Capítulo 22

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Fue fácil acostumbrarse a vivir en casa de mi tía, el único que me ponía un poco incómodo era mi tío Horacio, su esposo; es un hombre de pocas palabras y no dice nunca nada más allá de monosilabos; yo nunca sabía qué pensaba o si le importaba o no el que yo estuviera allí, era como si fuera indiferente a todo.

Mi tía celebró mi cumpleaños con una torta de chocolate, en compañía de su familia y de Sally y su mamá, y la sorpresa fue que también estuvo mi mamá con los niños, a los que echaba mucho de menos. Era la primera vez que recuerdo haber tenido un cumpleaños, me sentí muy contento.

Estuve cinco meses viviendo en casa de mi tía, y me acostumbré a estar allá, además que todo ese tiempo pude estar con Sally libremente y salir y hacer todo lo que yo quisiera; era como tener una nueva vida.

Hice muchas cosas que jamás habría podido hacer en mi casa, con la Sally fuimos a un par de fiestas de las que hacían los chicos del curso en sus casas, también fuimos a la discoteque algunos sábados que era para puros menores de edad; empezaban más temprano de lo usual y terminaban más temprano también, y eran a las únicas fiestas de disco que la tía Margarita le permitía ir a la Sally, por los horarios y porque no hay alcohol para consumir; fue genial, recuerdo que bailamos; y no es que yo supiera bailar ni nada, pero la música hacía que uno quisiera moverse y a nadie le importaba cómo lo hiciera, todos sólo querían pasarla bien a su modo.

Los chicos del curso cambiaron bastante su actitud conmigo; sé que fue porque la profesora les dijo que lo hicieran, pero fue bueno, la mayoría de los que me molestaban dejaron de insultarme y decirme tonterías, y varios de mis compañeros de clase trataron de integrarme y me empezaron a tratar super bien. Lo cual era extraño al principio, y más extraño aún porque algunos me trataban bien a mí y trataban con brusquedad a Sally; y fue porque ella se hechó la culpa de lo que pasó, frente a los demás de la clase; ella les dijo que habíamos peleado y que por eso fue que traté de suicidarme; lo dijo para que no se enteraran de lo que pasaba en mi casa, porque sabía que yo no quería que otros supieran, y yo fui lo suficientemente cobarde como para dejar que ellos creyeran ese engaño. Mi tía Margarita nunca supo que Sally se hechó la culpa y que soportó burlas, insultos y el desprecio de algunos que pensaron que sólo jugaba conmigo, y supongo que a mi me veían como un tonto y les dí lástima, no sé, pero creo eso, porque después habían unas chicas que siempre me preguntaban porqué seguía con ella y de chicos que me decían que mejor la dejara porque ella no me quería; honestamente no sé qué pensaban de nosotros, pero Sally hizo como si nada pasara, y hasta se peleó con sus amigas por discutir algo relacionado con esto, aunque no sé qué fue en específico, nunca quiso decírmelo; sólo sé que la Maite la trató muy mal y por eso estuvieron varios meses sin hablarse.

Durante este tiempo pasabamos juntos casi todo el día; e hicimos distintos tipos de actividades a los que Sally me animaba a realizar; en especial durante las vacaciones de invierno, fueron las primeras vacaciones en que podíamos estar juntos y divertirnos.

Fuimos a escalar un cerro de la ciudad; el cerro La Cruz, es un lugar al que muchos van; desde arriba hay una hermosa vista, y dan ganas de ponerse a gritar al viento. Dimos paseos por la playa, y Sally me llevaba de compras al centro todo el tiempo, e ibamos a tomar té con dulces a una pequeña pastelería que hay a una cuadra de su casa.

Y por si eso fuera poco, la tía Margarita me invitó a viajar con ellas y estuvimos dos días en Hornitos; un balneario que queda muy cerca. Llegamos allí a una casa muy elegante que le habían prestado a la tía, y casi no se veían personas en todo el pueblito que sólo era una hilera larga de casas muy hermosas y un hotel. Lástima que era invierno y no pudimos bañarnos en el mar, porque el agua estaba demasiado fría, aunque daban muchas ganas.

También estudiabamos mucho; pero era divertido estudiar con ella y se sentía muy bien tener buenas notas y que los profes me felicitaran, pues como es muy perfeccionista, fui aprendiendo de ella a hacer todo lo más elaborado posible, porque me regañaba cuando los trabajos se veían muy feos; lo recuerdo y me da risa; a veces se comportaba como una profesora, y pensar que ahora lo es de verdad... se suponía que ibamos a ir a estudiar juntos a la universidad; lástima que yo no pude... mis sentimientos se entremezclan: alegría y tristeza; hay tanto de todo ello en mis recuerdos.

A veces me asombro de cómo afecta la imagen en uno mismo y los demás. Yo me sentía bien de vestir ropa nueva, de no verme tan pobre, y creo que tal vez eso también influyó en que los demás me trataran mejor, también me dio más seguridad en mi mismo; pude disfrutar esos meses siendo un adolescente normal, y hubiera sido completamente feliz de no ser porque las personas que yo deseaba que fueran buenas conmigo y me trataran bien no lo eran; mis padres.

A mi mamá, apenas si la vi unas tres veces en esos meses, a mi papá no lo ví para nada. A mis hermanos los echaba mucho de menos; estaba acostumbrado a estar con ellos encerrado en casa todo el tiempo, por lo que no verlos se hacía algo díficil, y me hacía sentir también culpable; pues yo tenía libertad y ellos no. Aún así este tiempo me convirtió en alguien mejor; más seguro, más alegre; con más ganas de vivir que nunca.

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