Capítulo 57

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Faltaba solamente un día para el gran momento y ya estaba todo listo. Sólo quedaba por disfrutar de esa noche de soltería que quedaba para ambos.

Los dos, por separado, la vivieron como quisieron.

El departamento de la Turca se vestía de luces psicodélicas. Beatríz, que había llegado ese mismo día se puso a ayudar con la decoración del lugar. Julia, había conseguido un dj para que pasara música. Eran ellas solamente, pero con la música y el ambiente que se estaba generando, tenía pinta de ser una noche prometedora.

-¡HAGAN LUGAR QUE TRAIGO PROVISIONES! -gritaba la Turca mientras entraba al departamento con un cajón de cerveza.

-¿Por qué tanta cerveza si somos pocas? -preguntó Clara.

-¡YA GUARDÉ EL GANCIA EN LA HELADERA! -gritaba Beatríz desde la cocina- ¡AH, Y ENCONTRÉ TEQUILA! -dijo acercándose.

-¡YO TRAJE CARTAS! -gritó Julia entusiasmada levantando el maso.

La Turca y Beatríz la miraron con sus peores caras. Como si hubiese arruinado todo, como si la nena no hubiese entendido la parte de despedida de soltera.

-¡Qué divertido! -decía Clara. ¡Hace un montón no juego al chinchón!

-¿Qué chinchón ni chinchón? -decía Julia- vamos chicas... ¿me van a decir que no saben jugar al mayor o menor?

No, no conocían ese juego. No había sido parte de su generación.

Mientras el dj comenzaba a pasar música, Julia explicó las reglas del juego.

-Esto es así -decía Julia- se pone una carta en el centro y todo el maso dado vuelta. Alguien saca una carta. Antes de verla, tiene que adivinar si la carta es mayor o menor que la que está visible en la mesa. Por ejemplo, en la mesa hay un cinco. Saco una carta del maso. Aún no la vi, así que me arriesgo y digo "mayor". Doy vuelta la carta y resultó ser menor al cinco de la carta que está en la mesa. Perdí.

-¿Y qué pasa si perdes? -preguntó Clara.

-Tenés que hacer fondo blanco con alguna bebida. A mi me gusta jugarlo con tekila -dijo Julia. Está más que claro que si uno gana la ronda de mayor o menor sigue. Sólo toma cuando pierde. Y lo único que gana es un estado de ebriedad importante.

La Turca, que se mostraba bastante entusiasmada con el juego, fue a buscar la botella de tekila, shots, limón y sal. También trajo unos collares, binchas y otras cosas que había comprado en el cotillón.

Cuando regresó, el dj había puesto "Jailhouse Rock" de Elvis. Julia, Bety y Clara se movían al ritmo de la música por toda la casa.

Cuando todo estuvo listo, las cuatro mujeres se acercaron a la mesa del comedor para empezar a jugar.

La carta del centro de la mesa era un seis. Arrancó Julia.

-Menor -dijo Julia. Salió un siete. Tomó un shot de tekila y siguió la ronda.

Beatríz y la Turca ganaron así que no tomaron nada. Hasta que llegó el turno de Clara.

-Mayor -dijo. Salió un cinco.

-¡Perdiste! ¡Tenés que tomar! -dijo la Turca.

-Bueno, pero esperen, yo no sé bien cómo es la mecánica del tekila -decía Clara- ¿qué va primero? ¿el limón o la sal?

-LA SAAAAL -gritaron todas.

Se colocó un poquito de sal en la mano izquierda, miró a sus amigas, vaciló por unos instantes hasta que logró armar un mapa mental de cómo proceder y lo hizo: sal a la boca, shot de tekila, y enseguida se mandó una rodaja de limón.

El juego siguió pero en la cuarta ronda todas dejaron de tomar. Todas, menos Clara.

En la casa del futuro matrimonio, se encontraban Jorge, narigón, Tambor y Pedro. Cuatro individuos hipnotizados frente a la playstation y con los botones del pantalón desabrochados en consecuencia de haber comido tanta pizza.

-¿Y? ¿Qué se siente estar por perder la soltería? -preguntó narigón.

Jorge no sabía qué responder. ¿Perder la soltería? ¿De verdad estaba perdiendo algo? Él sentía que estaba ganando en realidad. Decidió guardarse la respuesta para sí mismo.

Al cabo de dos horas, sonó el timbre. Abrió la puerta y se quedó sorprendido del estado de Clara.

-¡¿Mayol o menooool?! -preguntó Clara lanzándose a sus brazos riéndose.

-Perdón que te la traiga así fideo, es que... ¡me voy! -dijo la Turca y se fue desligándose del asunto.

Julia se quedó en el departamento para dejarlos sólos hasta después del casamiento. Por ende, al rato Pedro también se fue para allá.

Narigón se fue a su casa y Tambor al hotel donde se estaba hospedando con Beatríz.

Jorge ayudó a Clara a acostarse.

-Descansá borrachita que mañana nos espera un gran día -dijo tapándola.

-Jorge -dijo Clara en voz baja- ¿Viste que los borrachos cuando están borrachos siempre dicen la verdad? Bueno, yo no soy borracha pero estoy borracha y tengo una verdad para decirte.

-¿Y cuál es tu verdad? -preguntó Jorge en el mismo tono de voz.

-Mi verdad es que te volvería a elegir mil veces más.

La besó. Le comenzó a besar el cuello suavemente y hubiese seguido de no ser por un ronquido estruendoso de Clara que lo frenó.

Le apagó el velador y se fue a limpiar el desastre después de haber comido tanto con los muchachos.

El hábito de amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora