Capítulo 34: Confesiones Parte 1

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En el mundo hay cosas que es mejor no saber.


    Un mes con dos semanas pasó desde la confirmación del compromiso entre Andy y _____, no muchas cosas han pasado durante ese corto tiempo, a decir verdad, nada del otro mundo. Pero, para resumir: los 4 amigos lograron graduarse de sus profesiones elegidas hace años atrás, con excelentes calificaciones y reconocimientos. Hace dos semanas fue su entrega de diplomas que, junto a familiares y parejas, lo celebraron en una cena acompañado de baile. Además, los prometidos planeaban la boda que se acercaba a paso veloz, junto con los consejos que sus propios padres les decían las veces que iban a visitarlos a sus hogares. Sin embargo, una chica en especial todavía no se había dado cuenta de aquel momento especial de la pareja, por la sencilla razón de que, en todas las veces que Andy hace aparición en la mansión de sus padres, ella se enfoca exclusivamente en él, observándolo con admiración a una distancia disimulada, analizando su perfecto rostro, sus expresiones al hablar, oliendo su perfume masculino al pasar a su lado y embobarse al escuchar su voz. ¿Cómo no se distraería con la presencia de ese hombre en esa casa? « ¡Es imposible! » Vociferaba mil veces en su interior.

    En el corto tiempo que pasó, creció (desde lo más profundo de su corazón y estómago) una necesidad de tenerlo a él como pareja. Le gustaría ser el motivo de sus sonrojos, de sus sonrisas, de su felicidad. Tenía un deseo de abrazarlo con todas sus fuerzas, de besarlo como si no hubiera un mañana y demostrarle sentimientos tan enormes que ni ella misma comprendía ni llegaba a soportar. Al cerrar sus ojos por las noches, se preguntaba si alguna vez la imagen de ella ha pasado por su cabeza, no le importaba si solo la recodaba ofreciéndole una taza de café o algo para comer, le daba igual de qué forma ella se presentase en su mente, desde limpiando el desastre que hicieron sus perros, lavando los platos usados o sirviéndole una copa de vino, al final solo deseaba estar presente en sus pensamientos, aunque sea solo por unos insignificantes segundos. No obstante... Tracy estaba consiente que vive de fantasías e ilusiones, que tal vez no lograría llegar a su lado y terminar siendo felices comiendo perdices, como esas ridículas parejas de Disney que tanto le gustaba desde pequeña; vivir en un cuento de hadas.

    El tiempo pasa para que (de una vez) sepa que aquel hombre tentador ya está marcado por una mujer, la mujer que permanecerá a su lado, y que lo iba a escuchar de él mismo esa mañana de 26 de diciembre.

  **Narra _____**

    Me revuelco en la cama dando unos quejidos al no poder dejar de escuchar los ladridos de unos cuantos perros de mis vecinos; mis ojos pesan y me da algo de dificultad abrirlos. Paso mi mano al lado donde se supone que debería estar Andy, pero al sentir ese lado vacío, abro mis párpados, acompañando el gesto con un bostezo. Escucho la regadera proveniente del baño de mi habitación: supongo que se está duchando, así que me levanto de la cama quedando sentada sobre ella. Lo primero que hago es agarrar con torpedad mi celular de la mesa de noche y ver la hora.

—8:30 de la mañana, que temprano.

    Un bostezo inevitable aparece, abriendo mi boca, arrugando mi nariz y lagrimeando mis ojos; desbloqueo la pantalla para ver todas las notificaciones de las aplicaciones que tengo, respondiendo mensajes, dándoles «Me divierte» a unos memes que logran producirme un carcajeo y verificar mis asuntos anotados en mi calendario de cada día del mes.

    Por poco me atraganto con mi propia saliva al ver una figura de una torta junto con una anotación, recordando al instante que hoy es el cumpleaños de Andy y no tengo ningún regalo para él ni un plan que hacer para celebrarlo.

— ¿Por qué todo se me olvida? Que cabeza de pollo tengo. —Me regaño en susurros—Tendré que improvisar.

    La regadera se detiene, indicando que Andy ya está listo, así que, dejo mi celular de vuelta en la mesa de noche, me levanto para ir hacia la ventana, abrir las cortinas y correderas, dejando que la habitación se ventile. Al darme vuelta, me encuentro con una imagen que me hace babear: ahí aparece mi Dios Griego envuelto en una toalla que tapa desde la cintura hasta sus rodillas, solo dejando al descubierto sus variados tatuajes del pecho y brazos. Huele a limpio y perfume, hasta brilla por los lados.

Andy, Andy... ¿Estás aquí? [Andy Biersack]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora