Cap. 38

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Fue como si el mundo se detuviera.

Abrí los ojos de inmediato encontrándome con los suyos cerrados.

Estábamos muy muy cerca, sus manos rodeaban mi cintura y las mías estaban sobre sus hombros. Comenzaba a ponerme nerviosa.

- Yo no te voy a dejar sola. Lo prometo- Dijo abriendo los ojos finalmente y buscando mi mirada.

El corazón se me iba a salir del pecho. No podía articular palabra sólo mirarlo con asombro.

Mi madre me juró lo mismo.

Llevé mi mano hasta su mejilla y pasé mis dedos delicadamente. Él cerró de nuevo los ojos ante mi tacto. Estábamos tan cerca que nuestras respiraciones estaban acompasadas.

Sonreí.

- De verdad, me encantaría creerte- Le dije con un deje triste en la voz y al instante me separé de él.

Sentí como mi estómago me dolía por dentro pero aún así me las arreglé para caminar hasta el baño intentando no mirar hacia atrás.

- Voy a darme una ducha...- No recibí respuesta- Gracias por todo- Y dicho esto entré al baño y cerré la puerta apoyando después mi espalda sobre ella.

Me había costado escuchar eso. En un momento hasta llegué a creérmelo pero....No puede ser. Era Ed, de todas las personas que conocía era en el que menos me fiaba.

Porque sabes que es el que más daño es capaz de hacerte.

Me susurró una voz interior.

Intuitivamente negué con la cabeza. No. Definitivamente me estaba volviendo loca.

- Narrador secundario -

Cerré los ojos el mismo momento en el que sentí el roce de sus dedos sobre mi piel.

Juro que en estos momentos era como si no existiera nada más. Quedaban atrás todas las peleas, todas las malas miradas todo. Éramos como dos personas diferentes a las que solíamos ser frente a la gente.

- De verdad, me encantaría creerte- Dijo.

Toda la nube que se había formado se rompió de golpe.

Abrí los ojos inmediatamente después de que sus dedos dejasen de tocar mi piel. Y ella simplemente se fue. Como si nada de lo que le había dicho le importase.

- Voy a darme una ducha...- Dijo tranquilamente, se paró sin darse la vuelta en la puerta del baño. No respondí así que continuó- Gracias por todo- Después de eso sólo escuché la puerta del baño cerrarse.

Sentí un dolor en el pecho muy inusual.

¿Qué mierda?

Comencé a respirar con fuerza. Acababa de quedar como un verdadero idiota.

Llevé mis manos a mi cabeza con frustración. ¿Por qué no me creía?

El dolor del pecho no cesaba. No llegaba a entender como después de decirle algo como esto ella se lo tomó como una mísera broma.

Me di la vuelta dispuesto a irme y cerré con un portazo la puerta de su habitación.

Tienes que alejarte de Alex, ella no es buena para ti.

Una vez frente a la puerta de entrada me puse la chaqueta y la abrí para salir. Pero no pude ni pisar el porche.

No podía dejarla sola, estaba enferma si le pasaba algo no me lo perdonaría.

AlexiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora