capítulo 11

10.9K 456 72
                                    

El reloj de pared marcaba las cuatro en punto de la mañana, los ojos me pesaban pero no podía conciliar el sueño pensando en mi plan de hace semanas, este era el causante de que pasase las noches en vela.

Mi plan de escape era perfecto, había cubierto todas las posibles fallas en él. Solo faltaba conseguir la llave del cuarto y poder burlar al guardia que habían puesto fuera de la habitación; Bastian se encontraba algo raro, estaba bajando la guardia de a poco, las veces que había venido a verme ya no se imponía y abusaba de mí; si no todo lo contrario solo se quedaba ahí sentado en la cama viéndome y hablando conmigo de "X" cosas, no niego que si teníamos sexo pero se sentía distinto a todas las veces anteriores... aun así no me quedaría a investigar qué era lo que le sucedía.

Aunque el gusano de la curiosidad me carcomiera por dentro cada día.

Me removí incomoda en la cama —¡quiero dormir!— me dije cerrando los ojos.

Cuando abrí de nuevo estos me di cuenta que ya habían transcurrido quince minutos. Cerré los ojos de nuevo tirando de las cobijas hasta la barbilla y me quede dormida acordando que hoy sería el gran día. «El día que definiría el resto de mi vida»

Cada que salía del cuarto y de la casa para algún trabajo impuesto sin goce de sueldo solía fijarme en el mas mínimo detalle de las calles o señas que me pudieran guiar en mi huida; cualquier detalle recién descubierto era guardado en mi memoria a largo plazo.

Bastian la mayor parte del tiempo estaba a puerta cerrada en su oficina tratando con algún cliente o que se yo.... El detalle era que la oficina se encontraba cerca de las escaleras, pero no tendría problema al pasar por ahí y que me descubriera.
Negué cuando vinieron a mi mente las posibles escenas de mi segunda opción: saltar la barda que rodea toda la casa era una idea tentadora, aunque era muy alta la verdad no me importaba terminar con un tobillo roto si eso significaba mi libertad.

Si continuaba una semana más ahí mi cuerpo colisionaría, ya no resistiría otro sobre esfuerzo físico o un golpe más, necesitaba urgente mente un chequeo general.

Mire la bolsa oculta debajo de la cama, hoy el guardia que custodiaba mi puerta no se encontraba en su lugar lo había escuchado irse hace ya más de veinte minutos y yo estaba lista para poner en marcha mi plan. Camine hacia la ventana y corriendo la cortina para ver a la calle, había un par de carros estacionados al otro lado de la acera y para mi sorpresa el lugar estaba rodeado de personas con trajes muy peculiares llevaban pantalones azul con franjas de un azul más claro a los costados más una camisa tipo saco roja con detalles dorados y unos sombreros picudos, algunos montaba a caballo, pero la mayoría de los policías vestían trajes azules marinos con chalecos antibalas el —típico traje—.

«Zum» una bala paso zumbando mi oído dejándome un pitido ensordecedor que me impedía escuchar. Me agache cerrando de nuevo la cortina. El corazón me tronaba como loco. ¿Qué estaba pasando? Un nuevo disparo seguido de otro hicieron estallar el cristal de la ventana en muchas partículas, un pedazo excepcionalmente grande resbalo por mi rostro antes de caer y hacerse añicos en el suelo junto con un par de gotas de sangre.

Las balas no dejaron de llegar en distintas direcciones, me quede echa un ovillo al lado de la cama cubriéndome de los vidrios que continuaban cayendo.

El corazón se me paro cuando la puerta se abrió de golpe. Pero pude respirar con tranquilidad al ver a Bastian entraba con una súper 38 bañada en oro apuntando hacia todos lados, como si pudiera estar ocultando a alguien aquí dentro.

—Ven— grito, mientras se agachaba haciendo un ademan para que me acercará rápido a él. Tenía miedo en su mirada, y tensión en su cuerpo. El poco tiempo que llevaba aquí Bastian había cambiado mucho su actitud hacia mí, ya no me pegaba y no dejaba que nadie me pusiera mano encima, me cuidaba muy a su manera y se preocupaba por mí.

Inocencia Robada. © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora