Si hay algo que debo reconocer y elogiar, es el esmero, cariño y bondad que han tenido conmigo Sally y su mamá a través de los años. La tía Margarita se hizo responsable de mí, con todo lo que ello implicaba; ahora reflexiono y pienso que si hubiera conocido el futuro y todo el dolor que les causaría, mi decisión hubiera sido diferente, porque no merecían pasar por lo que tuvieron que vivir por mi causa.
Adaptarme a vivir en casa de ellas era fácil; me encantaba estar en ese lugar, me divertía, comía bien, y Sally a mi lado todo el tiempo, era lo más maravilloso que podía tener. Pero por causa de las quemaduras me sentía cohibido frecuentemente, porque era Sally la que me atendía para cada cosa, hasta para ir al baño, lo que era en extremo vergonzoso, y humillante; así yo lo sentía, a pesar de que ella me repetía a cada momento que no sintiera vergüenza de ella porque haría cualquier cosa por mí, porque me amaba, y esas palabras fueron el mejor bálsamo para mis heridas.
Adaptarme una vez más a clases, pese a que falté pocos días fue más díficil aún. Todos comentaban lo sucedido o especulaban cosas sobre mí y mi familia, aunque nadie me decía nada a la cara y absolutamente nadie me molestaba o se burlaban como antes, ni siquiera los más molestosos del curso. Los profesores andaban pendientes de mí y por petición de mi tía Margarita no podíamos abandonar el liceo hasta que ella viniera a buscarnos, así es que nos vigilaban a la salida. Todo para evitar que mi padre se me acercara siquiera.
A pesar que mis manos iban sanando poco a poco, aún así no podía escribir con ellas, por lo que prácticamente iba de oyente; estudiaba con Sally, con los apuntes de los cuadernos de ella y para mis evaluaciones tenía que dar todo en forma oral, lo cual me obligaba a memorizar mejor aún cada materia.
Me era extraño que todos fueran demasiado amables conmigo, pues eran aún mucho más amistosos que la vez que traté de suicidarme. Sentía como si me tuvieran compasión o quisieran de alguna forma protegerme, y esa sensación no me agradaba; yo sólo quería que me trataran como a alguien normal; no quería ser distinto al resto; no quería que me trataran distinto, aunque fuera para intentar hacerme sentir bien.
Cuando acabó el primer semestre, y ya adaptado a todos los cambios y a la rutina que teníamos en casa de Sally, por fin empecé de a poco a disfrutar esta "nueva vida". Creo que fue porque pude volver a usar mis manos otra vez; aunque aún me dolían cuando tomaba algo y seguía usando cremas y medicamentos, me ponía también unos guantes especiales e iba a rehabilitación con un kinesiologo; había sufrido quemaduras de segundo grado, por suerte no en toda la extensión de mis manos, y la tía Margarita me pagó un buen tratamiento. Creo que también me ayudó el hecho de que terminé aceptando que era mejor para mí estar lejos de mi familia, y que debía continuar mi vida porque tenía a Sally a mi lado y teníamos muchos proyectos de vida juntos. Dejé de culparme, y de pensar en los mil porqués de todo, traté de ya no estar triste por mamá y por mis hermanos, a quiénes no volvería a ver en demasiado tiempo, también me esforcé para no divagar más en el hecho de que si era cierto lo que me habían dicho, Julio no era mi padre, e incluso me propuse dejar de sentirme mal por tener que depender tanto del cuidado de ellas, sobretodo de Sally que estaba siempre pendiente de mí.
Quise enfocarme entonces, sólo en divertirme, pasarla bien, disfrutar de estar en casa de Sally y con ella, y en estudiar; porque teníamos todo un plan armado para ir a la universidad, y luego de estudiar trabajaríamos, nos casaríamos y seríamos una hermosa familia; esos eran nuestros grandes anhelos del momento, y ella merecía lo mejor de mí; por eso me esforcé por estar bien para ella.
Todo esto gracias al psicólogo al que estuve viendo una vez por semana, al que prácticamente me obligaron a ir, y al que evité contar cosas de mi familia, pero lo que me decía me ayudaba a reflexionar sobre todo un poco, y me dio algo de claridad mental.
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Adolecer
General Fiction(Romance juvenil hetero) A Gaspar se le ha enseñado desde niño a acatar la voluntad de su padre, pero la llegada a la adolescencia ha abierto las puertas a la confrontación. En búsqueda de libertad y aceptación por sus pares cae aún más en la red de...