Epílogo

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—Me están siguiendo, papi.

— ¿A qué te refieres con eso, cariño?

—A eso, siento que me están siguiendo, que me observan.

— ¿Quiénes? —Ladea su cabeza confundida _____.

—No lo sé, mami.

— ¿Es una sensación mala?

    El pequeño niño, de tan solo siete años, se queda en silencio por un momento, pensativo, analizando sus sensaciones dentro de él con su mirada encima de su puré de papas.

—No, ¡todo lo contrario! Me siento protegido. —Sus azulados ojos, al igual que su padre, brillan— ¡Es como con mis papis!

— ¿Cómo son ellos? ¿Los has vistos?

—No lo sé mami. Cuando ustedes no están, están ellos cuidándome, lo sé porque me dan un globito en cada vez. —_____ y Andy conectan miradas— ¿Eso es malo mami? Me dijeron ustedes que no podía aceptar regalos de desconocidos, pero... siempre llegan los globos sin que nadie me los dé.

—No te preocupes hijo, no tengas miedo. Cuando sea de noche y vas por los pasillos de la casa, de la escuela, por las calles o donde sea. No te asustes si están ahí, no hagas nada. Ellos no te harán daño, son amigos.

— ¿Amigos, como Cami y Leo? 

    El pequeño sonríe de oreja a oreja mostrando sus dientes que están erupcionando; recordando a sus dos castaños amigos de la escuela.

—Así es.

— ¡Oh, genial! —Su atención vuelve a su comida, llevando una cucharada de puré a su boca y habla con su boquita llena—Me gusta tener amigos, Cami y Leo son mis mejores amigos. ¿Pueden venir a quedarse? Queremos hacer una pijamada aquí. ¡Juro que no romperemos nada!

Andy, Andy... ¿Estás aquí? [Andy Biersack]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora