Capítulo 30: Una Realidad Complicada

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Después de tanto tiempo, volvieron a unir sus manos, y se dieron cuenta que aún encajaban perfecto.     


   **Narra _____**

    El olor a cigarro, mezclado con perfume de hombre, entra por mis fosas nasales de un sopetón, siendo seguido de que unas sutiles caricias en mi cabello me provocan abrir mis ojos con lentitud, después del profundo sueño que tuve hasta recién; parpadeo varias veces antes de fregar mis ojos con una mano mientras bostezo.

—Buenos días.

    Reconozco la voz a tan solo centímetros de distancia e, inmediatamente, una sonrisa aparece en mis labios, subiendo la mirada y topándome con unos ojos brillantes como un par de faroles. Al darme cuenta de que su cuerpo desnudo aún está a mi lado, con su pecho mostrándome una vista esplendida de sus variados tatuajes y solo con la sabana cubriendo hasta su cintura, haciendo que mis mejillas suban de temperatura, rebobinando los recuerdos de la noche anterior.

— ¿Cómo has amanecido?

— ¿Cómo crees que he amanecido después de tener una noche exquisita y despertar al lado del cuerpo de mi hombre?

— ¿Así que soy tu hombre?

—Por supuesto, ¿o acaso anoche no te quedó claro?

—Mmm... La verdad... No mucho. Podrías aclarármelo ahora.

—Así que, sexo mañanero ¿eh?

    Mientras tanto que nuestros labios se rozan, la sonrisa pervertida se apodera de mí al igual que de él y, en un parpadeo, mis piernas ya están posicionadas a cada lado de su cadera para iniciar el show; muerdo mi labio inferior al acariciar su pecho y brazos, observando con detallismo cada tatuaje, del más pequeño hasta el más grande que tiene. Pocos de ellos los recuerdo, ya que se los hizo cuando éramos más pequeños, en tanto que los otros intento imaginar la razón del por qué se los hizo.

    Mis caricias en su torso suben por su mejilla hasta su cabello y juego con sus mechones desordenados; me inclino juntando mis pechos desnudos contra el suyo, para estar frente a frente sin despegar nuestras miradas. A continuación, sus grandes manos se apoderan de mi cintura y me presiona más contra su cuerpo, una corriente eléctrica recorre cada rincón de mi cuerpo, mi corazón da brincos y mi estomagó se aprieta al tan solo sentir su intimidad acariciando la mía.

—Mi hermosa _____, ni te imaginas todo lo que me provocas con tan solo tu tacto, con una mirada o tan solo unas sonrisas. Estoy totalmente feliz y satisfecho al estar al fin junto a ti de esta manera u otra, solo me importa estar contigo. Mi perfecta Ma belle. Te adoro, te amo y te deseo como un maldito demente.

—Pues a mí no me importaba que lo fueras en ese momento, y tampoco me importa ahora. Te amo.

    Me regala una media sonrisa llena de ternura y picardía. Sin soportar más la tentación, me apodero de sus labios, uniéndonos en un deseoso beso, al principio en un ritmo lento y dulce, disfrutando y memorizando cada escondite de nuestras bocas, para que después se tornara rápido y salvaje. Entre mordidas y peleas de lenguas, siento sus manos bajar por mi trasero, apretándome con fuerza, consiguiendo que la temperatura suba más de lo habitual y que la excitación fuera evidente ya que unos gemidos descarados escapan de mí.

—Permíteme disfrutar todo de ti, una vez más.

—Puedes hacer conmigo todo lo que quieras, y lo sabes perfectamente.

    Sin más que decir, le doy un último beso en los labios para ahora, apoderarme de su cuello y bajar por su pecho. Dejo un camino de lamidas y besos por su torso, llegando poco a poco a su pelvis, apunto de jugar con su miembro, pero no llego a hacerlo cuando el sonido de mi celular me hace dar un leve salto del susto, desapareciendo el ambiente tan placentero que se estaba formando.

Andy, Andy... ¿Estás aquí? [Andy Biersack]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora