Sentí la presencia de alguien acercándose a mí costado a paso lento, cuando mire hacia mi derecha, me encontré con el señor Adolfo en cuclillas sonriendo al ver a su hija tan contenta y entretenida.
—Le hace falta más de esto, ¿sabes?— hablo el señor sin despegar la vista de su hija. Acuclillándose a un lado.
Sus palabras me desconcertaron, levante una ceja dándole una mirada confundida en espera de que dijera algo más. Al ver que no contesté y él tampoco, se giró solo un poco posando su afilada mirada en mis ojos... me sentí derretir cuando su mirada miel, se posó en mí haciéndome sonrojar. Sonrió.
—Me refiero a que su mamá no es... huum, como decirlo— se llevó un dedo a la comisura de sus labios golpeando su grueso labio inferior —así como tú, Margaret— al escuchar tal nombre una risita se escapó de mi boca, el abrió sus ojos extrañado y me calle guardado silencio. El señor ignoro mi burla y continuo hablando —se ha olvidado que tiene una hija, y suele dejarla de lado para hacer sus "cosas"— hiso comillas al aire, —Juliette necesita amor materno.
—¡Pero lo tiene a usted!— me aproxime a decir. Y me arrepentí al descubrir el tono en que lo había dicho, baje la mirada apenada —que es lo mismo— musite esto último.
—Entiendo tu punto. ¿Tus padres te dejan trabajar a esta edad?
Su pregunta me incomodó no sé por qué.... o quizá sí, fue por el hecho de que haiga mencionado a mis padres, ese simple echo me ponía de mal humor.
—Lo lamento— me puse de pie —tengo que seguir con mi trabajo— me excuse. Saliendo de la habitación, no sin antes entrar al baño de Juliette y meter la ropa sucia en el cesto.
Mis tripas rujían de hambre, fui al cuarto de lavado y deje la ropa sobre el mueble de madera, después me dirigí a la cocina sirviendo un poco de tocino y huevo.
El cual devore en medio segundo, literal.
El primer día de trabajo fue algo ajetreado, los señores estaban contentos con mi esfuerzo y dedicación, la señora resultó ser un ogro malhumorado y sus hijos unos malditos acosadores, el señor era amable, demasiado para ser verdad creo solo quiere lo mismo que todos los demás hombres en esta casa, «que no me importaría darles si lo pidieran de la manera correcta», ¡Oigan! No critiquen que una chica también tiene sus necesidades...
Juliette ella es otro mundo, simpática, me hace reír bastante con sus cosas y no sé de dónde saca que yo Mirleth Allen pueda gustarle a su papa, incluso a sus hermano; esta niña ve muchas películas, tiene mucha imaginación.Mira que pensar eso...
♥%♥
A la mañana siguiente me desperté muy de mañana, el sol aún no se asomaba por ninguno de los horizontes...
Tenía que llamar a Fer, para avisar que llegaría tarde a la reunión en la embajada, urge en los cajones de la cómoda, para encontrar el papel donde Ferdinando había anotado el número justo al lado de la carta de Bastian en el cajón de la ropa interior; tome el papel ignorando la carta y salí de la habitación ya vestida con el uniforme, que ahora era de color rosa palo.
Aun me sentía agotada y cansada, no pude pegar el ojo siquiera un par de horas, toda la noche pase dormitando, en cuanto lograba pegar los ojo las escenas horribles que pase en México llegaban a mis sueños hasta caer en lo más actual, donde aquel chico de gorro abuso de mi "en la vía pública" si no hubiese sido por el muro de arbusto que rodeaba el lugar y por Rhys, que lo paro no sé qué hubiera sido de mí, otra vez.
Al poner un pie fuera de la cálida alcoba retrocedí de nuevo hacia adentro como si hubiese recibido una fuerte bofetada buscando de nuevo el calor que abandono mi cuerpo al sentir el fuerte viento helado que estaba corriendo ahí afuera volando las hojas de los árboles en todas direcciones, logrando estremecer de pies a cabeza mi cuerpo, tome un suéter de gasa delgado color blanco, que hacia juego con el uniforme, y volví a salir, "Abrazando al gato".
