esta ya no habría vuelta atrás, esta vez las cosas serían distintas, se lo había propuesto él mismo, esta vez sería diferente, esta vez no la perdería, no dudaría de ella, no volvería a dejarla, no la traicionaría, no la abandonaría, no… no volvería a cometer el mismo error, esta vez no habría error.

―No te perderé… no esta vez —murmuró en tono sombrío.

―¿Me llamaba señor? —se oyó una voz desde las sombras de la habitación.

―Si, necesito que tengas a esos médicos vigilados sin que se percaten de tu presencia, quiero saber qué es lo que buscan, y cuál es su interés en Mel.

―Entendido.

―Y algo más, hasta que sepamos qué es y lo que quieren, necesito que Zafrán tenga los ojos en Mel, no quiero descuidarla pero tampoco quiero que se sienta asfixiada de tanto control, ¿Entendido?

―Sí.

―Puedes retirarte —ordenó —“Esta vez, hare las cosas bien” —pensó —“tengo miedo perderte, esta vez, ya no lo soportaría.” —con una última mirada hacia Mel, salió de su habitación ni bien hubo sentido la presencia de Zafrán.

El resto de la tarde la paso en su despacho haciéndose cargo de los papeleos de siempre, enviando cargamentos de armas para Irak, a la vez que mandaba otro tanto para los Americanos, era un pan de todos los días, ser intermediario entre esas dos potencias que dicen odiarse, pero van al mismo comprador, esto simplemente le parecía una tontería, pero no le importaba, mientras esto le generara los ingresos requeridos, podrían seguirse matando entre ellos, total a él eso no le importaba.

La construcción de sus nuevos ítems ya debería estar casi completada, con esas nuevas armas de tecnología innovadora, estaba más que seguro que tendría mucho más mercado.

A él no le interesaba mucho el tráfico de armas, aunque estaba metido en eso desde hace muchísimos años. Como todo conocedor y hábil experto en el rubro. Kay debía tener una coartada, un lugar específico e ideal para realizar el lavado de dinero. Así que para eso se integró en el mundo del espectáculo, tenía su propia empresa filmográfica, aunque solo pasaba a verlo de vez en cuando, el tiempo justo y necesario para que sus empleados sepan quién es el jefe, y a quien le deben el pan que comen cada día.

Pero ése era un secreto que no se lo contaría jamás, para Mel, el solamente sería un empresario dueño de una filmográfica, el cual se dignó amablemente a auspiciarlos en lo que ellos quisieran.

―“Ella no necesita saber nada más” —miro por la ventana pensativo —“por su propia seguridad…”.

  Pero el hecho de saberla en peligro le puso de los pelos, necesitaba saber quién estaba detrás de esto, ¿Luchiano?, ¿Alejandro?, ¿Vaslav?, ¿Sergey?, ¿ Abdalrahman?, ¿Amón?, ¿Nakamura?, ¿Dimitri?, Había tantos en la lista de los posibles que no podía siquiera imaginar quién demonios estaría detrás de todo esto.

Prendió su Ipad, y monitoreo la señal que ansiaba, seguían indicando la misma ubicación, tecleo unos botones, y en la pantalla se observó su habitación con Mel aun descansando, y en uno de los rincones, casi completamente perdido pudo notar la presencia de Zafrán, que le hacía señas indicando que todo estaba bien.

Esos dos hermanos, eran su mano derecha en el bajo mundo, dos expertos especialistas en espionaje, conocedores de todas las artes, los únicos con los que realmente le divertía entrenar.

Con ellos a cargo de esas cosas, podía respirar un poco más tranquilo, pero no del todo, no podría descansar y tener paz hasta que supiera quien estaba detrás de todo esto. Y la clave estaba en Mel, ella era el señuelo, pero ¡¿Para qué?!

Con ella se sentía completamente fuerte tanto como completamente indefenso, ella era….

mi debilidad… —concluyó con pánico.

Lo habían descubierto, alguien, sabia de su existencia, sabían de ella, alguien lo quería fuera del negocio, alguien que sabía de su pasado, y de lo que ella ahora significaba para él. ¿Pero quién? Esa era la pregunta que no dejaba de atormentarlo.

Se levantó de su escritorio y comenzó a dar vueltas alrededor de toda la habitación, se sentía como gato encerrado, impotente, y furioso. Al final opto por sentarse en su sillón y pensar, solo pensar, ¿Cómo había llegado hasta allí?.

―Señor —era la voz de Sebastián que entraba a su despacho sin tocar la puerta sacándolo de sus pensamientos.

Él lo miro con cara de pocos amigos, Sebastián se acercó al interruptor y encendió la luz, lo que provoco que Kay se sorprendiera ante el hecho que hubiera anochecido y él no se hubiera percatado, ¿Cuánto tiempo llevaba allí?

―¿Qué hora es? —preguntó.

―Pasa más de las cuatro de la madrugada señor. —Se había mimetizado en una misma posición y no se había percatado —“interesante” —pensó para sí.

―Hemos descubierto algo que creo, será de su claro interés… —dijo devolviéndolo a la realidad.

Las palabras de Sebastián, lo intrigaron de sobremanera. Para que una persona como él dijera algo como eso, indicaba que la noticia era realmente jugosa.

―Habla —ordenó.

―Vienen de parte de los rusos —indico.

―¿Quiénes?

―Los médicos que atendieron a la señorita Melina —el no respondió, solo lo miro indicando que continuara —envié a que analizaran el suero que estuvieron inyectando a la señorita estos últimos días y estos son los resultados.

Le entrego un sobre con los resultados de los análisis, el los miro y antes que pudiera preguntar algo, Sebastián continuó. 

―Los análisis muestran la presencia de agentes extraños, que no pudieron reconocer más que como algunas especies de algas o hierbas que crecen al este de Escocia, los cuales al ser ingeridos en elevadas dosis pueden provocar la muerte de la persona.

Un frio helado le recorrió toda la espina dorsal.

―Esas hierbas acaso pueden ser…

―Dicho en palabras cortas, es veneno señor —respondió sin emoción.

Una furia mezclada con miedo se apodero de él.

―Ya envié a que Sora se dedique a tomar unas muestras de sangre a la señorita para saber el real estado de su salud, y poder administrarle la cura.

―¿Y los médicos?

―Desaparecieron señor.

―¡¿COMO?! ―preguntó completamente furioso.

―Simplemente se desvanecieron, dejando todas sus pertenencias, ―respondió con tranquilidad ―Áscar esta tras de su rastro.

―Maldición… —mascullo por lo bajo dando un golpe seco a la mesa de su escritorio.

Se sentía sumamente frustrado, los desgraciados malnacidos escaparon delante de sus narices, eso era algo que no podría pasar por alto, debía encontrarlo y acabar con ellos personalmente.

―Los hallaremos señor, ―añadió Sebastián ―, eso no es lo importante ahora ―Kay lo miró confundido ― lo importante ahora es la salud de la señorita.

El alma se le cayó a los pies, ¿Qué es lo que le había pasado ahora?, si la dejo perfectamente bien una cuantas horas atrás.

―¿Que sucede con ella? ―preguntó temeroso.

―La fiebre volvió a subir ―dijo confirmando sus más grandes temores ―¿cuándo acabaría ese tortuoso martirio?

Continuará… 

Enamorándose del demonio #BNEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora