capítulo 18

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Tome el papel con dedos temblorosos, era capaz de conocer la letra cursiva de aquella pulcra hoja plisada era la carta que me había dado Bastian antes de entregarme a Reynaldo.

¿La leo?
¿La tiró?
¡¡QUE AGO!!

Observé la carta en mi mano por un periodo largo, pensando en que hacer.

Después de un tiempo me decidí por leerla total no tengo nada que perder si llegara a venir algo comprometedor. Desdoble la hoja cuidadosamente evitando romperla, Bastian se debió haber llevado un buen tiempo para darle ese aspecto de líneas horizontales.

Jueves 19/06/16

Mirleth sé que no soy el hombre más bueno del mundo, sé que soy un cabron arrogante que no tenía derecho a meterse en tu corazón, pero soy egoísta y te quise para mí; no hice las cosas bien pero sabes que mis sentimientos eran verdaderos y no hay vuelta a la hoja porque tampoco existirá un nosotros.

Quizá no fui lo que esperabas y lo lamentó, pero así es este negoció.

Aunque trate sacarte de mi mundo, mi padre continuaba preguntando aquí y halla sobre su pequeño tesoro, pero yo no quería compartirte, y el solo hecho de pensar en otro hombre poniendo las manos sobre ti me daban ganas de matar a todo el que se atreviera a pronunciar mi nombre.

Lo que comenzaba a sentir por ti no era correcto y si llegaba a oídos de mi padre te mataría cosa que no quería que pasara.

Mirleth no imagino un mundo sin ti... sé que lo que te hice cuando te conocí no es de un hombre y lo que voy hacer ahora que me has dicho la otra noche mientras estabas aun en mis brazos —que me amas— no tiene perdón de dios ni de lucifer, pero ya no quiero seguir haciéndote daño.

Reynaldo es un buen hombre, lo conozco de hace muchos años y sé que cuidara bien de ti...

Nos veremos pronto, el próximo mes tendremos una junta en long beach california, no es muy lejos, pero el quedo en llevarte con él.

Recuerda que siempre te amaré y espero puedas perdonarme todo el daño que te hice...

Bastian Davenport.

Mientras leía la carta, me fue inevitable derramar un par de lágrimas. No era un carta llena de amor y cursilería pero sé que él se arrepentía, me lo decía cada que podía.

¡Yo también te amo! Exclame triste al viento.

Seque mis lágrimas con la manga de la blusa. Eche un vistazo a la fecha de la carta, fue un día antes de que la Policía cateara la casa de Bastian...
¿Que habrá sido de él? ¿Estará bien? ¿Lo abran capturado?

No sé ni por qué me preocupó por el... si fue un estúpido desalmado, que debería odiar y no amar.

Seque los restos de lágrimas estancadas; tenía que ir a la agencia de servicios al inmigrante.

Hice la parada a un taxista que al ver mi mano extendida se paró en el parque donde estaba.

Subí y di la dirección del lugar; —9653-105A de la avenida Edmonton— el taxista asintió y arrancando el taxi.

En menos de media hora me hallaba en la entrada de la agencia, di los $15 dólares que me había cobrado por traerme, bajé del taxi y agradecí.

Estaba nerviosa, no sabía que era lo que pasaría al momento de entrar; ¡me deportaría? !Hay no por dios¡... dude en entrar.

—¿Pasarás?— levante la vista girando a la delgada voz en mi espalda.

—Lo ciento, no me había dado cuenta que obstruía el paso— exclame a la señora que esperaba pasara.

Inocencia Robada. © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora