Volvimos a Clases la última semana de julio, y ambos estabamos ansiosos por vernos... más bien desesperados por estar juntos. Nos entregamos las cartas, las de Sally, delicadamente puestas en sobres con aroma y estos atados con una cinta roja, las mías, burdamente escritas en papel de cuaderno, metidas en sobres que yo mismo hice con hojas de oficio, aunque los había adornado con dibujos de distintas cosas que se me ocurrían, y que las llevé metidas en una arrugada bolsa de papel de esas que dan para el pan, porque allí las escondía, colocándolas debajo del colchón para que nadie las hallara.
Ese día uno de los profesores nos regañó, porque no parabamos de hablar entre nosotros durante toda la clase, es que teníamos tanto que decirnos, y ella era la única que hacía que yo me volviera un poco parlanchín. Ni siquiera le hicimos caso al profe, estabamos en nuestro mundo; disfrutando de la compañía de quien amábamos.
Tengo buenos recuerdos de ese tiempo con ella; ese segundo semestre de nuestro primer año en el liceo fue increíblemente bueno.
Nos las arreglamos para conseguir que me dieran permiso para salir, Alejandro llamaba a mis padres con cualquier excusa, o lo hacía mi tía Dina, y la tía Margarita convencía a mi mamá para que me dejara ir a estudiar con Sally, porque eso sí; Sally a toda costa quería que yo subiera las notas; y me incentivó a estudiar y a esforzarme más. Y Ella compartía todo conmigo en clases; llevaba materiales para ambos cada vez que pedían algo, me daba sus lapices y lapiceras cuando se me gastaban de tanto uso, y hasta las colaciones las llevaba para los dos; Sally y su mamá me apoyaron a escondidas de mis padres durante toda la secundaria, y debo reconocer que ellas cambiaron mi mentalidad de a poco; me hicieron ver la importancia de estudiar para intentar aspirar a un mejor futuro; incluso eso ayudó a mi autoestima... por primera vez me di cuenta que era inteligente y no un tonto como Julio, mi padre me hacía creer. Ya desde ese tiempo empecé a tomar todo lo que dijera la tía Margarita como un mandamiento sagrado para mí; no sé qué lo provoca, pero a ella, es tan fácil obedecer o seguir sus consejos, todo lo que dice se queda grabado en mi corazón; tiene mucha sabiduría al hablar y siempre desea lo mejor para mí; yo la veo más a ella como una mamá, y mucho más en este último tiempo, en que estoy en su casa.
Mi padre siguió siendo intransigente, pero la verdad es que lograbamos engañarlo continuamente, de una forma u otra. Y aunque igual hubieron algunas peleas y discuciones, no fueron muchas ni muy seguido; Sally me obligaba a intentar seguirle la corriente a Julio; creo que Sally en eso era más astuta, porque con sus consejos logré que mi padre me dejara tranquilo, tal vez pensando en que yo al fin acataba todas sus ideas, cuando en realidad era todo lo contrario. Aprendí a tener casi dos personalidades; una fingida para con mi padre en casa, y otra en la que podía expresarme libremente y ser yo mismo, lejos de mi familia. Y aunque había cosas que eran díficil de remediar como la ropa y el pelo, porque mi padre estaba siempre al tanto de lo que teníamos y hacíamos y no podía levantar sospechas, entre mi tía Dina y mi tía Margarita convencieron a mi mamá para que aceptara que me ayudaran, sin que le dijera nada a él.
Mi tía Margarita habló con mi mamá para que dejara que ella me cortara el pelo, y aunque me pareció que mi mamá tuvo miedo, aceptó, no sé qué le habrá dicho después a mi padre, cuando llegué con el súper corte de cabello que mi tía me hizo; recuerdo que me encerré en el baño a mirarme en el espejo, haciendo gestos y poniendo poses; no me veía mal...
Después mi tía se chamulló a mi mamá para que aceptara una ropa que supuestamente le había quedado chica al Alejandro, pero que era ropa que me había comprado nueva y la lavó como tres veces seguidas y se la pasó arrugada, para que pensaran que era usada, para que mi padre no me la quitara.
Todos esos cambios me hicieron sentir mejor conmigo mismo, aunque en casa, seguía usando la ropa más vieja que tenía y fingiendo ser sumiso y obediente, por dificil que se me hiciera, a veces, el hacerlo.
ESTÁS LEYENDO
Adolecer
General Fiction(Romance juvenil hetero) A Gaspar se le ha enseñado desde niño a acatar la voluntad de su padre, pero la llegada a la adolescencia ha abierto las puertas a la confrontación. En búsqueda de libertad y aceptación por sus pares cae aún más en la red de...