Capítulo 9

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Las vacaciones de invierno llegaron, lo cual significaba estar dos semanas sin ver a Sally; eso era mucho tiempo para mí. Dos semanas de estar casi encerrado en casa, aburriéndome.

Sally se conformó al hecho de que no podríamos juntarnos ese tiempo, de hecho ella misma me pidió que no me arriesgara a salir sin permiso o huyera de nuevo, para que él no me diera otro castigo, pero acordamos escribirnos cartas contándonos todo lo que nos pasara, y luego, cuando entraramos de vuelta a clases, ella me entregaría las que me haría a mí y yo las que iban para ella.

Yo nunca había escrito una carta a nadie, excepto para una tarea de la escuela, y jamás llegué a imaginar que esas cartas se volverían con el tiempo tan importantes en nuestra relación y en mi vida; fueron joyas que atesoré, hasta que unos años más tarde el... &%$/"#&$%& (sí, imaginense los insultos que quieran) de mi padre, las hallara, y las quemara... y a mis manos con ellas.

Por suerte, Sally, tan ordenada y perfeccionista, tenía borradores de esas cartas, no sé porqué, pero se dejó copias de lo que me escribía, y lo archivó junto a las mías, por lo que aún existen y me encanta releerlas una y otra vez.

Hoy, Sally quizo leer lo que yo he estado escribiendo; cuando le pregunté si podía poner las cartas aquí, y la verdad, es que me dio mucha vergüenza que ella leyera todo esto y le contesté que lo pensaría... Ella y su mamá son las que más saben de mí, pero nadie conoce todas las cosas por las que he pasado en estos últimos 10 años; en todo caso, es gracias a ella que por fin puedo tener una vida normal, porque nunca se rindió, y contra toda expectativa, su amor y paciencia me regresaron a la vida.

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