Capítulo 16

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Alguien golpeaba la puerta de la habitación. Clara, con su caja de recuerdos sobre sus piernas, indicó que pasara. Era Concepción.

Luego de entrar, la madre superiora cerró la puerta y se sentó en la cama junto con Clara.

-¿Cuándo vas a soltar esa caja, Clarita? -preguntó juntando las manos.

-Ay madre, dudo mucho que algún día lo haga. Bueno, en sí la caja la puedo soltar. Pero el pasado no me va a soltar a mí, y ese es el problema. -Clara tomó una foto de su embarazo y se la mostró a Concepción. -Mire madre -dijo con una sonrisa.

-Qué hermosa panza, me acuerdo del día en que te tomé esa foto. Hacía muchísimo calor y Julia no paraba de patear.

-Sí -decía Clara sin dejar de mirar la fotografía- lo recuerdo tal y como usted lo cuenta.

Clarita -dijo la madre mirándola fijo- el día que quieras saber algo sobre tu hija no dudes en preguntarme.

-Muchas gracias, pero prefiero no saber. Seguro que ya tiene su vida hecha, una carrera en proceso y de lo que más segura estoy es de que me odia.

-No digas eso, vos hiciste lo que pudiste.

Pero Concepción no lo entendía, nadie podía entenderlo. Clara sabía más que nadie, que la peor de las condenas es aquella que surge de nuestro propio ser.

-Creo que prefiero no hablar más del tema -dijo Clara en el tono más amable posible.

-Está bien, te dejo sola entonces. De paso aprovecho a seguir con mis cosas, tengo mucho por hacer. Es difícil conducir un convento Clarita. Ya me vas a entender -le dijo guiñándole un ojo.

La madre superiora se retiró de la habitación y Clara por su parte decidió guardar su caja de recuerdos por miedo a que ingresara alguien y viera sus fotos.

-Clari, ¡acá estás! Escuchame -dijo Beatríz entrando sin golpear la puerta- llamó al convento el subcomisario Jorge Correa, padre del alumno Pedro de 5to año A, ¿lo ubicas?

-Eh sí, creo que lo ubico -la señora se hace la difícil (parte uno).

-Dijo que se quería comunicar con vos. Que te llamó a tu celular pero no lo logró.

-Ah puede ser, es que como no tengo agendado su número no atendí, pensé que era algo sin importancia, como la agencia de seguros para ofrecerme un servicio o algo así -la señora se hace la difícil (parte dos).

-Bueno, nada -decía Bety haciendo muchos gestos con las manos- la cuestión es que el subcomisario llamó y pidió hablar con la hermana Clara. Ah no, no dijo hermana Clara, dijo "quisiera hablar con Clara". Como que se olvidó del "hermana", como si no hubieses consagrado tu vida a Dios, viste.

-Entiendo perfectamente, un desubicado -la señora se hace la difícil (parte tres).

Por supuesto que tenía agendado el número de Jorge, pero al tener el celular en silencio no se dio cuenta de las llamadas. Y por supuesto que pretendía que le dijera "Clara" porque toda la vida la llamó así.

La monja se colgó mirando las innumerables llamadas perdidas con el nombre del subcomisario que tenía en el celular. Y se le escapó una sonrisita al ver la pantalla.

Clara -se hizo un silencio. La monja no contestaba, seguía mirando el celular. -Clara... Che... -decía Beatríz siendo paciente y con amabilidad. Pero no había caso, Clara no le prestaba atención.

Bety decidió optar por otro recurso.

-¡CLARA EL APOCALIPSIS ACABA DE COMENZAR, LLUVIA DE METEORITOS CARGADOS DE FE! -le gritó al tirarle un almohadón.

-¡Para, qué te pasa! -dijo Clara riéndose.

-Que no me prestas atención, eso pasa -respondió Bety. -Mirá, mejor me voy porque este hombre te tiene mal.

-Ay Beatríz, ¿qué decís?

-Ay Bitriz quí dicís -dijo imitándola, haciéndole burla.

Bety se fue del cuarto, y justo en ese momento sonó el celular de Clara.

-¡Por fin! -dijo Jorge al ser atendido.

-Perdoname, tuve el celular en silencio y recién veo tus llamadas -dijo Clara simpática- ¿Pasó algo?

-No, no. Bah, sí, pero nada malo.

-No entiendo, ¿pasó o no pasó?

-Es que no pasó, pasa -dijo el subcomisario.

-Bueno, ¿qué te pasa?

-Vos me pasas. Nosotros me pasa.

-Ay Jorge, en serio, no me podés venir con estos comentarios.

-Mira si te conoceré Anselmo, te hacés la difícil pero seguro que cuando viste todas mis llamadas perdidas le sonreiste a la pantalla.

Jorge era un poco presumido. Pero así y todo a Clara le gustaba.

-¿Tenés algo que hacer mañana a la tarde? -preguntó Jorge.

-No... Bah eso creo. ¿Por qué?

-Te espero a las tres de la tarde en casa.

-Pero Jorge yo n...

-Jorge nada -la interrumpió. -No te voy a robar más que unos minutos.

-Bueno, está bien. A las tres estoy ahí. Comprá facturas.

Bueno, espero les vaya gustando la historia. A mi me gusta escribirla. Gracias por leer, por cada voto y comentario.
Dani M.

El hábito de amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora