Capítulo 59 - Ante último

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Mientras los invitados disfrutaban de una elaboradísima recepción en el salón de la quinta donde se iba a dar lugar a la celebración, los recién casados se fueron al Puente de la Mujer para que el fotógrafo pudiera dejar registro de esa noche.

-A ver muchachos, más juntos -pedía el fotógrafo- ¡perrfecto!

-Qué lindo perfume que tenés -le dijo Jorge al oído.

-Es el mismo de siempre. Pasa que hoy todo tiene un toque de especial -dijo Clara y largó una breve carcajada.

Mientras caminaban de la mano por el Puente de la Mujer, el fotógrafo los captaba desde atrás y se disparaban numerosos flashes.

-¿Estas son las famosas fotos casuales? -preguntó Clara.

-Creo que sí -respondió Jorge- casuales o no, que saque unas cuantas porque nos arrancó la cabeza.

-Yo te dije que contratáramos al gordito pelado -decía Clara sonriendo y acomodándole el moño. Y otro flash se disparaba.

-Estaría teniendo mucha hambreee -decía Jorge sonriendo cerca de la boca de su mujer para que el fotógrafo pudiera seguir sacando fotos casuales.

-Ya terminamos chicos, vamos al auto así vamos al salón -dijo el fotógrafo.

El matrimonio hizo caso.

Los invitados pasaron al salón principal y se sentaron en sus respectivos lugares. Se proyectó un video cronológico con fotos de Jorge y Clara desde que eran jóvenes hasta hoy. Al finalizar el mismo, todas las luces se apagaron.

Comenzó a sonar un tema de Avicii y en el estribillo entraron bailando por la puerta principal. Fueron recibidos con un fuerte aplauso y luego todos los invitados se pararon a saludarlos.

Acto seguido, comenzó a sonar el vals. La pista se vestía de color azul gracias a las luces, y la pareja bailaba al baile tradicional.

-Ouch -dijo Clara. Jorge la había pisado sin querer.

-Perdón amor. Creo que los tutoriales de Youtube que me pasó Pedro no sirvieron mucho.

-No me digas que estuviste viendo tutoriales para aprender a bailar el vals... -dijo Clara.

-Sí te digo. Por vos hasta miro tutoriales. Soy el marido que toda mujer desea tener -decía Jorge agrandándose.

-Ya quisieras que te tuvieran todas... Pero ahora sos mío, Correa -decía Clara intentando poner cara de malvada.

-Con una me basta. Y que esa seas vos, es un privilegio -decía Jorge mirándola a los ojos y acercándose cada vez más- en serio. Es un privilegio pertenecerte, Clara.

Se besaron y todos aplaudieron.

Jorge la hizo girar y el vestido de Clara se abrió por la pista de una forma increíble. Otro momento de pantalla de cine.

Luego, Pedro bailó con Clara y Jorge con Julia. La pista se iba poblando de parejas que se movían al compás de esta música tan particular.

Venía el turno del primer plato. En la mesa principal, estaba el matrimonio en el centro y a los costados Julia, Pedro, la Turca y Narigón. Estos últimos dos estaban ahí por ser los mejores amigos de cada uno de los novios.

La comida estuvo muy buena y el postre ni hablar.

En un momento, Julia y Pedro se levantaron y se dirigieron al centro de la pista. Allí los esperaba un teclado y un micrófono.

-Bueno, este es un regalo que tenemos para ustedes -dijo Julia por el micrófono. Comenzaron a tocar Once y Seis de Fito. Ese tema que tanto los había marcado.

Jorge abrazó a Clara mientras escuchaban la canción.

-Tenemos una familia hermosa -le dijo Jorge.

Clara se emocionó y se le escapó una lágrima que sería limpiada por una caricia de Jorge.

Bailaron, comieron más, algunos invitados dijeron unas palabras, hasta que llegó el momento de tirar el ramo. Todas las solteras gritaban desesperadas y se sacaron los zapatos para poder saltar.

A la cuenta de tres, Clara lanzó el ramo. Al darse vuelta y ver que lo había agarrado Beatríz, puso cara rara. Estaba segura de que quien iba a sacar el ramo era la Turca. Pero esta estaba sentada.

Clara la miró.

-Ya te dije. Yo no me voy a someter a ese acto del mal que es contraer matrimonio -dijo en voz alta. Todos se rieron.

Clara felicitó a Beatríz con un abrazo y Tambor fue a besarla.

Comenzó la música, la tercera tanda de baile estaba empezando. Jorge corrió hasta el centro de la pista hasta agarrar a su mujer por la cintura y le cantaba al oído desafinadamente. Clara reía, cantaba muy mal. Se miraron.

-Te amo -gritó Jorge para que Clara pudiera escucharla pese a la música alta.

-Te amo más -gritó Clara en respuesta.

Seguían bailando. Se hacían cosquillas. Saltaban. Giraban. Hacían muchas tonterías. Y estaba bien. Hay momentos que merecen ser vividos a pleno. Este, era uno de ellos.

Habían pasado por tantas cosas. Un embarazo sola, un casamiento con una mujer que no amaba, un convento, una placa de subcomisario que al final no lo había ayudado mucho. La pérdida de un padre, el reencuentro con una hija, la reaparición de una vieja amiga.

Dos caminos distintos que parecían bifurcarse cada vez más, pero que terminaron formando uno sólo.

Supongo que de eso se debe tratar encontrar al amor de tu vida. Saber complementarse con el otro. Ser dos seres de materia diferente pero unirse para ser uno sólo.

Se adueñaron de la pista y bailaron hasta el cansancio. Eran finalmente marido y mujer, y había que celebrarlo.

El hábito de amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora