capítulo 42

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Recién salía de la mansión Robinson con maleta en mano mientras la pequeña Juliette lloraba desconsoladamente, el señor Adolfo no era capaz de esconder su tristeza, a su lado estaba su esposa con una sonrisa de suficiencia en el rostro, me mordí la mejilla para no volver y decirle un par de verdades que necesitaba escuchar.

Susey se aproximó a mi costado llevando otra maleta...
Ahora llevaba dos maletas más de las que había traído el primer día que llegue a trabajar a la mansión... aunque esa ves ni siquiera traía una maleta sino una bolsa plástica con mis cuatro cambios de ropa.

La señora Margaret era la más contenta con mi despido, Alaric y Joel se les veía confundidos pero ninguno se atrevería a contradecir a su madre para que me quedara.

Aunque tampoco quería que lo hicieran, no podían meterse en problemas por algo que no valía la pena; los extrañaría mucho, les había tomado cariño a todos y cada uno de los integrantes de la familia Robinson, hasta a la señora junto a sus gritos y berrinches de niña cuando algo no estaba como a ella le gustaba.

—Mirleth— Juliette corrió mientras gritaba mi nombre —no te vayas... y si te vas llévame contigo— me abrazo por la cintura impidiendo que me moviera, una lágrima rodo por mi mejilla le había cogido mucho cariño a esa pequeña, siempre que la veía me imaginaba que así hubiera sido yo, llena de inocencia y dulzura ganándose incondicionalmente el cariño de las personas que lograban conocerla.

—pequeña yo...

Con tres grandes zancadas Magenta llego hasta donde estábamos paradas, tomo a Juliette de la mano haciéndola chillar por el fuerte agarre, y tiro de su mano arrebatándola de mi agarre. No quería retroceder a pesar de su amenaza de meterme a la cárcel si en algún momento se me ocurría asomar las narices de vuelta por su casa.

No me quedo de otra más que resignarme a que jamás la volvería a ver.

Esa fue la gran despedida emotiva llena de drama que tuve de la mansión Robinson.

En la entrada a la mansión cerca de la carretera un taxista me esperaba, mientras el subía mis maletas en la cajuela yo me despedía de Susey mi gran amiga en esa mansión de locos.

—Adonde la llevo señorita— observe al chofer por el retrovisor.

—Ottawa, 378 Berkley avenue.

10 horas después nos hallábamos entrando por uno de los puentes del rio Ottawa.

9:25 p.m

Después de un largo viaje llegue a la casa de Beatriz y Darell ellos al igual que Rhys aguardaban mi llegada en el corredor de la casa.

Las luces iluminaban la entrada; el seguridad encargado de abrir la gran puerta metálica me saludo le regrese el gesto con una inclinación de cabeza, el taxista se adentró hasta dejarme a unos pasos de la entrada a la casa.

Darell y Rhys se aproximaron para ayudar a bajar mis maletas.

Beatriz se apresuró bajando las escaleras del corredor para acurrucarme en sus brazos, sentí su gélido latir y el bienestar que causaba su reconfortante apapacho en mí.
Darell y Rhys imitaron la acción de Beatriz, todos se veían tan contentos, pero yo no me sentía cómoda con todos ellos. Eran como desconocidos que estaban haciendo su buena obra de caridad del año.

Estaba feliz «si» Pero no era lo que quería, aunque lo necesitará.

Beatriz fue muy amable al llevarme al que sería mi cuarto aun con Rhys y Darell cargando las maletas por las escaleras.

—Esta era tu... habitación mi amor— a Beatriz se le quebró la voz real mente le dolía, no pude verla más triste y me lance a sus brazos.

—Ya estoy aquí...— solté todo el aire que técnicamente había retenido desde que llegue a este lugar, —mamá— susurre de golpe, el corazón se me aceleró.

Al abrir el que era mi cuarto, fui impresionante como un golpe de retrospectiva, de un vago recuerdo lleno de calor. Estaba todo igual que si una niña lo hubiera habitado a excepción de la cama que era una King zise, el cuarto era rosa pastel con flores y mariposas pintadas en las paredes, había una casita de muñecas muy parecida a la de Juliette, y eso me gusto, caminando hacia el baño, me di cuenta que era muy grande, las paredes estaban cubiertas de mosaicos color beige y unos que otros en una sección definida tenían flores en tonos tinta, la taza del baño y el lavabo eran cafés claro, los detalles del baño eran muy rústicos la madera brillaba con tal intensidad que pareciera los acababan de pulir.

—Es hermoso Beatriz— conteste cuando me pregunto si me había gustado.

—Bueno hija te dejamos para que termines de instalarte— dijo Darell.

—Gracias Darell— les di un gran abrazo y un beso, cuando se aproximaron con esa intención. Fue algo raro, sentir el calor de ambos en un abrazo, pero fue tan bueno como si los hubiera recibido toda la vida a gran distancia.

Mi padre era guapo muy parecido a mi hermano y mi madre no se diga.

Una vez me quede sola acomode la ropa en el tocador rosa, un cajón para cada prenda, puse mis labiales perfumes y accesorios sobre el tocador.

Camine hacia una de las mesitas de noche posicionadas a los costados en la cabecera de la cama, donde descansaba una lámpara de luz tenue; las fotos que se encontraban ahí me recordaban lo feliz que fui hace mucho tiempo, felicidad que creí sentir cuando conocí a Rhys y estaba enamorándome de él... pero todo acabo cuando desapareció al día siguiente que nos enteramos que éramos hermanos.

Nunca creí que en la vida hubiera sido tan feliz pero esas fotos de cuando niña... me hicieron pensar lo contrario «si» fui feliz mientras estaba con mis padres, y «si» tenía una familia que me amaba y dio todo lo que estuvo en sus manos para traerme de vuelta con ellos, y que prueba más verdadera que ver fotos de cuando tenía dos y tres años con mis padres y hermano, las fotos mostraban una familia ejemplar, nadie imaginaba que algo malo pasaría mientras nos mantuviéramos unidos en igualdad.

Nadie les había advertidos sobre lo que pasaría durante aquel viaje de negocios.

Cuando estuve lista mentalmente me decidí a bajar y digo mentalmente porque en estos días que hemos estado "conviviendo" como una verdadera familia ellos me han dado mi espacio y nunca me han preguntado sobre lo que pase cuando era presa de la delincuencia.
Pero sé que esa paz incierta no durara para toda la vida y ellos tienen que saber el infierno que viví.

Inocencia Robada. © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora