Capítulo 55

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-Y bueno, ¡entonces me preguntó si me quería casar con él! -le dijo Clara a la Turca emocionada. Pero su amiga no mostraba mucha sorpresa.

-Lo sé, lo sé -decía la Turca que estaba sentada junto a su amiga en el departamento.

-¿Qué sabés? ¿Cómo sabías todo esto? -preguntó Clara.

-Todos lo sabíamos Clara -respondió la Turca. -¿Quién te pensás que cortó las flechitas de papel para el caminito? Casi me amputan una mano por hacer semejante trabajo.

-Qué exagerada que sos -dijo Clara.

-Bancame, ya vuelvo -dijo la Turca. Desapareció por unos segundos y cuando volvió traía una bolsa enorme que parecía muy pesada.

-¿Qué es eso? -decía Clara- ¿Te ayudo?

-No, no, vos quedate ahí -decía la Turca y de golpe tiró un montón de revistas sobre la mesa.

-¿Qué es todo esto? -preguntaba Clara.

-Es que tuve una época muy flashera en la que pensé que me iba a casar. Claro que una fuerza divina me iluminó y me di cuenta de qué tan viles son los hombres. Entonces guardé todas las revistas de vestidos de novias -dijo empezando a abrir un par- y ahora que vos te sometés a este acto tan suicida que muchos denominan "contraer matrimonio", quiero ayudarte con el vestido.

-Sos una loca linda, eh -dijo Clara sonriendo.

-Soy alguien que te quiere ver feliz -respondió la Turca.

Se abrazaron. Creo que todos tenemos una persona con la cual tenemos un lazo que resiste a todas las consecuencias y efectos de esa combinación que se da entre el destino, el tiempo y la vida. Es un lazo indestructible, inmune a toda distancia existente. Una persona que te acompaña sin importar qué tan amargo sea el momento que estás pasando. Una persona que tal vez no vemos todos los días, pero que siempre está. ¿Se te vino alguien a la mente mientras leías esto? Bueno, cuida mucho a ese alguien. El número de personas de ese estilo es reducido y limitado.

-Este te quedaría brutal -dijo la Turca mostrándole un vestido con un escote muy pronunciado y al cuerpo hasta la rodilla.

-Vos estás loca, yo no puedo entrar a la casa del señor con algo tan provocativo -dijo Clara cruzándose de brazos.

-Te juro que me da miedo que entres a la iglesia -dijo la Turca en un tono bajo y mirándola fijo.

-¿Por qué? -preguntó Clara ladeando la cabeza.

-Qué se yo. Vos siempre tuviste una gran disputa entre Jorge y Dios -decía la Turca mientras miraba otras revistas- lo único que falta es que lo dejes al pobre fideo en el altar para irte a poner el hábito.

Clara largó una carcajada.

-Eso no va a pasar, quedate tranquila -dijo.

-¿Le contaste a Bety acerca de este asunto tan digno de hacer un duelo? -preguntó la Turca hablando del casamiento como si fuese algo trágico.

-Le contamos anoche a ella y a Tambor por audio -decía Clara- se pusieron muy contentos y dijeron que van a viajar a Buenos Aires para esa fecha.

-Ah, hablando de fecha, eso te iba a preguntar. ¿Cuándo se casan? -preguntó la Turca este detalle no menor.

Se hizo un silencio. Clara se tomó unos instantes para prepararse psicológicamente para la esperada reacción de su amiga. Tomó aire, y finalmente lo dijo:

-El mes que viene.

La Turca abrió los ojos como dos ollas para cocinar paella y se agarró la cabeza.

-¿¡EL MES QUE VIENE?! ¿¡CÓMO ME LO VAS A DECIR ASÍ?! YA TENEMOS QUE DECIDIR EL VESTIDO -gritaba mientras pasaba rápidamente las páginas de varias revistas a la vez.

-Tranquila Turca, quiero algo sencillo. Algo clásico. Algo como... -decía mirando unas páginas- como este. Este quiero.

-Bueno, dejalo en mis manos -dijo la Turca quien prometió comenzar esa misma noche con la confección del vestido. -Che, ¿y Julia que dijo?

-No lo sabe todavía. Viaja a Buenos Aires en tres semanas para quedarse con nosotros un tiempo y ahí le vamos a dar la sorpresa.

-¿Qué increíble no? -decía la Turca- cómo cambió tu vida en este tiempo...

Y así era. A veces estamos encerrados en realidades que no nos pertenecen. Hay destinos erróneos, pero remediables.

El hábito de amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora