Capítulo 43

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Sonó el timbre y la Turca apagó el televisor. Se levantó con una pesadumbre incontrolable, dejó el control remoto sobre la mesa y abrió la puerta.

-Hola -dijo Clara que estaba vestida de civil y con un bolso en la mano.

-Hola señora, perdón, pero no tengo nada para darle -dijo la Turca y cerró la puerta. El timbre volvió a sonar.

-Ya le dije que no tengo nada señora -decía la Turca al abrir nuevamente la puerta- ¿por qué no va al convento que está por acá cerca? Seguro la pueden ayudar, le hago el contacto con una amiga monja que vive ahí.

-Soy yo, estúpida -dijo Clara revoleando los ojos.

-¡¿CLARA?! ¡¿SOS VOS?! ¡¿AR IU TOKIN TU MI?! -gritó la Turca haciendo innumerables gestos con las manos y abriendo los ojos exageradamente.

La única respuesta que tuvo Clara fue un suspiro y un movimiento de cabeza. La Turca la hizo pasar y una vez adentro, se quedaron paradas en medio del comedor.

-Decime que dejaste la vida religiosa, por el amor de Dios y María santísima -dijo la Turca con las manos en el pecho.

-Sí, dejé la vida religiosa -respondió Clara.

-¡Al fin querida! -exclamó la Turca- yo no te lo quería decir, pero ese hábito no te favorecía. ¡Mirá, mirate! Mirá las gomas que te hace esa camisa, no te la puedo...

-¡TURCA! -dijo Clara como retando a su amiga- No es la camisa, es el corpiño.

-Tengo una remera que te va a hacer más gomas todavía -decía la Turca.

-¿Más todavía? ¿No es como much...? ESPERÁ, HABLEMOS DE LO IMPORTANTE -se autointerrumpió la ex religiosa- ¿Ves ese bolso que está ahí? -le preguntó a la Turca y esta asintió- bueno necesito que me dejes quedarme, al menos hasta que consiga algo.

-Obvio que podés quedarte, y todo el tiempo que quieras. Pero hay algo que no me cierra... ¿Qué te llevó a tomar semejante decisión de un momento para el otro? -preguntó la Turca.

-Jorge -respondió sin vueltas Clara.

-¡No me jodas! ¿Te imaginas haber dejado todo y que el chabón no te de ni la hora? Me cago de ris... Digo, sería un despiadado.

-Si lo dejé por él es porque es un tema hablado. Estamos juntos -decía Clara- anoche dormí en su casa.

La Turca pegó un grito ensordecedor y corrió hasta los sillones para comenzar a revolear los almohadones que poco combinaban con la decoración del ambiente.

-¡Para un poco, qué hacés loca! -decía Clara intentando agarrar los almohadones.

-¡FESTEJO! ¡DOS ALMAS CORRESPONDIDAS, UNIDAS NUEVAMENTE! ¡ES UN HECHO DIGNO DE SER CELEBRADO! -gritó la Turca en respuesta.

Clara comenzó a reír a acomodar los almohadones. Su amiga estaba loca. Pero hay locuras que son hermosas.

Sonó el timbre. La Turca puso una cara de desconcierto porque no esperaba a nadie. Caminó hasta la puerta y la abrió. Era Jorge.

-¡Fideo! ¿Cómo va? -decía la Turca al saludarlo- vení pasa.

-No, no, te agradezco Turquita, me tengo que el ir volando al laburo -respondió Jorge- sólo quería saber si Clara estaba acá.

-Sí, sí, dame un segundito eh... ¡CLAAARAAA, TE BUSCA LA CANAAA! ¡DIGO, JOOORRRGEEE!

Clara no tardó en llegar a la puerta.

-Hola hermosa -dijo el subcomisario derritiéndose ante la imagen de esa mujer que le había robado el corazón hacía ya más de veinte años.

-Hola bonito -dijo Clara y se acercó para besarlo.

-JOR-GE Y CLA-RA, UN SÓLO CORAZÓN -cantaba la Turca a los gritos- SE DAN UN PIQUITO Y SE DICEN AMOR -seguía mientras saltaba en círculos.

-Veo que ya sabe que estamos juntos -decía Jorge.

-Sí, me hace acordar a cuando me besaste por primera vez en el secundario y se lo conté en el baño del colegio. Tremenda -dijo Clara.

-Infumable -siguió Jorge- pero igual la queremos, ¿no?

Ambos rieron. La Turca se calmó un poco para dirigirse a Jorge.

-Tengo una idea -dijo- voy a preparar una cena para esta noche, a las nueve te quiero acá Fideo.

-Dale, me encantó -respondió Jorge- ¿qué querés que traiga?

-Ay tonto, nada... -respondía la Turca- mentira, traete un vinito.

Se despidió de Jorge y se fue para adentro así los dejaba un momento a solas.

-Pasé por el convento y me dijeron que ya te habías ido -dijo Jorge.

-Sí, armé el bolso y me vine para acá. Ya dejé los hábitos, definitivamente.

Jorge se acercó un poco, le tomó el rostro con las manos y la miró fijamente.

-Gracias por dejarlo todo por mí -dijo Jorge.

-Dejé todo para tenerlo todo -respondió Clara.

Se besaron. Se dijeron cuánto se querían. Se acariciaron los rostros mientras se miraban fijamente. Se despidieron.

El hábito de amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora