capítulo 22

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—¡Buenas tardes!— saludo sonriente una de las dependientas que se encontraba parada en la puerta.

Solo incline mi cabeza y seguí caminando, admiraba con entusiasmo la ropa que estaba en las estanterías: lencería, faldas, pantalones, sudaderas, suéter e infinidad de prendas muy bonitas.

Me detuve en un lindo vestido color crema era muy diferente a los que solía llevar cuando acompañaba a jeques o gente de dinero, este era corto, mas no rallaba lo vulgar, era lindo cinco dedos arriba de la rodilla color crema pegado del pecho hasta la cintura y suelto de la cadera era moderno. Tuve la vaga idea de habérselo visto a alguien más. Tenían en distintos colores pero este me había encantado.

Con pasos indecisos me acerque a otra muchacha de cabello rojo que me seguía de cerca como un halcón, le pedí me lo mostrará. La chica de mala gana haciendo una mueca de asco me atendió a regañadientes.

La peli-roja tomo el vestido y lo puso en una cesta, —si tomas cualquier otro vestido, lo pones en esto— señalo la cesta —y si no encuentras alguna talla solo pregunta alguna de mis compañeras.

Asentí emocionada mis pies se movieron antes de que les ordenara hacerlo, perdiéndome entre las filas de ropa.

—OOO este también me lo mediré— tome un vestido extraple el top era azul marino y el resto era del mismo color con detalles en flores y corte circular que lo hacía ver esponjado.

Tome un pantalón talla 3 verde agua atubado, un short de mezclilla con encaje a los lados una blusa holgada rosa mexicano y una blanca de manga larga entallada con cuellera, bastante cómoda.

Cuando termine de ver los pantalones y shorts me fui hacia donde estaba la lencería tomando unas bragas negras, cachetero naranja y dos sonten uno negro y otro blanco de encaje, cómodos a simple vista.

Puse todo en la cesta. Camine hacia donde estaba una de las empleadas para que me llevara o indicara hacia donde estaba el probador.

—Disculpa, ¿dónde me puedo probar esto?

Una rubia despampanante que recién entraba a la tienda quizá la dueña contesto —por el pasillo, de los vestidos— (aja contesté) —hacia el fondo.

Agradecí mientras seguía caminando las chicas que estaban con la rubia discutían con ella sobre el hecho que me hubiera dejado probarme la ropa, siendo yo una mugrosa a lo que ella contestó les contesto con voz autoritaria —es una clienta. Aquí no discriminamos a las personas por como visten, tratamos a todos igual, ricos y no ricos... QUEDÓ CLARO— estaba enojada, hasta yo que estaba a un paso de entrar al cubículo pude apreciar aquello.

Las chicas se quedaron calladas con la mirada gacha. Sonreí porque bien merecido lo tenían.

Me sentí... importante en ese momento, jamás nadie me había defendido, solo una persona lo había echo, y aunque no quisiera admitirlo, calentó más a mi corazón con aquella acción.
Ese día Bastian no se encontraba en la mansión, estaba solamente Lucían su mano derecha, Raul, Oskar e Uriel unos simples trabajadores.

28-mayo-2016
6:15 a.m.

Bastian llevaba cuatro días sin parecerse por la mansión, esos cuatro días han sido muy cansados y agotadores... Bastian me había dicho una noche donde me hizo el amor «¡ya no más!» asegurando que ya no complacería a más hombres, le había dado la orden directa a su mano derecha Lucían Servoni que ya no consiguiera más clientela para mí, pero el hiso caso omiso de su orden y buscaba de tres hasta cinco clientes por día, era bastante agotador y doloroso para mi.

Era un miércoles de madrugada 6:15 a.m. para ser exactos
Dormía plácida mente descansando y relajando el cuerpo tenía una semana sin tanto esfuerzo físico; pero esta que recién empezaba estaba siendo muy ajetreada.

Inocencia Robada. © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora