capítulo 6

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6:35 a.m.

Recién volvía a despertar dándome cuenta que ya no estaba dentro de la caja. Abrí un ojo y después el otro admirando las paredes blancas del cuarto, estas eran pulcras con relieves ásperos. Estire la mano acariciando las sabanas rojo sangre que resaltaban con el blanco de la habitación haciendo juego con las largas cortinas que cubrían las ventanas, balancee el cuerpo rebotando en la cama, era tan suave como la lana de un borrego, todo se veía tan cómodo y perfecto que aterraba pero aun así podría volver a dormir en ella como jamás lo había hecho en ningún otro lugar.

Tome las colchas entre los dedos y tire de ella cubriéndome hasta la barbilla, el clima dentro de la habitación era frio, encogí las piernas mientras escuchaba pasos provenir de fuera; fue cuando recordé para lo que me habían llevado a ese país. El estómago se me hiso ñudo al anticipar lo que vendría para mí.

Mi cuerpo aun seguía dolorido, y mareado con tanta turbulencia que había en el avión... fue fácil deducir que me transportaban en uno cuando has escuchado de boca de otros lo que era viajar en uno.

El señor Braden solia decir: «hubo mucha turbulencia en el avión» no es que lo haiga estado oyendo detrás de las puertas, (cosa que no podía cuando estando encerrada en una celda o "calabozo") si no que el señor habla tan fuerte que se oye en toda la casa hasta la más recóndita de las celdas.

Un olor a manzana-canela inunda mis fosas nasales, por un momento cierro mis ojos pensando que soy libre, que ya nadie puede hacerme daño, el rico olor a manzana-canela me relaja y por otro minuto dejo de pensar en la asquerosa y miserable vida de perro que llevo... —¡pero qué piensas!— me digo, los perritos no tienen la culpa, no merecen tan cruel insulto de mi parte, hasta un perro es feliz, y sus dueños los quieren y no los utilizan para negocios ilegales.

«Toc-Toc»

Alguien llama a la puerta, esta vez la puerta no se abre con brusquedad, no hay gritos ni ordenes lanzadas... pero quien puede ser tan educado, ¿alcanzo estoy en un bello sueño? jamás hubiera imaginado que un matón fuese educado, por lo menos los que conozco hasta hoy no lo han sido nunca, solo entran sin preguntar.

La puerta fue tocada de nuevo abriéndose esta vez con lentitud, no hubo rechinido de bisagras solo un hombre de imponente porte como todos los demás hombres en este mundo, llevaba una chaqueta de cuero tipo militar y unos pantalones holgados mas una gorra que cubría parte de su rostro.

—El jefe quiere verte— demando con voz cargada de autoridad. No entro solo asomo la mitad del cuerpo por la ranura abierta.

—Ok— dije tímida. Cogí mi pequeña maleta y urge en ella —solo déjame...

—El jefe quiere verte, «ahora», si conociste a su padre sabrás que no les gusta la espera— me interrumpió. Sus dientes fuertemente apretados mientras hablaba casi en un susurro forzado.

No me quedo de otra más que seguirlo. No quería que el perdiera la "amabilidad" engañosa que mostraba en ese momento.

Caminamos por un largo corredor, la vista que se asomaba a su costado izquierdo realmente era bello, criaturas extravagantes caminaban por una extensa gama de área verde, un lago se encontraba unido al principio del área verde, el pasto parecía estar recién cortado tan diminuto que parecía pintado en el suelo —me daban ganas de correr y tirarme en él— un pequeño muelle y un yate yacían en la orilla del lago azul.

Sin duda alguna era como caminar por el paraíso... o para cualquier otra persona esto sería el paraíso, pero para mí sería como estar en el mismísimo infierno.

El hombre que me guiaba por el corredor tiro de mi brazo con tal fuerza bruta que sus dedos quedaron marcados en mi blanca piel.

—¡Señor!—hablo el hombre abriendo la puerta no sin antes tocar —aquí está el envío de su padre— el chico me dio un último vistazo con odio. Y salió cerrando la puerta despacio.

No entiendo porque me miran con odio, como si fuera la peor basura del mundo.

¡Aún sigo siendo ingenua! Lo sé...

