Me desperté al sentir como algo me acariciaba la cara.
Antes de conseguir abrir los ojos estiré mi cuerpo como solía hacer el gato de Carmen en el campamento sintiendome más despierta.
Primero abrí un ojo pensando que anoche se me habría olvidado bajar la persiana y que entraría mucha luz pero fue todo lo contrario, todo estaba a oscuras y apenas se podía distinguir nada en la habitación.
Sam habrá bajado la persiana.
Pensé abriendo el otro ojo y bajando de la cama con cuidado.
Busqué con la mano el interruptor de la luz que tenía junto a mi cama para no tropezar en el camino pero no logré alcanzarlo y antes de que pudiese hacer nada algo se movió delante de mí consiguiendo que mi respiración se acelerase.
Di un paso un tanto asustada, se escuchó un ladrido y algo saltó encima de mí haciendo que volviese a caer sobre la cama.
¿Un perro? Yo no tengo perro.
Mis ojos ya acostumbrados a la poca luz que había pudieron distinguir la silueta de un perrito a mi lado que me miraba expectante.
Así que era él quien me estaba acariciando la cara.
- ¿Y tú de dónde has salido?- Le pregunté extrañada.
Como si me hubiese entendido el perro volvió a ladrar.
- Vamos a preguntarle a Cristian por qué estás aquí ¿vale?
Me levanté de la cama y chasqueé los dedos para que me siguiera.
Caminé hasta la puerta, que distinguí gracias a una rajita de luz que entraba bajo ella, con el perrito a mi lado.
Respiré profundamente, ¿Por qué mi cuarto tenía este olor tan delicioso de repente?
Encendí la luz gracias a un intertuptor que había junto a la puerta y ahí fue cuando me di cuenta de lo que pasaba.
- Esta no es mi habitación- Dije sorprendida mirando todo a mi alrededor.
En ese momento empecé a recordar lo que había pasado, estaba en casa de Isaac.
La habitación, que antes estaba desordenada, ahora parecía otra.
Todo estaba en su lugar bien puesto y ordenado.
Miré hacia abajo cuando el perrito que estaba a mi lado me tocó la pierna.
Era pequeñito y de color marrón con dos manchas blancas en el costado.
- ¿Cuanto he dormido?- Dije cojiendolo en mis brazos.
Salí de la habitación apagando la luz detrás de mí y comencé a andar por aquel pasillo sin saber muy bien hacia donde ir.
Al pasar junto a un baño vi mi reflejo en el espejo.
¿Esa soy yo? ¿Qué demonios le ha pasado a mi cara?
Corrí dentro del aseo y me miré asustada.
La coleta estaba totalmente desecha, tenía el pelo enredado y mi cara, como cada vez que me despertaba era la de un zombie.
Respiré hondo buscando con mis ojos algo con lo que poder remediarlo pero no tenía nada a mi alcance.
- Espera un momento, haber que puedo hacer- Le dije a la cosita que había entre mis brazos.
Lo dejé en el suelo un momento para poder por lo menos, lavarme la cara.
Después de tener la cara limpia solté del todo mi cabello peinandolo con mis dedos y más o menos conseguí dejarlo decente.
Pellizqué mis mejillas consiguiendo un tono más rosado en ellas quitando así la apariencia de muerto viviente y finalmente me enjuagué la boca con agua, no quería tener mal aliento.
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Alexia
Teen FictionAlex, una chica normal dentro de lo que cabe. Con un carácter un tanto impulsivo y muy dura de pelar. No muestra sus sentimientos a nadie desde que perdió a sus padres a una muy temprana edad. Desde entonces no ha vuelto a ser la misma. Hasta que un...