Cap. 17

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Cerré el grifo de la ducha y estiré mi mano para poder alcanzar la toalla.

Cuando ya estuve fuera me acerqué al espejo y miré mi reflejo detenidamente.

Me sentía extraña, mi vida había cambiado mucho en muy poco tiempo y todavía no terminaba de creermelo. Sentía como si todo esto no fuese real, de un momento a otro, habia dejado atrás mi vida tal y como la conocía para empezar de cero, en otro lugar rodeada de otra gente y tenía miedo. Vaya, últimamente ese sentimiento esta muy presente en mí. Pensé con ironía. Estaba realmente aterrada ya que cuando me dieron la noticia me prometí a mi misma no dejar que nadie se acercase a mí, quería que el tiempo pasase volando y poder asi, salir de esta casa.

Reí ligeramente ante ese recuerdo.

De verdad me había propuesto no acercarme a nadie ni dejar que se me acercasen y aunque me negara a admitirlo, hacia ya tiempo que había roto la promesa que yo misma me hice. Tenía gente que se preocupaba por mí y yo comenzaba a sentir cariño hacia esas personas que me rodeaban, era una sensación extraña pero agradable y eso provocaba que sintiera todavía más miedo ¿Qué pasaría si ahora perdiera todo lo que estoy comenzando a querer?. Esa pregunta rondaba por mi mente sin despegarse de mis pensamientos ni un segundo.

Suspiré resignada sacudiendo la cabeza intentando alejar esos pensamientos de mi mente y me di la vuelta saliendo del baño.

Me acerqué al vestidor y me puse un pijama cualquiera, después volví al baño y tras secarme el pelo lo sujeté haciendo una trenza llevandome todo el cabello al lado izquierdo. Miré mi reflejo de nuevo, y pensé en ellos y en como sería todo si no se hubieran ido. Al fijarme en el espejo, observé si tenía algún parecido con ellos y sin duda lo tenía. Mi pelo era de un color castaño rojizo, como el de mi madre y mis ojos grises eran la copia de los de mi padre al igual que el resto de mí. Los hecho de menos.

Llevé involuntariamente mi mano al collar que Mike me había dado antes de irme, pasando mis dedos delicadamente por la inscripción y un gran nudo se fue formando en mi garganta. Mierda Alex, no puedes llorar. Apreté mis labios con fuerza. tengo que dejar de pensar.

Salí de nuevo del baño y esta vez me tumbé en la cama con el móvil entre las manos. Marqué y aguardé pacientemente a que contestaran mientras escuchaba los pitidos. Al tercero la voz de Carmen se hizo presente, sonreí.

- ¿Diga?- Preguntó, sonaba como si acabara de levantarse.

- ¿Te he despertado?- Dije en voz baja.

- ¡Alex! Oh, no importa, me alegro de oirte ¿Que tal estas?

Al escucharme su voz cambió repentinamente, ahora parecía como si el sueño que antes tenía se hubiese ido de golpe.

- Estoy bien, ¿Qué tal todo por ahí?

- Todo bien, como siempre- Hubo un silencio y tras unos segundos volvió a hablar- Cuentame, ¿que tal llevas el cambio?

- Bien- Le dije simplemente, ¡gran mentirosa! me reprendió mi subconsciente- Todo es...perfecto- Añadí después suspirando. Y es que era verdad ahora parecía todo perfecto. Tenía una familia, amigos, estaba estudiando en condiciones.. y ahí estaba el problema, La perfección no existe.

- Mientes- Me dijo exactamente igual que mi subconsciente, con tono de enfado- Te conozco Alex, algo no va bien ¿Qué ocurre? Sabes que puedes contarmelo.

Pasé dos horas hablando con ella contándole como me sentía, desahogandome y ella escuchó en todo momento y me aconsejó. "Tienes que dejarte querer" dijo y en ese momento noté su sonrisa al otro lado del teléfono. Eso mismo me había dicho en el campamento cuando eramos niñas y yo me alejaba del resto.

AlexiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora