Capítulo 42

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La tía Margarita encontró pasajes y esa misma noche nos regresamos, lo que fue un gran alivio para mí, aunque sentía culpa de haberle arruinado las vacaciones a ellas.

Durante esas dos semanas, no tuvimos que estudiar ni teníamos muchas actividades, por lo que el tiempo nos sobraba ampliamente. Aún así hicimos bastantes cosas y nos divertimos mucho.

Creo que nos acostumbramos rápidamente a estar todo el tiempo juntos; no nos despegábamos el uno del otro en todo el día, y eso me encantaba, todo lo hacíamos entre los dos, e incluso a veces, por las noches, ella iba a escondidas hasta mi cuarto y dormíamos juntos, abrazados, luego de acariciarnos demasiado efusivamente... o mejor dicho de tener sexo con ropa...; y aunque deseabamos llegar a más, como novatos que éramos no nos decidíamos a dar el paso, pues habíamos acordado que queríamos que cuando llegara ese momento fuera algo memorable, que recordáramos para toda la vida...

¡Ese momento memorable llegó en Septiembre!

Eran fiestas patrias, y las actividades escolares concluyeron con el desfile un día viernes. Luego de eso teníamos toda una semana de vacaciones. Apenas terminó el desfile en la plaza, corrimos a cambiarnos el uniforme para tomar el bus hacia Antofagasta; desde allí tomamos un avión hasta Puerto Montt, al otro extremo de Chile.

Llegamos allá por la noche. Hacía un frío que congelaba los huesos. Un transfer nos llevó hasta el hotel y a la mañana siguiente nos vinieron a buscar para llevarnos a abordar el pequeño crucero austral.

Fue idea de la tía Margarita ir hasta allá, tal vez fue porque en las vacaciones de invierno yo les arruiné el viaje. Y tal vez por eso prefirió elegir un lugar tan remoto y diferente.

Un poco antes de mediodía nos subimos al barco; era hermoso, y Sally y yo estábamos super entusiasmados; para los dos era la primera vez que hacíamos un viaje así; recorreríamos varios lugares hasta llegar a la laguna San Rafael en la patagonia.

Dejamos nuestras maletas en el camarote que nos asignaron, y una vez que estuvieron todos los pasajeros arriba, el crucero zarpó y se alejó del embarcadero. Sally, estaba tan emocionada que hablaba y hablaba y quiso estar mucho tiempo en la cubierta mirando las olas y la ciudad alejándose de nosotros.

El crucero duró casi seis días y recorrió varios lugares, incluidas varias zonas de Chiloé. Yo ni en mis sueños hubiera imaginado conocer tantas partes hermosas, ni siquiera sabía que existía ese tipo de paseos. Hicimos caminatas por un bosque y también desembarcamos en una isla para mirar aves y lobos marinos, pero lo más espectacular fue el glaciar; fuimos en botes a motor hasta muy cerca del mismo, pasando por entre los tempanos y montones de pedazos de hielo que había en el agua, hasta estar muy cerca de la gran muralla de hielo. Anduvimos también por fiordos en los botes, fuimos a unas termas e hicimos más caminatas, excursiones y paseos por ferias artesanales en los lugares que desembarcabamos, fue maravilloso, estábamos encantados con todo lo que allí vivíamos, y hasta tuvimos la oportunidad de avistar una ballena; una alfaguara.

Una amiga de la tía Margarita que trabajaba en una Caja de compensación le ofreció a ella hacer ese tour; es decir le vendió el paquete de viaje. Nunca supe cuanto dinero gastó en él, pero me imagino que debe haber sido bastante. Cuando nos contó donde iríamos, la idea me gustó, pero me sentí mal por todo el gasto que yo le supondría, pero Sally me convenció que no lo viera de esa forma y que aceptara la invitación y lo disfrutara con ella, y creo que esas vacaciones han sido sin duda uno de los mejores recuerdos que tengo en mi vida.

La tía Margarita es muy sociable y rápidamente se hizo amiga de otros pasajeros, y para el segundo día ya se pasaba mucho rato platicando con uno en especial. Al principio Sally y yo pensamos que él era extranjero, por lo alto y super rubio, pero luego supimos que no, sólo era un chileno con pinta de gringo, el tipo viajaba solo, asi que él y la tía empezaron a disfrutar el viaje juntos.

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