Entre a la cocina y como supuse aún no se encontraba nadie levantado, me dirigí hacia el teléfono de pared, lo descolgué y marque el numero en el papel.
Al primer timbrazo Fer contesto, —como si hubiera estado esperando mi llamada—.
—Ferdinando valencia, con quien tengo el gustó— su voz sexi se escuchaba cansada, como si hubiese pasado toda la noche de fiesta o trabajando mucho.
—Emm, Fer soy Mirleth, me recuerdas, hoy se dará carpetazo a mi caso...
—Mirleth "o" si dime hermosa, que paso— ya se le estaba volviendo costumbre decirme de ese modo —¿en qué puedo servirte?
—Antes que nada, espero no haberte interrumpido— ¡¡sarcasmo!! —o despertado, pero solo llamo para decirte que no podre llegar a tiempo, al juicio... veras recién empiezo a trabajar y...
Pasos apresurados que bajaban las escaleras me hicieron colgar.
Me asome por la puerta de la cocina y vi al joven Alaric bajando apresurado las escaleras de la mano de una joven muchacha de pelo rubio y desaliñado.
Técnicamente la estaba echando, pude ver en los ojos de la chica lágrimas caer, y su expresión era de tristeza y desconcierto.
Alaric cerró la puerta de la entrada viniendo apresurado hacia la cocina, me pegue a la pared evitando que no me viera lo que funciono ya que entro sin ponerme atención.
—¡Buenos días!— salude aun recargada en la pared.
Alaric se sobresaltó casi soltando el vaso de agua a medio camino de su boca. Me dio una mirada fulminante antes de preguntar de manera molesta —¿hace cuánto estas ahí?— su voz se tornó dura, pero no tan dura a como estaba hace unos minutos cuando disponía de echar a la pobre muchacha diciéndole cosas hirientes.
—Lo suficiente para darme cuenta que lo que dijo Juliette es cierto— le respondí en su mismo tono de voz, casi retándolo con la mirada.
—Mi hermana no tiene por qué andar ventilando cosas que no le incumben— dejo el vaso sobre el fregadero, se giró en los talones y salió de la cocina, subiendo las escaleras, hacia su cuarto.
—Bha— bufe. Rodé los ojos, camine hacia el refri sacando la malteada de fresa, de la alacena baje la mermelada de frambuesa y el pan tostado.
Me hice dos tostadas con mermelada y un vaso de malteada de fresa.
Tome una cacerola mientras me terminaba las tostadas, coloque un poco de agua y ya en la lumbre puse a coser pasta para espagueti, Susey el día de ayer me comento que la señora había pedido pasta a la boloñesa, y crema de champiñón para el desayuno hoy no se comería nada ligero.
Una vez la pasta estuvo a fuego lento, salí de la cocina dirigiéndome ahora al cuarto de lavado.
Nunca en mi vida había lavado ropa, ni mucho menos utilizado una de esas nuevas y tecnológicas lavadoras —¿Cómo le hago?— me pregunte observando el gran cuadro de metal vaciado, y botones digitales. Derrotada me senté en el cesto a rebosar de ropa sucia que deje posicionado frente a la secadora listo para poner un nuevo ciclo si es que lograba descifrar como hacerla funcionar.
Levante una mano rascándome la cabeza y con el dedo índice daba pequeños golpes en la barbilla.
Mi vista ahora fijada en la nada, me encontraba ida, pensando en cómo funcionaban esas cosas llamadas "lavadoras y secadora" que eran mucha tecnología para mí.
—MMM... ¿Cómo jodidos are esto?— pregunte al viento, no esperando que me contestara con voz seductora.
—Quizási empiezas por separar la ropa en secciones de color...
aquí de nuevo yo jajaja haciéndoles una cordial invitación a leer mi nueva historia SUSUMU que ya la pueden encontrar en mi biblioteca :D
gracias... se los agradezco mucho.
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Inocencia Robada. © ✔️
RandomPor cada 100 personas que hay en el mundo tres o mas son secuestradas al día, siendo vendidas, prostituidas o utilizadas como mulas para transportar drogas a otros países. Esta vez le toco a Mirleth una niña inocente de tres años arrancada de los br...