Capítulo 32: Bienvenida y... ¿Compromiso?

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En cada brindis hay un compromiso, un amor por cada miembro y un adiós para el indeciso. 


—Tenemos que reunir toda la familia para brindar tu llegada, mi niño. Así que, en dos horas estarán aquí, tiempo suficiente para que nuestros empleados tengan listo la sala donde será la fiesta.

— ¿Están seguros de que quieren hacer esto?

— ¡Pero por supuesto! Hay que festejar tu llegada; momentos así no pasan todos los días, ¿no crees amor?

    Observa a su sonriente esposo, que había cortado recién la llamada telefónica con su hermano menor, avisándole que asistiera a la reunión junto con su esposa e hijos.

—Claro, así que no te preocupes hijo, solo ponte un traje formal para la noche.

— ¿Dónde conseguiré un traje?

—Nuestro chofer te podrá llevar a las tiendas de nuestros socios y conseguir un traje a tu gusto, o fácilmente podremos llamar a nuestro modista y que te hagan un traje a la medida. —Chris responde levantándose de su gran escritorio para detenerse frente a ellos—Además de que asistirá tu acompañante, no podríamos cancelar la fiesta, nos perderíamos el volver a ver a esa guapa chica que tiene tu corazón.

— ¡Ooh que emoción! —Exclama Amy como si fuera una niña—Quiero ver cómo está después de tanto tiempo. Recuerdo que ella me debe unas partidas de Póquer, ha tenido bastante tiempo para practicar, así que con más ansias las cobraré.

    El tan solo escuchar eso de sus padres, le causó una sonrisa inmediata a Andy, agregando algunas risas en los dos varones al memorar los momentos donde las dos competitivas mujeres apostaban lo que fuera posible para ganar o, al menos, para pasar un buen rato, además de que en algunas partidas se integraba la madre de _____, creciendo las risas y molestias al perder.

    Una chica (la misma que le abrió la puerta) de cabellera castaña con mechones desordenados, aunque estuviera en una coleta, hace su aparición con lentitud en la oficina. Lleva entre sus temblorosas manos una bandeja con unas copas de vino, haciendo lo posible por no cometer un movimiento brusco que provocara caer las copas y terminar por un desastre por todo el suelo. Por esa razón, no se da cuenta de los ojos posados en ella, que observan sus cortos pasos, tan lentos como un caracol y que les causa gracia y burlas sutiles. Amy la ayuda, tomando dos copas para entregarlas a Andy y a su esposo, y finalizar por agarrar la suya.

—Ella es nueva, lleva recién un mes trabajando para nosotros, ¿verdad querida?

    Por no tener ni una pizca de maquillaje, es mucho más notable el rubor en sus mejillas al dirigir sus ojos a los de Andy, que la observó de pies a cabeza en una rápida mirada. Nota su sencilla vestimenta, la misma que usan todos los empleados de la mansión, acompañada con una apariencia desordenada y despreocupada.

—Así es. U-Un gusto señor. —Apega la bandeja a su pecho con total nerviosismo—Mi-mi nombre es Tracy Brown.

—Por favor, no me digas señor, me hace sentir viejo. 

    Sonríe mostrando su dentadura, sus ojos brillosos y su expresión encantadora que le causa un revoltijo en el pecho de ella; se acerca extendiendo su mano mientras que la otra sostiene la copa de vino.

—El gusto es mío Tracy, como ya sabes mi nombre es Andy, Andy Biersack.

    La castaña estrecha rápidamente su mano, haciendo un leve apretón para que, en segundos, él deshaga el mismo y vuelva al lado de su padre. Sin embargo, Tracy no quiso soltar su mano al haber sentido el tacto de su piel pálida y fría: le provocó, con solo el simple roce, que un escalofrío recorriera por todo su cuerpo, desde las puntas de las uñas de los pies, hasta las puntas florecidas de su cabello. El corazón se le acelera, sus manos se sienten húmedas, sus piernas dan un tenue tiritón y aparece una sensación de «nudo en el estómago». ¿Una buena o mala señal?

Andy, Andy... ¿Estás aquí? [Andy Biersack]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora