capítulo 32

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Era obvio que sabía lo que estaba haciendo, y también conocía perfectamente la sustancia blanca que se esparcía en una fina línea sobre la mesa donde se encontraba inclinado... tanto tiempo vendiéndolo, conocía mejor que nadie las drogas con la única diferencia que no conocía los efectos de estas; pues nunca llegue a probarlas.

Evitando que se diera cuenta de mi presencia me acerqué a él, estaba tan sumido en sus asuntos que no escucho cuando toqué la puerta ni mucho menos cuando pase hasta llegar a él.

Con las manos en la cadera luciendo "amenazante" le dije: —es enserio Alaric...— su reacción fue sorprenderse. Pero más me sorprendí yo por las confianzas que estaba tomando tan rápido con cada integrante de la familia sin contar a la señora, quien era un poco más reacia. Era algo nuevo para mí, si hubiera tenido este comportamiento en la mafia "los caballeros" seguro ya no la estuviera contando. —¡¡No sabes el daño que te estás haciendo!!— le regañe.

Alaric limpio su nariz, respiro profundo y me fulmino con la mirada.

—¿Que no te enseñaron a tocar?— su labio se estiraba como si estuviera gruñéndome, su mirada estaba perdida y estaba riendo sin sentido, me pareció algo tierno, pero no era lo correcto.

—¿Es la primera vez que lo haces?— conteste su pregunta con otra pregunta.

—Eso es algo que no te importa— escupió —apenas y tienes dos días aquí y ya te sientes con la libertad de hablarme como tu igual... que te quede bien claro esto niña— dijo de forma despectiva. Sabía que era la droga haciendo efecto en su sistema, el no había sido tan cruel conmigo. O quizá solo no lo conocía lo suficiente para dar por hecho aquello. Se puso de pie mirándome fijamente, su mirada me gritaba culpable ¿pero de qué? —«TU-AQUI-NO-ERES-NA-DIE»— puntuó. En cada palabra daba un golpe con su dedo en mi pecho, al final termine dando de lleno en el piso a causa del fuerte empujón que me dio.

—¡¡Que paso!! Escuche un...— Joel entró a la habitación corriendo, al verme en el piso me ayudo a ponerme de pie.

La cabeza me punzaba, me había dado con la base de la cama y el dolor comenzaba a dispersarse por todo mi cuerpo, entumeciéndolo. Necesitaría un analgésico.
Joel fulmino con la mirada a su hermano, en un parpadear, Joel le arrebató la bolsa de coca que mantenía en un fuerte apretón en sus manos, con el movimiento algunas partículas habían volado fuera de la bolsa perdiéndose en el viento mientras caían al suelo.

—Cocaína— respondí al ver la cara incrédula de Joel mientras observaba de cerca el contenido de la bolsa.

—Tú— me señaló —sal de la habitación— su mirada me daba miedo y no quise hacerle enfurecer más, y salí cerrando la puerta detrás de mí.

Casi eran las ocho de la mañana, baje corriendo las escaleras despavorida,
Susey se hallaba terminando la sopa de champiñones cerca de la estufa.

—¿Te encuentras bien?— pregunto cuando se giró. La sopa estaba fuera de la lumbre —luces más pálida de lo habitual— se limpió las manos en el delantal. Ella era una buena observadora, era poco tiempo el que llevaba aquí y Susey ya me conocía a la perfección.

—No, no, no— repetí.

No pareció muy convencida con mi respuesta, su ceño aún estaba fruncido, sus manos aun envueltas en el delantal.

—te ha llamado, un tal... mmm, Ferdi-nando valen-cia. Dijo algo sobre un citado que tenías en la embajada, y que logro posponerlo hasta las 2:30p.m ¿Te has metido en problemas?

—Claro que no Susey— tome los platos de la alacena dejándolos a su alcance, cuando estaban llenos los fui colocando en una charola de plata, para llevarla a la mesa —es algo complicado, sobre una denuncia que eh levantado...

Inocencia Robada. © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora