Cap. 18

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Sólo se escuchaba el ruido de los coches pasando a nuestro lado y el murmuro de algunas personas que ya andaban por las calles. No quedaba nada para que amaneciese.

La gente me observaba de pies a cabeza, cuando pasaba por mi lado y yo cada vez estaba mas molesta ¿Tenía monos en la cara?

- ¿Por qué me miran así?- Le susurré a Ed cuando ya no soportaba las miradas de la gente.

Él giró su cabeza hacia mi. Estaba sonriendo divertido. ¿Qué le hace tanta gracia? Me miró atentamente y después volvió a mirar al frente.

- No tengo ni idea- Dijo y después apretó los labios intentando reprimir una carcajada que al final salió haciendo que lo mirase enfadada.

- ¿Por qué narices te ríes?- Le dije elevando la voz. Me miró de reojo.

- Me gusta tu pijama.

- ¿Qué demonios...? Oh, mierda- La voz se me fue apagando hasta que solo fue un simple susurro.

La sangre subió a mis mejillas y miré mi atuendo.

Los pantalones eran rosas de pijama con pingüinos y encima la sudadera escondiendo la camiseta de tirantes color azul. Miré a Edward e inmediatamente me puse tras él en un intento estúpido de esconderme de las miradas de la gente. ¿Cómo no me había dado cuenta?

Apoyé mis dos manos en sus hombros y mi frente en su espalda cerrando los ojos muerta de la vergüenza. Noté como todos sus músculos se tensaban y después lo escuché hablar.

- Alex, te ven de todos modos- Dijo en voz baja y ¿dulce?

- Vamos a alguna tienda- Le dije también en voz baja- Necesito cambiarme.

Paró y se dio la vuelta poniéndose frente a mi.

- Llevas todo este rato así, solo quedan unas manzanas y llegaremos a casa. ¿Qué importa?

- ¡Importa mucho!- Grité y al darme cuenta de mi elevado tono, baje la voz- Por favor, no puedo andar así.

Ed suspiró rindiéndose. Qué fácil ha sido. Pensé sonriendo para mis adentros.

- Bien, el problema está en que no creo que haya ninguna tienda abierta a primera hora de la mañana- Miró a nuestro alrededor intentando encontrar algún sitio donde poder comprarme ropa.

Yo imité su gesto.

- ¿No conoces ningún sitio que abra las veinticuatro horas?- Pregunté mordiéndome el labio.

Cada vez había más gente en la calle y yo lo estaba pasando cada vez peor. Se rascó la barbilla pensativo.

- Vamos, creo que podemos encontrar algo en un lugar que hay aquí cerca- Dijo sujetandome la mano y comenzando a andar.

¿Sujetandome la mano? Miré asustada nuestras manos entrelazadas mientras íbamos esquivando a las personas y luego levanté mi vista a su rostro. Él miraba al frente con tranquilidad.

Giramos en una calle parando frente a una pequeña tienda y entramos haciendo sonar una campanilla que había sobre puerta.

No era muy grande pero la ropa que había estaba bien. Andamos por uno de los pasillos cuando una voz sonó a nuestras espaldas haciéndonos girar.

- ¿Os puedo ayudar en algo?- Preguntó una chica sonriéndonos.

Era joven, alta, vestía una falda demasiado corta para mi gusto y una camiseta un tanto estrecha. Llevaba unos tacones altísimos haciendo que sus piernas de modelo se notasen todavía mejor y llevaba el pelo suelto que le caía sobre los hombros.

AlexiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora