El tres de enero a mi mamá le hicieron una cesárea de emergencia; le nació una niñita. Aún no cumplía los nueve meses, por lo que era aún bastante pequeña, mi papá decidió llamarla Julia (No sé porque rayos tuvo que ponerle ese nombre), yo prefiero decirle Julieta.
Mamá quedó bastante débil y delicada luego de la operación, estuvo varios días más en el hospital hasta que le dieron el alta y regresó a casa junto a mi hermanita, y aún después de eso se demoró varios meses en recuperarse por completo.
Los bebés requieren de muchas cosas, mamá la amamantaba, pero había que comprarle pañales, ropa, cremas, talcos, gotas y un montón de cosas más, mi papá pronto empezó a sentirse frustrado porque al parecer no le alcanzaba el dinero para todo lo que necesitaba. ¿Cuál fue su solución? Habló con su jefe y le pidió si me podía dar trabajo durante las vacaciones, porque estaban buscando gente para unos trabajos menores.
Como yo era menor de edad, le pidieron un documento notarial donde él me autorizaba para trabajar, de ese modo me recibieron, aunque sólo me pagarían el sueldo mínimo.
A causa de esto y sin siquiera preguntarme si yo quería, me llevó a trabajar con él; se suponía que sería algo liviano, pero no fue así; estuve todo el verano tirando pala, con una calor espantosa. Los primeros días se me acalambraban las manos, y los otros hombres se reían de mí porque era lento y no tenía mucha fuerza en los brazos, y mi papá me regañaba, diciéndome todos los días que tenía que esforzarme más para que no me echaran. Más encima cuando llegaba a la casa todo cansado tenía que ponerme a ayudarle a mi mamá con las cosas de la casa; realmente era mucho para mí; en menos de dos semanas ya sentía que no iba a poder con ese ritmo.
A causa de esto una vez más los planes de ir a la playa con Sally se fueron a pique, la ví un rato los días de descanso, y nos fuimos a bañar a la playa un día en la noche, pero yo estaba muy cansado, por lo que no estuvimos mucho rato.
Por esto fue que decidimos volver a escribirnos cartas ese verano, como una forma de poder compartirnos cosas que por tiempo no podíamos, y fue bueno para mí, porque escribirle me hacía evitar volver a sentir esa tristeza que a ratos parecía querer volver a mi vida.
La razón de esa tristeza que sentía, no era sólo por no poder estar casi nunca con Sally, sino también porque sentía que toda la responsabilidad que habían puesto sobre mí, era una carga dificil de llevar; lo sentía de alguna forma como una nueva manera de maltrato; me sentía forzado a trabajar con las manos adoloridas, partidas y llenándoseme de pequeños callos y ampollas, y con los pies de igual forma, por los zapatos de seguridad que usaba y el clima seco y caluroso y las largas horas de pie.
Para colmo mi primer sueldo no lo recibí yo; se lo dieron a mi padre y de lo que gané, apenas si me pasó un par de billetes para mis gastos. Todo eso hizo que me volviera a sentir vulnerado.
Al fin llegó marzo, y nuevamente sentí el alivio de que al llegar las clases, podía tener una rutina más agradable. Pero antes de eso tuve que enfrentarme a otra dificultad: no tenía con qué comprar las cosas de colegio. Mi padre se había quedado con todo el dinero de lo que trabajé ese verano, pero nadie sabía eso, sólo papá, mamá y yo.
No quería ir a clases con cosas viejas de nuevo, no quería volver a ser el de antes.
A mamá le pedí que hablara con mi padre para que por favor me diera algo del dinero de mi trabajo, para comprar mis utiles escolares y la ropa de colegio. Ella habló con él, y esa tarde me pasó de malas ganas veinte mil pesos, pero con eso no pagaba ni los zapatos. Me dio mucha rabia, y ya estaba que le plantaba un escandalo allí mismo, pero me contuve por mi mamá que estaba ahí con la bebé.
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Adolecer
General Fiction(Romance juvenil hetero) A Gaspar se le ha enseñado desde niño a acatar la voluntad de su padre, pero la llegada a la adolescencia ha abierto las puertas a la confrontación. En búsqueda de libertad y aceptación por sus pares cae aún más en la red de...