Sonó el timbre y la Turca apagó el televisor. Se levantó con una pesadumbre incontrolable, dejó el control remoto sobre la mesa y abrió la puerta.
-Hola -dijo Clara que estaba vestida de civil y con un bolso en la mano.
-Hola señora, perdón, pero no tengo nada para darle -dijo la Turca y cerró la puerta. El timbre volvió a sonar.
-Ya le dije que no tengo nada señora -decía la Turca al abrir nuevamente la puerta- ¿por qué no va al convento que está por acá cerca? Seguro la pueden ayudar, le hago el contacto con una amiga monja que vive ahí.
-Soy yo, estúpida -dijo Clara revoleando los ojos.
-¡¿CLARA?! ¡¿SOS VOS?! ¡¿AR IU TOKIN TU MI?! -gritó la Turca haciendo innumerables gestos con las manos y abriendo los ojos exageradamente.
La única respuesta que tuvo Clara fue un suspiro y un movimiento de cabeza. La Turca la hizo pasar y una vez adentro, se quedaron paradas en medio del comedor.
-Decime que dejaste la vida religiosa, por el amor de Dios y María santísima -dijo la Turca con las manos en el pecho.
-Sí, dejé la vida religiosa -respondió Clara.
-¡Al fin querida! -exclamó la Turca- yo no te lo quería decir, pero ese hábito no te favorecía. ¡Mirá, mirate! Mirá las gomas que te hace esa camisa, no te la puedo...
-¡TURCA! -dijo Clara como retando a su amiga- No es la camisa, es el corpiño.
-Tengo una remera que te va a hacer más gomas todavía -decía la Turca.
-¿Más todavía? ¿No es como much...? ESPERÁ, HABLEMOS DE LO IMPORTANTE -se autointerrumpió la ex religiosa- ¿Ves ese bolso que está ahí? -le preguntó a la Turca y esta asintió- bueno necesito que me dejes quedarme, al menos hasta que consiga algo.
-Obvio que podés quedarte, y todo el tiempo que quieras. Pero hay algo que no me cierra... ¿Qué te llevó a tomar semejante decisión de un momento para el otro? -preguntó la Turca.
-Jorge -respondió sin vueltas Clara.
-¡No me jodas! ¿Te imaginas haber dejado todo y que el chabón no te de ni la hora? Me cago de ris... Digo, sería un despiadado.
-Si lo dejé por él es porque es un tema hablado. Estamos juntos -decía Clara- anoche dormí en su casa.
La Turca pegó un grito ensordecedor y corrió hasta los sillones para comenzar a revolear los almohadones que poco combinaban con la decoración del ambiente.
-¡Para un poco, qué hacés loca! -decía Clara intentando agarrar los almohadones.
-¡FESTEJO! ¡DOS ALMAS CORRESPONDIDAS, UNIDAS NUEVAMENTE! ¡ES UN HECHO DIGNO DE SER CELEBRADO! -gritó la Turca en respuesta.
Clara comenzó a reír a acomodar los almohadones. Su amiga estaba loca. Pero hay locuras que son hermosas.
Sonó el timbre. La Turca puso una cara de desconcierto porque no esperaba a nadie. Caminó hasta la puerta y la abrió. Era Jorge.
-¡Fideo! ¿Cómo va? -decía la Turca al saludarlo- vení pasa.
-No, no, te agradezco Turquita, me tengo que el ir volando al laburo -respondió Jorge- sólo quería saber si Clara estaba acá.
-Sí, sí, dame un segundito eh... ¡CLAAARAAA, TE BUSCA LA CANAAA! ¡DIGO, JOOORRRGEEE!
Clara no tardó en llegar a la puerta.
-Hola hermosa -dijo el subcomisario derritiéndose ante la imagen de esa mujer que le había robado el corazón hacía ya más de veinte años.
-Hola bonito -dijo Clara y se acercó para besarlo.
-JOR-GE Y CLA-RA, UN SÓLO CORAZÓN -cantaba la Turca a los gritos- SE DAN UN PIQUITO Y SE DICEN AMOR -seguía mientras saltaba en círculos.
-Veo que ya sabe que estamos juntos -decía Jorge.
-Sí, me hace acordar a cuando me besaste por primera vez en el secundario y se lo conté en el baño del colegio. Tremenda -dijo Clara.
-Infumable -siguió Jorge- pero igual la queremos, ¿no?
Ambos rieron. La Turca se calmó un poco para dirigirse a Jorge.
-Tengo una idea -dijo- voy a preparar una cena para esta noche, a las nueve te quiero acá Fideo.
-Dale, me encantó -respondió Jorge- ¿qué querés que traiga?
-Ay tonto, nada... -respondía la Turca- mentira, traete un vinito.
Se despidió de Jorge y se fue para adentro así los dejaba un momento a solas.
-Pasé por el convento y me dijeron que ya te habías ido -dijo Jorge.
-Sí, armé el bolso y me vine para acá. Ya dejé los hábitos, definitivamente.
Jorge se acercó un poco, le tomó el rostro con las manos y la miró fijamente.
-Gracias por dejarlo todo por mí -dijo Jorge.
-Dejé todo para tenerlo todo -respondió Clara.
Se besaron. Se dijeron cuánto se querían. Se acariciaron los rostros mientras se miraban fijamente. Se despidieron.
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El hábito de amarte
Fiksi PenggemarLuego de estar separados por más de 20 años, el destino se hizo notar uniéndolos nuevamente.