Me levanté sudando con el corazón latiendome a toda prisa por el sueño que acababa de tener.
Aunque más que un sueño fue un horrible recuedo de aquel día inolvidable que cambió mi vida y mi manera de ser por completo.
Miré a los lados acostumbrando mis ojos a la oscuridad y observé como las chicas seguían dormidas.
Con cuidado bajé de la cama intentando no hacer ruido.
Tiré de la manta y la puse alrededor de mis hombros para protegerme del frío.
Abrí lentamete la puerta de la habitación y me apresuré a salir fuera.
A pesar de estar abrigada, el frío me hizo temblar nada más poner un pie fuera de la habitación y no pude evitar abrazarme a mi misma. Miré hacia ambos lados cerciorandome de que no venía nadie y comencé a caminar por el frío césped.
Crucé el campo de entrenamiento, para así evitar que me vieran los guardias que había en la entrada, si me pillaban a estas horas dando vueltas por hay se me caería el pelo.
Al llegar al edificio donde se hospedaban los trabajadores me paré bajo la última ventana y comence a lanzar piedrecitas que daban pequeños golpecitos en ella lo suficientemente fuertes para que sonasen pero no para que se rompiese el cristal.
De repente se escuchó un golpe seco y una mata de pelo morena con algunas canas grisaceas asomó por la ventana.
- ¡Alex! ¿Que haces fuera de tu cabaña?
- Mari, no puedo dormir y...- Le miré fingiendo inocencia.
- Quieres subir a la terraza ¿verdad?- Me interrumpió con voz aparentemente cansada. Yo asentí con una sonrisita - Venga pasa. Con cuidado, no quiero que te rompas nada.
- Gracias- Exclamé mientras ella se hacía a un lado para que yo pudiera entrar por la ventana.
Me sujeté a un ladrillo que sobresalía de la pared e impulsándome hacia arriba escalé unos dos metros del suelo hasta llegar a la ventana.
Mari me dió la mano para ayudarme a entrar y después cerró la ventana.
- Tienes que dejar de hacer estas cosas- Me dijo a modo de reproche.
- ¿Quién es, Marianne?- Se escuchó una voz a mis espaldas.
- Hola Mike- Susurré al hombre de pelo gris que salía del dormitorio mientras me miraba con un ojo abierto y otro cerrado.
- Ah, hola pequeña ¿A la terraza?- Dijo con una sonrisa cómplice.
Asentí ante su pregunta.
- Bueno, siento haberos molestado una noche más- Dije dándoles un beso a cada uno de mis tíos mientras abría la puerta del mini apartamento.
-Sabes que no molestas Alex- Dijo Mike con su cariño habitual.
- Buenas noches cielo, y acuerdate de volver a la cabaña antes de las seis y media- Me dijo Mari con cara de advertencia.
Ella tan maternal como siempre.
- No te preocupes, adiós- Susurré cerrando la puerta detrás de mi.
Ahora ya había pasado lo difícil, una vez dentro del edificio solo tenía que subir las escaleras hasta el último piso con cuidado de no despertar a nadie.
Cuando me encontraba ya en la última planta me acerque a la gran puerta de metal y con cuidado me deslicé fuera volviendo la puerta de tal modo que desde dentro parecía cerrada.
Caminé hasta mi sitio, que se trataba de un pequeño banco de piedra color blanco situado en el lugar más alejado de toda la estancia, y me tumbé en él con la cabeza sobre la pequeña almohada que guardaba allí bajo el banco.
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Alexia
Teen FictionAlex, una chica normal dentro de lo que cabe. Con un carácter un tanto impulsivo y muy dura de pelar. No muestra sus sentimientos a nadie desde que perdió a sus padres a una muy temprana edad. Desde entonces no ha vuelto a ser la misma. Hasta que un...