Cap 55: Contradicciones

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La noche salió como lo esperaba, sus planes nuevamente se veían completados.

La velada, tan encantadora como pudo fingirla y la sonrisa tan sincera como la practicó siempre. Su elegante atuendo y el glorioso trofeo que presumía era lo que había estado buscando desde hace algún tiempo.

Ahora nuevamente estaba en la cima, y nadie podía discutirlo. Tenía el poder, aunque no fuera total… por ahora.

Estaba oficialmente comprometido con la hija del magnate. No es que le importara quien fuese, pero el anciano quería una fuerte descendencia, y él estaba más que dispuesto a dársela a cambio claro, del poder y las riquezas que su nombre le podría brindar. No es que hubiese perdido su orgullo, simplemente se obligó a sí mismo a tomar todas las armas que le fuesen ofrecidas para saldar cuentas con los malnacidos que osaron destruirlo.

Habían acabado casi con el total de sus posesiones, le costó un buen par de meses recuperarse del daño psicológico, moral y económico. Al ser un hombre de negocios fue abriéndose paso nuevamente en ese mundo que desde muy pequeño había aprendido a desentrañar. No había secretos para él, sabía que cuerdas debía mover para conseguir lo que quería.

Y así, volvió a levantarse.

Después de haber estado postrado en cama durante semanas, de haber aceptado el hecho que había perdido todo, juró vengarse. Cuando pudo ponerse en pié, el mundo comenzó a temblar.

Con ayuda de sus muy fieles sobrevivientes a la catástrofe volvió a resurgir, pero ahora ya no sería lo mismo. Sus más antiguos rivales lo creían muerto, y él no tenía la más mínima intención de llevarles la contra. Eso era lo que quería que piensen, para que en el momento correcto, cuando llegue la hora, lloren por no saber a dónde huir, ni de quien esconderse.

Y así, una nueva fachada fue creada, un nuevo mafioso había surgido, uno del cual nadie sabía sus orígenes, pero que si habían llegado a conocer su poder. Con un nuevo rostro busco aliados, y encontró viejos conocidos, aquellos que sin importarles nada le tenderían la mano. Pero no era suficiente, él quería más. Y ya era hora de ir saldando deudas pendientes con sus colegas.

Cuando el anciano Satoichi Sho se enteró del deceso de Kay Jameson, lo celebró en grande. Hubo fiesta, invitados y demás, y estaba tan seguro del hecho que nunca hubiera esperado encontrar en sus aposentos a Zafrán con una nota escrita por el más temido de sus contrapartes a quien juraba muerto y cien metros bajo tierra.

La nota le quemaba los dedos, y ansioso e inseguro la abrió, leyendo su contenido, helándose hasta los huesos con cada palabra escrita en él.

«No cantes victoria hasta ver mi cadáver. Cuida tus acciones, que vendré a reclamar mis pagos»

La nota lo llenó de pánico, nerviosismo y temor. Su pesadilla aún no había terminado. Su deuda aún seguía en pié, y temeroso de lo que pudiera pedirle no le quedó otra más que aguardar pacientemente noticias de aquel a quien consideraba su verdugo.

Kay pudo imaginarse la cara de espanto que puso el japonés, tan solo bastaba cerrar los ojos para recrear vívidamente el espanto marcado en ese ancestral rostro, y hubiera dado lo que fuera para poder ser testigo presencial del hecho, pero su condición no se lo permitía. Débil como se hallaba en esos momentos, estaba obligado a estar en cama por algunas semanas más, tanto Sora como Sebastián, se pusieron en el papel de enfermeros estrictos dejándolo inmovilizado para realizar cualquier acción.

Ganas de matarlos tuvo en más de una oportunidad, pero para buena fortuna de ese par de enfermeros autodesignados, su lógica de supervivencia siempre iba por delante de su ansiedad por estar en pié, sabía y había aprendido de manera muy dura la dificultad de hallar gente de confianza en ese rubro, así que no le convenía deshacerse de ellos limitándose simplemente a gritarles de hasta lo que se iban a morir.

Enamorándose del demonio #BNEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora