Capítulo 6: Hora de Jugar

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¿Qué harías si te ofrecen un juego, posiblemente, difícil de salir?


    Sí, tengo miedo y mucho. Tengo miedo de que todo termine, de que todo lo que haga sea en vano, porque mi vida está colgando de un hilo y que solamente él puede cortarlo en tal solo un suspiro.

    Muerdo mis labios; pretendía no decir nada, sin embargo la impotencia de sentirme tan apretujada en una situación que jamás pensé ni imaginé que me pasaría, fue lo que causó que soltara algunas palabras reales de cómo me siento.

—Claro que lo estoy, tengo miedo, tengo miedo a todo lo que venga más adelante.

    Suspiro removiéndome en la cama, quedando frente a él. Al instante que lo hago, me topo con su mirada penetrante. Por un momento me sorprendo, pero no me impide el continuar.

—Tengo miedo porque eres diferente. Porque eres un ser totalmente diferente a todo lo que la humanidad ha experimentado. ¡Algo totalmente desconocido! Tal vez no me dé miedo lo que podrías hacerme, o lo que provocas con tan solo una oscura mirada. Da miedo de no saber con exactitud lo que en verdad eres. —Trago al sentir un dolor nacer en mi garganta: las ganas de llorar aparecen—Pero eso no te debe importar, al fin y al cabo solo soy una simple pieza a partir de ahora. —Finalizo con una voz distante—Tú mismo lo has dicho.

    Su mirada no se despega de mí y eso ya comienza a serme incomodo.

—Veo...—Noto que le cuesta pronunciar: extraño para mí—Que lo tienes claro. Será mejor así. —Se levanta de la cama—Duérmete de una vez.—Siento su mirada posada en mí, como si fueran miles de cuchillas—Mañana será un gran día.

    Estoy por protestar pero, antes de que pueda hacerlo, él desaparece en un manto de oscuridad que florece del suelo, cubriendo todo su cuerpo con gran velocidad. Me deja con las palabras en la boca. Suspiro agobiada, cubro mis manos en mi rostro y aguanto las ganas de golpear todo a mi paso al mismo tiempo que mis ojos se llenan de un líquido salado.

    ¿Cómo puedo describirlo? ¿Malestar, dolor...? No, no es todo lo que siento. ¿Aprisionada, frustrada...? Tal vez. Pero no, dejando atrás lo desconcertada que estoy, no sé qué voy a ser de a partir de ahora. Aunque sea algo imposible conseguir el hacer algo por mi parte, estar en las manos de un ser desconocido no se me hará para nada fácil el escapar.

    Me acomodo debajo de las mantas cerrando mis ojos, dispuesta a entregarme a Morfeo, aunque solo sea por unos minutos. En poco tiempo la alarma sonará y yo necesito descansar.

  (.........)

    Mis ojos pesan. Parpadeo con fuerza unas cuantas veces al sentir que arden y, al verme al espejo, puedo comprobar que están rojos con las ojeras ennegrecidas adornándolos, dándome a indicar la falta de sueño. Aunque eso no me impide el levantarme e ir a clases. Ahora, al dar una profunda bocanada de mi cigarro y dejar salir el humo por mis labios, observo cómo se desvanece poco a poco en el aire.

— ¿Segura que no pasa nada? —Insiste Melanie a mi lado.

—No te preocupes, todo fue mi imaginación sobre aquella noche. Andy no existe.

— ¿Y que explica lo que vimos en la noche cuando viniste corriendo a nuestra casa? —Pregunta Emilio a mi otro lado, da una bocanada de su cigarro y lo deja salir por su nariz.

—No nos equivocamos, no fue una simple imaginación, vimos claramente aquella oscuridad acercarse, eso no fue nada normal. —Apoya Marly con la boca llena al estar masticando un muffin.

—La tarotista dijo y aseguro que solo fue nuestra imaginación. Nuestra mente, por el miedo y la adrenalina, nos hizo una mala jugada, imaginando todo lo supuestamente sucedió aquella noche en mi casa y en su casa.

Andy, Andy... ¿Estás aquí? [Andy Biersack]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora