Cap 32: Sospechas

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Luego que las cosas se hubieran calmado un poco más, Lenard fue a su despacho para poder pensar mejor, aclarar las cosas y poder respirar un poco, aunque sinceramente en esos momentos necesitaba una fuerte dosis de tequila.

Camino a través de los pasillos sin saludar a nadie, todas las miradas curiosas de sus subordinados estaban sobre él, el caso se le había ido de las manos, nunca antes le había ocurrido tal cosa, ya suponía que dentro de poco tendría alguna llamada de sus superiores o de algunos tipos de la gobernación, pero sabía que tendría un dolor de cabeza en cualquier momento.

Su despacho era más simple de lo que cualquiera se imaginara, un escritorio, dos estantes grandes, y una baulera, cualquiera podría pasar un guante blanco y ni una sola mota de polvo saldría de allí. Un orden tan impecable que nadie siquiera pensaría que se trataba del despacho de un detective.

Cansado, se acercó a uno de los estantes de su izquierda y abriendo una pequeña caja sustrajo de su interior una botella de tequila, y sirviéndose una copa llena fue a sentarse en su sillón. La ventana frente a su escritorio le permitía una visual completa de toda la planta, y mirando sin ver fue tomando su tequila con sorbos pausados meditando lo ocurrido.

Pero por más que lo analizaba y seguía analizando, no encontraba razones para que el niño hiciera lo que hizo, se notaba que el pequeño estaba asustado.

“¿Obligado quizá?” ― se preguntó ― “No lo creo… si hubiera estado obligado no se habría suicidado” ― volvió a sorber su copa ― “asustado quizá, no encontró salida y se mató” ― colocó su vaso en la mesa ―“¿pero quién lo mandaría? ¿Algún traficante de niños? Es muy probable” ―comenzó a jugar con su vaso haciéndolo girar mientras observaba el movimiento del líquido en su interior ―“¡¿pero qué traficante de niños tenía problemas con Filippo?! El rubro de Filippo era fabricación y venta de acero, para lo cual tenía una mina de carbón en algún lugar del mundo, de donde obtenía un producto de alta calidad, aunque últimamente el negocio no andaba muy bien” ―volvió a levantar la copa y se la termino de un solo trago ―¡¿Entonces quien?! ― preguntó en voz alta.

Se levantó de su escritorio y dirigiéndose a una de las paredes estiro un pequeño sobresaliente de cordel, el cual al extenderse mostró un mapa, que parecía muy elaborado, donde había fotos de muchas personas, entre ellas Filippo. Todas las fotos estaban conectadas de una u otra forma con otras con hilos de distinto color.

“Aquí faltas tú preciosa” ― dijo añadiendo cerca de Filippo un punto de color rosa ―“Me falta saber… ¿Quién eres y que hacías allí? ¡¿Qué relación tenías con él?! ¿Y qué fue lo que le quitaste?”

Mirando su trabajo volvió a tomar asiento sin quitar la vista de la pared.

“Debe haber una relación, ¿Pero dónde? ¿Acaso seria alguien nuevo?” ―volvió a preguntarse. ―Un momento ―dijo recordando ―“Anoche en el banquete había otro sujeto, uno enorme, y estoy seguro que no era el guardaespaldas de Filippo, porque tenía acento ruso. ¿Qué tiene que ver un ruso en los asuntos de Filippo? Aquí está cocinándose algo grande, y debo averiguar que es.”

―Si sigues preocupándote de esa manera, te saldrán canas prematuras Lenard ― dijo una voz que muy bien reconoció como Philip, uno de sus mejores amigos y miembro de su selecto grupo de trabajo ―si vas a beber, por lo menos invita a los amigos a compartir una copa ―bromeó al ver la copa vacía sobre la mesa.

Lenard lo miró y sonrió.

―Lo tendré en cuenta ―respondió divertido parándose para llenarse la copa nuevamente y convidar a su amigo otra ―por cierto ―dijo ofreciéndole la bebida ―¿Dónde están los del departamento del leyes? ―preguntó casual ―la muchacha se llevó menudo susto con lo del niño.

Enamorándose del demonio #BNEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora