capitulo 33

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Es norma desear tener un pedacito de carne entre tus piernas, abriéndote, acogiéndote y dándote placer. Es el pecado marital que todo el mundo comete antes de tener la mayoría de edad, unas por así desearlo y otras porque han sido obligadas como fue mi caso. Pero una vez le agarras el gusto, quieres tenerlo a todas horas aunque esto también es malo, o eso creo yo... te tiene de mal humor y arañando las paredes por tener un poco de atención

¡OH DIOS¡

¡Soy adicta al sexo! No había pensado en ello hasta ahora, ¿eso está mal? Querer que alguien me joda con dulzura, que sea consensuado.

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12:10 a.m.

Pase la mano por mi rostro retirando los excesos de agua de la duche, el agua ya no estaba tibia si no fría y comenzaba a doler cada que me golpeaba la piel.

Los aparentes deseos sexuales que habían arrasado con mi cordura y mente se apaciguaron, pero no estaba segura que por mucho tiempo.

Salí de la extensa hectárea que ocupaba la mansión de los Robinson.

El vestido floreado de vuelo que llevaba ondeaba levantándose de vez en cuando, dejando desnudo parte de los muslos.

Tendría que caminar demasiado para poder llegar a la parada del Bus, unos veinte minutos. Lo que serviría para terminar de borrar los locos pensamientos.

Cuando pasaron los10 primeros minutos caminando, apenas había salido de la extensa gama de pasto que era el camino hasta la carretera.

—«Bha»— bufe. Resignada a que tenía que seguir caminando hasta la parada del bus.

Mi cuerpo estaba entrado en calor con la caminata bajo el sol, el suéter comenzaba a ser incomodo, me remangue las mangas, tres cuarto por arriba de la muñeca.

Llevaba un poco de dinero en el bolso, uno azul y negro que Susey fue tan amable de prestarme era; pequeño pero eficiente, lo llevaba colgado de mi hombro derecho. Podía haber tomado un taxi y pagar la tarifa que pedían pero eso sería demasiado dinero para gastar, así que prefería continuar caminando bajo el sol y sentir lo caliente de los rayos "UV" que abrazaban mi piel.

Cuando llegue a la parada habían pasado alrededor de quince minutos, más de lo previsto, tome asiento en una de las bancas del lugar, un árbol de gran grosor cubría del sol a las personas esperando.

Estaba ensimismada en lo que aria al llegar donde Fer, que no me percate del carro azul eléctrico aparcaba cerca.

La parada podría haber estado algo desierta a excepción de la pareja de ancianos a la cual di las buenas tardes cuando llegaron, dos bancas más haya estaba una chica con una gran mochila sobre sus hombros, sus oídos era cubiertos por unos modernos audífonos con orejas sobresaliendo en la cabeza de la chica.

Del carro que aparco metros delante de la parada, bajo un chico su cabello estaba alborotado por todos lados lo tenía entre castaño y dorado, test blanca, llevaba un par de Bermudas verde militar, camisa polo blanca y tenis verde concrete.

Él era muy guapo, sexi y exudaba su sexualidad, gritando a los cuatro vientos que estaría dispuesto a doblarte por la cintura y joderte sobre el capo del coche si es que tú lo permitieras, cada paso que el daba era uno donde apretaba las piernas, menos mal no estaba parada o hubiese hecho el ridículo.

A un par de metros de distancia más cerca, el chico levanto la mano saludando, mire hacia donde la chica de la parada estaba minutos atrás pero esta no estaba más ahí, después observe a los viejecitos enfrascados en una nueva conversación, ignorando al joven y apuesto hombre que se acercaba cada vez más. Así que esto era relativamente extraño, porque él no podía estarme saludando a mi ¿verdad? Ni siquiera lo conocía... ¿o sí? No imposible. Si lo conociera fuera imposible de olvidar si era tan guapo.

Inocencia Robada. © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora