Capítulo 47

353 36 14
                                    

-Y entonces ese día me preguntó si me quería ir a vivir con él y le dije que no estaba lista, creo que eso fue lo que lo enojó -le dijo Clara a la Turca ese domingo, desayunando sentadas en la cama.

Habían pasado dos meses desde que Jorge le preguntó si se quería ir a vivir con él. Dos meses de histeriqueo, de idas y vueltas, de alejarse.

-¿Por qué me contas esto recién ahora? -preguntó la Turca indignada y se hizo una tostada con mermelada.

-Porque me ibas a retar... -dijo Clara en un tono inocente.

-¡OBVIO QUE TE IBA A RETAR! -gritó la Turca- ¿Cómo no le iba a sonreír a la psicopedagoga esa si vos sos una lerda del año cero?

-Bueno, pero no la nombres más a la psicopedagoga, ya terminó con la suplencia y la verdad es que la mina en ningún momento le tiró onda.

-Ay, ninqui li tiri indi -decía la Turca burlándose- ¡LE HABLABA ASÍ DE CERCA! -decía acercando su tostada a sus labios.

Se hizo un silencio extenso. Clara trataba de entender a Jorge, pero es complicado entender al otro cuando no te podés entender ni a vos mismo.

-Mañana voy a tratar de hablar con él -dijo finalmente.

El resto del domingo lo pasaron en la cama, comiendo helado, viendo películas románticas y haciendo todas esas cosas que las mujeres hacemos cuando todo tiene mala pinta.

Lunes. Eran las 6.30 am cuando el despertador sonó. Clara salió de la cama y observó a su amiga que roncaba cual hipopótamo con broncoespasmo. Igual la quería.

Cuando llegó al convento, se hizo un café en sala de profesores y se dirigió al aula de Pedro. Tenía clase de catequesis con ese curso en la primera hora. Tras un "buenos días" que fue respondido por un cuarto de curso, comenzó a tomar lista.

-¿Arévalo?

-Presente -decía sin ganas el alumno.

-¿Barrionuevo?

-Presente -contestaba otro por el fondo.

-¿Correa?

Nadie contestaba.

-¿Correa...? -dijo nuevamente y levantó la vista. No, Pedro no estaba.

Terminó de tomar lista y comenzó con la clase. Estaba leyendo un versículo de la Biblia en voz alta, cuando el alumno Correa entró al aula.

-Pedro... -dijo Clara y se saludaron con un beso en la mejilla- ¿pasó algo?

-Sí, mi papá pasa. Estoy cansado de decirle que no se quede laburando hasta tan tarde porque después no lo levanta nadie para traerme al colegio.

-Entiendo, de hecho veo en el temario que tenés varias llegadas tarde. Te estás comiendo muchas medias faltas y no está bueno eso -contestó Clara.

-Lo sé, pero él no lo entiende -dijo Pedro.

-¿Me podrías dar, por favor, tu libreta de comunicaciones?

Pedro sacó la libreta de su mochila, se la entregó y se fue a sentar a su respectivo banco.

Clara abrió la libreta en la sección de comunicados, puso la fecha y escribió: "Sr. Correa: le solicito una cita para mañana luego de las 15hs para hablar acerca de cuestiones académicas de su hijo. Firma: Clara Anselmo, profesora de Catequesis."

El día siguió en su curso normal, Clara dio clases toda la jornada y al llegar a su casa tenía un whatsapp de Jorge, que por cierto, había sacado la foto de perfil que tenía de ambos y puso una en la que estaba él sólo. El mensaje decía: "no hace falta una nota en el cuaderno de mi hijo si querés hablar conmigo." Y Clara no le contestó. Así es, Clara hizo algo tan terrible como eso que todos conocemos y hacemos de vez en cuando: clavar visto.

Al día siguiente en la reunión, una vez que ambos se sentaron a hablar en un aula vacía, Jorge empezó por ser él quien tirara el primer palo.

-Me parece un poco tonto tener que venir a hablar con vos al colegio. Digo, tenés mi número y sabés donde vivo.

-Lo sé Jorge -respondía Clara con clase- pero hay formalidades que la institución me obliga a respetar. Te pedí que vinieras por Pedro, no por mí.

-Muy bien, decime entonces.

-Está llegando tarde últimamente y eso le hace acumular faltas. Me comentó que vos te quedas trabajando hasta tarde y después no te podés levantar para traerlo. Y ya que todavía no lo dejas venir sólo, me gustaría pedirte un poco más de compromiso con este asunto.

-Está bien, tenés razón -dijo Jorge- ¿Hay algo más que me quieras decir?

-Es un tema que deberíamos hablar fuera del colegio, pero ya que estamos voy a aprovechar -decía Clara apoyándose en el respaldo de la silla- No dejé los hábitos por que sí, los dejé por vos. Para mí es difícil hacer todos estos cambios. ¿Para vos, tan difícil es esperarme un poco?

-Clara, yo te amo. Te amo como nunca amé a nadie. Pero no me vengas a hablar de esperar, porque te esperé veinte años -respondió Jorge.

Clara se levantó y lo besó.

-Los veinte años no pasaron sólo para vos, para mí también pasaron -le dijo tomando su rostro con las manos.

-A eso voy. Pasó mucho tiempo para que hoy tengas tantos miedos e inseguridades -decía Jorge- está todo bien. Yo también te amo y te respeto. Pero mientras tanto, hagamos como dicen los adolescentes. Vos por tu camino y yo por el mío.

Pero lo que Jorge no sabía, es que hay caminos que se cruzan.

El hábito de amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora