Capítulo 28

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Habían pasado algunas semanas y Jorge y Clara se veían cada vez con más frecuencia.

Quererse va más allá de lo que puede salir de nuestras bocas. Y ahí es cuando empiezan a entrar en juego los actos.

Era tarde, y todos dormían, pero Clara no podía conciliar el sueño. Tenía un vaso con agua en la mesita de luz. Lo miró fijo como intentando encontrar un remedio para el insomnio pero no hubo caso.

Sentada en la cama, giró la cabeza y se miró en el espejo. El resplandor de la luz de afuera que entraba por la ventana, le iluminaba el perfil. Su reflejo le delataba que habían volado los años, y aún existían verdades intactamente guardas.

¿Culpa? Sí. Y miedo también. Porque cuando se trata de mirar hacia adentro y hacernos cargo de lo que somos, lo que hacemos y lo que nos pasa, volvemos la mirada hacia afuera como si en verdad nada ocurriera. A veces creo que nos queremos muy poco. Para evitar realidades somos mandados a hacer.

Decidió recostarse nuevamente, por lo que se tapó y cerró los ojos. Pero de un momento a otro, escuchó un ruido extraño. Abrió los ojos y observó cómo la ventana de su habitación se abría.

Era Jorge, entrando cual espía en una súper misión secreta. Clara se puso de pie y cuando Jorge logró entrar se tambaleó un poquito.

-Hola mi amoooor -dijo Jorge inclinándose un poco para el costado.

-¿Vos estás bien? -preguntó Clara que no entendía el comportamiento de Jorge.

-¿Yo? ¿En serio me preguntas? -decía Jorge torciendo la boca- Yo estoy bien.

Clara se acercó e instantáneamente lo olfateó para corroborar que lo que estaba pensando era acertado.

-Bien borracho estás -dijo Clara con un tono de lamento.

-Callate, ezto ez por amorl -decía Jorge intentando modular.

-¿Entrar ebrio a la habitación de una religiosa te parece un acto de amor? -preguntó Clara enojada.

-Es que te eztraño. Y tomar y eztrañar me llevó a venil.

Clara respiró hondo e intentó contenerse. Su vocación estaba en juego y aunque a Jorge lo amaba, no podía permitir que se quedara.

-Vos sabés que yo a vos también te amo, pero no puedo dejar que te quedes. Ya vengo, te voy a pedir un remis.

-No, no, no -dijo Jorge haciendo pucherito- yo me quedo acá a dormir con vos.

-¡¿Vos estás en pedo?!

-¿Y a uste que le pareshe? -dijo Jorge sacándole la lengua.

-Pero tenés que entender que...

-Nada, no tengo que emtemder nada -decía Jorge- esa bata te queda hedmosa.

-Ay Jorge por favor...

-Ay jirji pir fivir... -dijo burlándose. -Te falto el si ini riligisa.

Clara se tapó la boca para poder contener la risa.

-Veni, vamos a dormir Cla -dijo Jorge tomándola de la mano y llevándola a la cama de una plaza. Se acurrucó como un bebé y Clara lo tapó.

-Te prometo que me porto bien y no te toco.

-Más te vale Correa.

Clara le dio un beso y le susurró un "buenas noches al oído".

No quería dormirse. Planeaba despertarlo en una hora y mandarlo a la casa. Pero como las cosas llegan cuando uno menos las busca, el sueño la pasó a visitar y se quedó dormida.

Sonó la alarma. Un nuevo día comenzaba en el convento Santa Rosa. Clara, ante esto, comenzó a zamarrear a Jorge desesperada.

-¡Despertate! ¡Jorge, dale!

-Uy no, ¿qué hago acá todavía?

-Nos quedamos dormidos. Bah vos te dormiste del pedo que tenías y yo me quedé dormida y no te desperté -respondió Clara.

-No te la puedo creer -dijo Jorge al salir de la cama.

-Dale, vení que te voy a abrir la puerta.

-No sabés como me duele la cabeza.

-Me imagino, no sabés cómo estabas anoche.

-Tan mal no estaba -decía Jorge- me porté como un hombre decente. Mirame, amanecí vestido -le dijo guiñándole un ojo.

Clara se puso colorada y miró hacia abajo.

-Bueno, salí por atrás y que no te vea nadie.

-Está bien, chau Cla. Fue lindo dormir con vos. Dormir así como suena, del modo más inocente.

Se sonrieron y Clara abrió la puerta de la habitación.

¡Sorpresa! La madre superiora con su peor cara estaba parada del otro lado.

-No hace falta que se escape por la puerta de atrás Correa, salga por la principal. Y a vos Clara, te espero en mi despacho -dijo Concepción y se retiró.

El hábito de amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora