Un rechinido de llantas hiso que Akjman dejara de tocarme, se incorporó dejándome aun recostada en el asiento. El carro paro en seco, desequilibrándonos Akjman se detuvo con una mano del asiento de enfrente mientras que yo me di de lleno con estos.
Antes de que el hombre sacara su arma, afuera ya se libraba una balacera de película antigua: «Pum, pum, pum» accionaron las armas tres veces.
Yo sabía quiénes eran los hombres de afuera que sometían al conductor en esos momentos... pero era obvio que Akjman no tenía la más mínima idea.
—¡Baja maldito!— gritó Ebet apuntando con su revolver directo a la cien de Akjman. Quien bajo el arma dándome una sonrisa torcida sin ver a su agresor; ¿quizá creía que este sería mi fin después de todo?
Con sus manos en alto siguió las órdenes dictadas por Ebet que se cubría los ojos con unos carísimos lentes oscuros como su demás vestimenta.
—Quien demonios eres hombrecito... ¿no sabes quién soy?
—Supongo que tú no sabes que traes mercancía valiosa para el jefe— Al prestar más atención a la voz del agresor el extranjero abrió grandes sus ojos y se giró en un parpadeo siendo ahora presionada el arma en su frente. Ebet le sonrió con su mueca de superioridad.
—¿Q-Que fue lo que pasó Ebet?— su voz temblaba. Carraspeo volviendo a su postura engreída como si el muchacho frente a él no le estuviera apuntando con un arma.
—Te la querías llevar ¿cierto?— escupió Ebet. Retiro el arma de la frente del árabe, le quito el seguro sin dejar de ver a la cara al hombre frente a él y la volvió a posicionar donde mismo.
—No, no, no... Como crees, solo quería darle su merecido ya que fue muy rebelde con los invitados del congreso.
—Pero para eso estamos nosotros, sus dueños cabron.
—Ven aquí Mirleth— Ebet hiso un ademán con su mano libre para que me acercará. Baje del carro con dificultad, me acomode el vestido y camine con pies descalzos y lentos hacia él «zas» un cachazo dio directo a mi ceja -cuando estuve a su lado- abriéndose de nuevo la herida vieja.La sangre no se hiso de esperar empapando mi rostro y parte del pecho. Ebet le hiso señas a alguien al otro lado de la camioneta de Akjman y un joven que nunca había visto me tomo del brazo y me llevo a uno de los carros que estaba parado delante de la camioneta Nissan obstruyendo el paso de esta.
En cuanto me subí al carro Richard ya estaba en el asiento del piloto con el motor encendido listo para arrancar a quien sabe dónde.
Apuñe los ojos mientras la sangre brotaba de la abertura de mi ceja, el dolor era conocido, por ello mi cuerpo lo resistía con alivio de que no fuera en otro lugar más blando y frágil.
«Pum» un solo disparó confirmo lo inevitable, lo obvio... Akjman había muerto.
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Inocencia Robada. © ✔️
RandomPor cada 100 personas que hay en el mundo tres o mas son secuestradas al día, siendo vendidas, prostituidas o utilizadas como mulas para transportar drogas a otros países. Esta vez le toco a Mirleth una niña inocente de tres años arrancada de los br...