capítulo 28

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—¡Hola, Susey!— saludo con la cabeza girada en la dirección opuesta donde ella no puede ver mi rostro o eso quiero creer, pero ella lo hace y el sonido de cosas cayendo al piso me lo demuestran. ¿Tan mal me veo?

—¡Mirleth!— exclamó apresurándose hasta donde estaba, llevaba las manos estiradas, listas para tocar y palpar el daño —¿qué te ha pasado niña?— sus fríos dedos tocaban mi dolorido rostro, aun no entendía que era lo que tenía; según yo los golpes no fueron tan grabes y me había limpiado la sangre.

—Me han asaltado, cuando venía para acá— respondí con total tranquilidad, como si fuera algo rutinario y no algo que no suele pasarle a las personas comunes —pero estoy bien.

—Pero te has visto cómo te han dejado— me observa llevándose las manos a la boca para ocultar el gesto mortificado. Se imaginan si le contara que también abusaron de mí, —anda vamos a que te des una ducha, y te pongas el uniforme.

Caminamos asta la que sería mi casa temporal mientras permaneciera trabajando, en la mansión Robinson, el cuarto era pequeño pero me serviría a la perfección tenía una cama individual con sábanas blancas, una mesita de noche con su lámpara nocturna, también una tele de plasma 22 pulgadas se encontraba sobre la cajonera color chocolate, había un baño pequeño en el fondo que inspeccione, y gemí de placer al encontrar los ductos del boiler; así que tendría agua caliente por las mañanas frías. Frente a la cama se encontraba una ventana las cortinas estaban algo viejas y descoloridas, por donde se colaban los rayos de sol matutinos.

Puse mis cosas en la cama, tome uno de los uniformes que me dejo Susey sobre la cama antes de irse, eran de color rosa palo, igual al que usaba ella pero más... pequeño, ropa interior y unas mayas blancas que igual que lo demás estaba junto al uniforme.

Al entrar al baño me fui directo al espejo...

¡Buena presentación que daré a mis nuevos jefes! Con un labio roto, el ojo izquierdo morado eh hinchado, —¡perfecto!— bufe.

Entre en la ducha dándome un rápido baño de agua tibia, al salir seque mi cuerpo me vestí y... —¡¡qué demonios!! Esto esta demasiado pegado— tan pegado que hacia resaltar mis curvas y pecho, de lo corto no me quejaba quedaba cinco dedos arriba de la rodilla ya eh usado vestidos más cortos y sin embargo este si se sentía cómodo.

Al salir ya vestida me lleve un sobresalto al encontrar a Susey en el cuarto metiendo el último cambio de ropa a uno de los cajones de la cajonera; y le agradecí por haberme ayudado.

—Los patrones a qué horas se levantan— pregunté, para familiarizarme con sus horarios.

—Siete o siete y media, ahorita están todavía durmiendo, así que tenemos tiempo para preparar la comida y limpiar los cuartos.

Me puse los tenis blancos como los que usaba Susey haciendo juego con el uniforme.

—Ven, te pondré un poco de maquillaje en ese ojo hermoso morado que tienes— su voz era dulce y tierna, me transmitía cariño y amor. Tal como imaginaba que sería el de una madre preocupada por su hija.

Me quede quieta sentada en la cama mientras ella ponía maquillaje líquido en el contorno de mi ojo, y después polvo bronceador o algo así le entendí.

Volví al baño para cepillar mis dientes, y recoger mi cabello en un molote alto, coloque una red sobre la parte sobresaliente de mi cabello y salí junto a Susey rumbo a la cocina, donde aprendería un poco de gastronomía.

Al llegar a la cocina nos dimos cuenta que la pequeña Juliette estaba sentada sobre unos de los bancos del desayunador, con su cabeza recargada sobre este mientras mantenía sus ojos cerrados, por un momento creí que se había quedado dormida pero me di cuenta que estaba equivocada cuando la vi levantar su vista hacia nosotras y estirarse.

Inocencia Robada. © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora