Capítulo 50

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Estuvimos varias horas allí. Por primera vez hablaron de cosas familiares. Había tanto que todos habían callado y todos estábamos heridos de una forma u otra; eso era evidente.

Yo les conté un poco lo que sucedió aquel día en el que "desaparecí". Mamá lloró a gritos, y el Enrique trató de tranquilizarla, mi hermanita se despertó asustada con el llanto de ella y también se puso a llorar. "Es mi culpa, es mi culpa", repetía nerviosa y hasta el Daniel trató de consolarla.

Entonces volvió a develarnos más secretos.

Contó que cuando ella se enteró que Julia era mi madre biológica, y que Julio había sido el que me abandonó junto al río siendo bebé, quiso huir conmigo, regresar al campo a casa de su padre, pues por ese entonces no tenía más hijos que yo. Papá le había reconocido que cuando me vio siendo un bebe en sus brazos, encontró la oportunidad perfecta para que ella se volviera su mujer, y por eso se ofreció. Pero con el tiempo se llenó de celos porque veía que mamá sólo tenía ojos para mí y seguía sin amarlo a él y esos celos lo fueron consumiendo.

Además, él le había ocultado en un principio a su hermana que yo seguía vivo, pero ella se enteró pronto; el día que él se casó con mamá. Pero allí no dijo nada. Dice mamá que Julio vendió el terreno y la casa donde vivía con su hermana y se lo dio a esta para que se marchara lejos y rehiciera su vida y así fue como ella se vino al norte. Y mamá y él se quedaron viviendo con el abuelo, durante cuatro años, hasta que se vinieron a esta ciudad, porque mi tía Dina ya vivía aquí.

Cuando llegaron papá reanudó su contacto con su hermana y fue ahí que él empezó a cambiar y a convertirse en la persona agresiva, controladora e intransigente que ahora era.

Pero fue esa vez, cuando yo tenía cinco años; la vez que mi tía los visitó e hizo el escandalo y mi mamá se enteró de todo y trató de huir, que mi padre dejó de quererme y quiso empezar a maltratarme.

Dice mamá que al principio no se lo permitió y trató de protegerme continuamente, pero luego de embarazarse de mi hermano, todo se volvió aún más dificil y cuando nació el Daniel, papá la amenazó.

No quería que me amara más que a él, más que a sus propios hijos, ni siquiera que me quisiera del mismo modo que a ellos... no quería que me quisiera.

Él le dijo que ella tenía que obedecerlo y dejar de protegerme o de lo contrario nos llevaría lejos de ella, a mí y a mis hermanos; pero le dijo que a mí me entregaría con su hermana, con Julia, para que descargara su odio conmigo, y le aseguró que jamás volvería a vernos, a ninguno.

Mamá quedó aterrada ante la idea que él desapareciera con sus hijos y además, no tenía ninguna duda que esa mujer me haría daño si yo llegaba a estar en sus manos, y por eso prefirió aceptar las condiciones de él, pensando en que podría controlar de algún modo la situación, y lo primero que le ordenó mi padre fue no decirle nada a nadie sobre lo que estaba ocurriendo.

Le dijo también que cada error que cometiera lo pagaría yo, y por eso, según ella, estuvo años esforzándose para que todos en la casa fueramos obedientes, sumisos y nos dejaramos controlar por él, porque de esta manera él no tenía excusas para agredirme, al menos no físicamente.

Pasaron años así. Pero cuando entré en la pubertad y como yo no sabía nada de esto pasó lo que pasó. Y en ese periodo él agregó nuevas amenazas más a ella: la asustó diciéndole que si no dejaba que él hiciera lo que quisiera conmigo, también golpearía a mis hermanos. Él le preguntó a quién prefería; si a mí o a mis hermanos, y ahí hicieron una especie de trato: yo sufriría los malos tratos para que nadie más fuera tocado.

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