Cap. 34

60.8K 3.8K 625
                                    

Me incliné hacia atrás en el asiento con las manos en alto.

- ¡Por fin!- Exclamé bostezando.

Lo sé, nada femenino... Pero ¿Qué importa?

Isaac me miró sonriendo.

- Por fin- Repitió.

Llevábamos toda la tarde haciendo el trabajo y al fin, cinco horas y más de una taza de café después habíamos terminado.

Le miré devolviéndole la sonrisa. A parte de todo el cansancio había merecido la pena pasar un tiempo con él. No dejamos de reírnos y gastarnos bromas mutuamente y eso lo hizo mucho menos pesado.

Cada día disfrutaba más de su compañía.

- Bueno señorita, ¿Qué hacemos ahora que ya hemos terminado el trabajo?- Preguntó apagando el ordenador.

- No tengo ni idea- Respondí levantándome de la silla y tumbándome boca arriba en su cama.

Él me siguió sentándose a mi lado. Yo miraba el techo distraída pero eso no duró mucho tiempo ya que enseguida noté su mirada puesta en mí. Llevé mis ojos a los suyos e incliné la cabeza.

- ¿Por qué sonríes?- Le pregunté incorporándome.

Él sólo se encogió de hombros pero no apartó la mirada de mí. Pasaron unos dos minutos y yo ya me empezaba a incomodar. Aparté la vista de sus ojos.

- Deja de mirarme- Dije tapando mi cara con las manos a la vez que sentía mis mejillas arder.

- ¿Te pone nerviosa que te mire?- Preguntó ensanchando su dichosa, tierna y malditamente preciosa sonrisa.

¿Enserio acabo de pensar eso?

Me destapé la cara de inmediato.

- Claro que no- Le dije intentando sonar segura.

Elevó una ceja mientras soltaba una enorme carcajada.

- ¿Y por qué te sonrojas?- Volvió a preguntar elevando las cejas.

Lo miré fusilándolo con la mirada. ¿Qué le ha dado? No me gusta que me avergüencen así que fingí estar enfadada.

- Déjame- Dije levantándome de la cama.

- Vamos Alex.

Antes de que pudiese dar un solo paso sentí su mano sujetándome del brazo. Tiró de mí haciendo que cayese de nuevo en la cama está vez un poco más cerca suyo.

- No te enfades- Me pidió con cara de cachorrito abandonado poniéndome un mechón de pelo tras la oreja- Ya te dije que estás muy tierna cuando te sonrojas- Dijo con dulzura.

Condenado. Pensé. Que me dijera eso sólo sirvió para que mis mejillas ardiesen todavía más.

Era demasiado tierno.

- Y yo ya te he dicho que no digas bobadas- Le dije con la voz muy baja.

Sonrió acercándose a mí.

- No son bobadas.

- Eres un cursi- Le dije mordiendo mi labio por los nervios que comenzaban a crecer en mi estómago.

Se acercó más.

- A las chicas les suele gustar eso- Susurró agachado su cabeza ya que era bastante más alto que yo.

Eso hizo que nuestras narices chocaran con delicadeza.

- Puede- Le susurré en respuesta.

Él elevó las cejas.

AlexiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora