En ocasiones las personas somos tan egoístas, infantiles e incluso absurdas, que no nos damos cuenta de que en esta vida no solo existimos nosotros mismos.
Hay personas que se levantan todas las mañanas en un mundo en el que piensan que no pintan nada, se sienten solos, abandonados, incomprendidos y aun así tienen la fuerza para mirarte y dedicarte una sonrisa que aunque a ellos no les sirva de nada es posible que mejore tu día y lo cambie por completo.
Me encontraba sentada en el suelo de mi habitación, sobre la suave y gruesa alfombra blanca, mirando la televisión pero sin ver realmente lo que estaban echando.
Ya llevaba como quince minutos en la misma posición, con las piernas cruzadas y mis manos sobre las rodillas. Pensando y pensando como hacía siempre.
Pero esta vez no pensaba en lo “miserable" que era mi vida, si no en lo afortunada que era de tenerla.
Y todo se debía a lo sucedido en casa de Isaac. Fue todo lo que me contó de su vida y todas las cosas que me dijo las que me hicieron darme cuenta de que estaba cometiendo un grave error al juzgar siempre mi vida como lo hacía. A rechazar el cariño que los demás me ofrecían y al compadecerme de mi misma constantemente como una idiota.
-Flashback-
- No, solo quiero que me abraces. Solamente necesito sentir que no estoy solo.
Algo se movió en mi interior al escucharle decir esto. ¿Así era como se sentía? Lo abracé todavía más fuerte.
El silencio se hizo entre nosotros. Quería decirle que no estaba solo, que yo estaba ahí con él. Pero no dije nada, si él no quería hablar no hablaríamos.
Me separé de él y lo cogí de la mano conduciéndolo hasta el sofá donde nos sentamos.
Dejé que el apoyase su cabeza en mis rodillas como solía hacer Javi y me dediqué a pasar los dedos por su cabello.
No se cuanto tiempo estuvimos así, él con los ojos cerrados y yo transmitiéndole mi apoyo en silencio.
En algún momento, dejó escapar alguna lágrima que se tapaba rápidamente con el brazo.
Pasaron los minutos. Él se puso mirando al techo y entonces comenzó a hablar.
- Hace unos meses, yo tenía una familia normal. O eso creía. Todos los días cuando me despertaba mis padres estaban desayunando juntos, como una pareja normal. Mi hermana me llamaba todos los días desde la universidad y nos pasábamos horas hablando. Yo era feliz.
Suspiró. Me atreví a hablar por un momento.
- ¿Qué pasó?- Dije con voz baja.
- Un día cuando llegué del instituto mi madre...
Paró de hablar. Sus ojos reflejaban mucho dolor y yo casi no podía mirarlos. El corazón le latía muy fuerte.
- Isaac, no hace falta que me lo cuentes...
- No. Quiero hacerlo. Necesito que alguien me escuche.
- Bien-No dije nada más hasta que terminó de hablar.
- Fin de flashback -
Me contó como había llegado a casa y como vio a su madre llorando en el suelo con un golpe en la mejilla. Me explicó lo impotente que se sintió al ver a su padre bajando con su maleta las escaleras con una mujer que no era su madre agarrada del brazo. Las gana que tuvo de matarlo. Como su propio padre le miró con desprecio y se fue como un cobarde dejándoles a su madre y a él ahí tirados. Los días de sufrimiento que pasó cuando su hermana llegó de la universidad y tuvo que contarle lo sucedido. Soportó la depresión de su madre y el alejamiento de su hermana. Trabajó por la noche durante un mes y todo el dinero conseguido lo gastó en pagarles un viaje a su madre y a su hermana para que cuando este acabó no se dignaran a volver. Y una vez más su familia lo abandonó y él aun así me ayudó y me cuidó regalándome sonrisas todos los días. Este chico tiene ganado el cielo.
ESTÁS LEYENDO
Alexia
Teen FictionAlex, una chica normal dentro de lo que cabe. Con un carácter un tanto impulsivo y muy dura de pelar. No muestra sus sentimientos a nadie desde que perdió a sus padres a una muy temprana edad. Desde entonces no ha vuelto a ser la misma. Hasta que un...