Me quede estática, parada al pie de la puerta, el lugar estaba iluminado por una pequeña lámpara de luz tenue, tal pareciera que no había nadie, pude admirar el lugar detallada mente, un gran librero con unos cuantos libros en una esquina, un archivero gris cerca de un escritorio en el cual yacía la lámpara de luz tenue, frente al escritorio una silla giratoria, alta y cómoda; frente a este se encontraba otra pero más sencilla.

Una voz ronca y masculina se hizo notar en las penumbras, sacándome de la distracción.

No me di cuenta a qué horas la silla giratoria frente al escritorio se había movido, dejando ver al dueño de tan excitante voz masculina.
Era un joven —¡demasiado joven!— diría yo, para tener tan alto cargo en tan poderosa mafia como lo eran "los caballeros" pero al ser el hijo del jefe era de esperarse su posición en la mafia.

—Eres sorda— pregunto. Su voz vibraba con cada palabra. En un parpadear ya lo tenía a centímetros de mí. Negué con la cabeza, sin verlo a los ojos. —Mi padre dijo que eras bella y pura, Mirleth, pero se quedó cortó— acarició mi mejilla. Su piel era áspera y guardaba un cálido calor en ellas. Lágrima amenazaron Con salir sin permiso alguno, temblaba como las hojas al ceder ante la gravedad del otoño, no sabía si era por el frio o del miedo por lo que se avecinaba sin retorno. —Eres bella, muy hermosa— dejo un beso en mis labios sellados. Su cuerpo pegándose cada vez más al mío.

—¡P-Por favor!— suplique. Sus manos deslizándose por mi cintura pegándome más a su cuerpo si era posible. Lamio y beso mi cuello dejando mordidas que marcarían la piel después —por favor— volví a suplicar, pero esta vez lágrimas corrían por mis mejillas; el chico había bajado sus manos hasta mi trasero estrujando y apretándolo.

Sin darme cuenta ya estaba tumbada en el escritorio en ropa interior forcejeando contra el chico para que no cometiera su fechoría.

Lo golpee varias veces en el brazo pero su cuerpo cerniéndose cada vez más contra el mío me lo impedía. Las suplicas quedaron en segunda mano cuando grite que parara.

Del bolsillo interno del saco tomo una súper .38 bañada en oro la cual tenía grabada dos iniciales BD. Quito el seguro y apuntó directo a mi cabeza con ella. —Si no dejas de moverte, juro que jalo el gatillo y te vuelo los sesos— amenazo con voz baja cargada de verdad aunque su rostro lo contrariaba.

Temí por mi vida mientras veía como el arma era dejada arriba de una pila de papeles burlándose de mí y mi debilidad por no tomarla y acabar con el bastardo que se preparaba para bajar la última prenda que cubría mi feminidad.

Escuche la cremallera de su pantalón ser bajada, el sonido erizaba mi piel, suplique más fuerte temerosa, solloce aún más cuando algo húmedo y grueso se colaba entre los pliegues de mi vagina... el dolor fue intenso como si estuvieran metiendo hierro caliente por ahí, yo no quería pero el no escucho el dolor que me causaba.

Palabras sucias a las que no preste atención eran dichas a mi oído.

Apuñe los ojos y rogué que terminara pronto.

. . .

Me deslice por el escritorio dejándome caer al piso cuando todo había terminado. Ahora si había perdido la poca inocencia que aún quedaba dentro de mí... ahora ya no era nada en el mundo, nada por lo cual valiera la pena luchar.

Maltratada, humillada, golpeada y ahora abusada sexualmente.

¿Qué más me espera en esta vida?
¿Algún día podre ser libre?
¿Podré ser feliz?
Las preguntas me habían asaltado aislándome del dolor desgarrador que sentía mientras el hombre daba feroces estocadas a mi cuerpo moviendo todo en el escritorio que se había corrido un par de centímetros de su lugar.

Las lágrimas se consumían en la alfombra que cubría el piso... me quería morir. Dirigí la mirada arriba del escritorio pero el arma ya no estaba ahí.

Tome mis rodillas y las lleve al pecho, llore... no sé cuánto tiempo, pero debió ser bastante como para quedarme sin lágrimas.

Inocencia Robada. © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora