Capítulo 52

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Sally seguía hablando conmigo, cuando la puerta se abrió de improviso, y él entró.

Dio un par de pasos tambaleantes adentro, y distintas expresiones de asombro y estupefacción salieron de los labios de todos ellos.

Papá venía golpeado entero, con la polera rota y salpicada de sangre, un ojo en tinta, la nariz hinchada y el labio ensangrentado y moreteado; creo que jamás nadie lo había visto así.

Observó a todos, pálido, con la cara desencajada, como impactado. Se tomó la cabeza con las dos manos y volvió a vernos con ojos desorbitados como si se estuviera volviendo loco.

Avanzó un paso más con un movimiento lento y le habló a mamá, pero su voz era apenas un débil balbuceo:

—Alguien quiere ver al Gaspar.

Saliendo de su sorpresa al oírlo, mamá y mi hermano Enrique, se pusieron delante de mí, como un muro, posiblemente queriendo protegerme, por si él intentaba algo, luego se les unió el Daniel, y Sally también se puso de pie quedándose a mi lado.

—Nadie va a tocarlo... —le respondió ella desafiante avanzando unos pasos hacia él.

—Permiso... No teman; no quiero lastimar a nadie —dijo un hombre de mediana edad y camisa blanca, entrando y poniéndose al lado de Julio.

—¿Quién eres? ¿Qué quieres con el Gaspar? Hasta cuando lo van a dejar tranquilo —le espetó mamá nerviosa.

—Anaya; soy Antonio ¿Me recuerdas?

—¿Antonio? —replicó extrañada.

—Lo siento, pero no me contuve —dijo haciendo un gesto con la mano para señalar a papá—. Estaba ebrio en un bar, nos encontramos por casualidad y me contó lo que había hecho... todo. Y no pude contenerme; me agarré a golpes con él. Yo le dije que me trajera. Hace un mes que estoy aquí, por trabajo, y no tenía idea que ustedes vivían por estos lares. Dice que el chico es hijo de Julia ¿Es cierto?

—Sí... —confirmó mamá con cautela.

—¿Me dejarías verlo? Te prometo que no le haré daño. Sólo quiero sacarme una duda...

—¿Duda?

—Sé que cometí muchos errores en el pasado; era inmaduro. Yo era el prometido de ella ¿Lo recuerdas? Sé que me porté como un estúpido y la abandoné después de lo que le hicieron, pero... yo tuve relaciones con Julia antes que la violaran, y se me ocurre que... ese chico puede ser mi hijo... —musitó, pero aún así todos los que estábamos ahí pudimos escucharlo, pues aparte de sus voces todos estábamos estáticos y en silencio.

—¡¿Qué?! —chilló mamá tapándose la boca con la mano, y mis hermanos también hicieron exclamaciones de sorpresa, en cambio yo sólo sentía temor.

—Me mintió... la desgraciada me mintió —dijo mi padre, mirando a Antonio y a mamá— ella dijo que era pura, cuando esos miserables la atacaron; me aseguró que nunca estuvo contigo, y yo... yo le creí.

Mis hermanos se miraron las caras entre ellos, y mamá miraba a Antonio y a papá.

Antonio se acercó un poco más a mamá y me señaló.

—¿Es él verdad? ¿Por favor, puedo? —le preguntó con intención de avanzar hacia mí.

—Pero no te dejaremos solo con él —le respondió mamá.

—No te preocupes. Está bien que desconfíes.

Mis hermanos se corrieron para dejarlo pasar, pero no se movieron de allí.

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