Capítulo 19

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El primer amor es algo hermoso, y eso es lo que viviamos Sally y yo, ella era mi refugio, mi alegría, mi aire; el motor que alimentaba mis esperanzas y la fuerza para vivir cada día. Ella cuidaba mi alma.

Volvimos a tener una rutina parecida a la del semestre anterior. Yo seguí frecuentando su casa, y la tía Margarita, me aceptaba, siempre amable, aunque un día tuvo una tranquila, pero seria conversación con nosotros, probablemente por las demasiadas efusivas muestras de cariño que teníamos Sally y yo.

Nos dijo que confiaba en mí, pero que quería estar tranquila, y me hizo prometerle que respetaría a Sally y que no llegaríamos a tener sexo hasta que fueramos más grandes. Fue una conversación bochornosa, Sally y yo estabamos rojos como tomates, y me asombré de que la mamá de Sally pudiera hablar sin tapujos de esas cosas, como si fuera lo más normal del mundo, pero al final aceptamos sus reglas y entendimos porqué ella no quería que tuvieramos relaciones sexuales aún. En todo caso, aún no habíamos llegado a nada de eso, y yo ni soñaba con intentar algo, pues nunca había estado con nadie y tenía cero, cero, cero experiencia, y no me iba a arriesgar a hacer el rídículo, menos con ella, además; jamás le fallaría a una petición de la tía Margarita; lo que ella me pidiera yo lo haría con los ojos cerrados.

Lo bueno de esa conversación, fue que dejando en claro las cosas, la mamá de Sally nos permitió quedarnos a solas en su casa, e incluso me dejó que entrara al dormitorio de Sally, lo que me demostró el grado de confianza que depositó en mí: creía en mi palabra... otro motivo para jamás fallarle.

Ojalá y mi familia hubiera sido así, habría sido todo tan distinto.

Casi todos los días, después de clases me quedaba un rato con ella, a veces se nos iba el tiempo y regresaba muy tarde a casa.

A veces, compartíamos además, con sus amigas, que también querían pasar tiempo con Sally, porque en el liceo pasaba más conmigo que con ellas, aunque la Maite, su supuesta mejor amiga, no me quería en absoluto. Estaba resentida conmigo, porque pensaba que yo había dejado sola a Sally durante las vacaciones, y eso la volvía un poco cizañera: le gustaba decirle cosas feas de mí a Sally, tal vez estaba envidiosa, no sé, pero Sally la ignoraba cuando se ponía de esa manera y siempre me defendía de las palabras de ella, porque sabía que yo me sentía mal y triste con todo lo que hablaba. Tal vez, era que la Maite se daba cuenta que yo no era del todo sincero con nadie, ni siquiera con Sally, aunque lo que le ocultaba a Sally, era el hecho de que en casa me seguían golpeando continuamente , pero ya me había acostumbrado a ello, y era el tema del que no quería hablar por nada del mundo, con nadie.

A finales de abril, mi papá quedó sin trabajo; una vez más. Nunca duraba demasiado tiempo en un empleo, y eso significaba que pasaba más tiempo en casa y más irascible de lo normal. Pero jamás pensé que su exceso de tiempo libre lo usaría para averiguar lo que yo hacía después de clases, y que el averiguarlo traería tan feas consecuencias.

 Pero jamás pensé que su exceso de tiempo libre lo usaría para averiguar lo que yo hacía después de clases, y que el averiguarlo traería tan feas consecuencias

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Sally y Gaspar.

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