Capítulo 5: Nuestro Contrato

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Muchos tienen miedo a lo desconocido, otros temen a la realidad y viven en un sueño, otros quieren que ese sueño sea eterno. Pero otros más, que son miembros de lo desconocido, habitan en tu casa en este momento. 


    ¿Qué hice para merecer esta pesadilla? ¿Acaso alguien superior a la humanidad está en contra mía y es el karma a mis pecados? ¿Tan pecadora he sido? ¿Qué hice para que ese espíritu ahora este atormentándome en este momento? ¿Qué hago?

    Permanezco sentada con mis manos apretujando con fuerza el borde de la silla. Mis labios tiemblan mientras mi lengua saborea unas tenues gotas saladas: habían caído por mis ojos, deslizándose por las mejillas y aterrizando en las comisuras de mis labios. Una delicada capa de sudor está en mi frente, en tanto un escalofrío recorre por toda mi espalda: las ganas de escapar estaban más que presente.

    Abro mis ojos en par; el plumón comenzaba a moverse, escribiendo en unas letras grandes.

«Ya es demasiado tarde. Tú ya eres mía. »

    Risas desquiciadas, gritos desgarradores y susurros inentendibles abundan el ambiente. Las llamas de las velas bailan con fuerza, provocando que algunas se apagasen con rapidez. El piso de madera y las murallas crujen, mis adornos posicionadas en muebles y cuadros colgados en las paredes se menean como si un temblor estuviera atacando. La mayoría terminan cayendo ruidosamente, rompiéndose al instante los objetos que eran más delicados. 

—Basta.

    Unas cuantas lágrimas caen encima del papel. Me levanto con rapidez, con torpedad di algunos pasos atrás pretendiendo escapar, pero topé con la muralla que con el movimiento desconocido y el tope que hice, se cayera un pequeño cuadro. Doy brinco por el susto al escuchar el estruendo del cristal hacerse añicos. Intenté en levantarlo, sin embargo solo conseguí unos cortes en mis dedos, siendo seguido de ver el líquido carmesí bajar por mi mano.

Lo que faltaba. Escuché un susurro en mi oído.

    De pronto siento una fuerza descomunal que hace levantarme del suelo y obligarme a acercarme a la mesa. No podía ver el ser que me agarró ya que no podía hacer fuerza. Tenía el dolor en mi brazo como en mis manos mientras apretaba los cortes produciendo que saliera más sangre de lo habitual. Me detuvo arriba de la hoja dejando caer algunas gotas manchando parte del papel, las lágrimas que dejé caer encima se hace visible como la fresca sangre.

    Todo se detuvo con brusquedad, las llamas de las velas se tranquilizaron como también el movimiento de las cosas. Al instante apareció algo escrito.

«Contrato Aceptado. »

—Al fin. —Su voz era de alivio seguido con un suspiro profundo resonar.

    De a partir de ahí, pude ver como aparecía poco a poco la causa del apretón de mi mano, una mano pálida y fría: sin calor alguno ni color en ella. Sigo mi mirada subiendo al brazo, tatuajes se podían apreciar.

    Quería ver el perteneciente de todo esto, el causante de todo el miedo que me ha causado, el mismo «Andy, Andy» de este juego maldito. No obstante se me prohibió: unos brazos rodear mi cintura y apegarme al cuerpo de aquel ser me impide verlo. Siento su tibia respiración en mi cuello ocasionándome escalofríos. No logro modular nada ni emitir un ruido audible, solo sale de mis labios una leve pregunta.

— ¿Por-qué?

—No tengas apuros, todo a su tiempo.

  (.........)

Andy, Andy... ¿Estás aquí? [Andy Biersack]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora