Andy, Andy... ¿Estás aquí? [Andy Biersack]

Capítulo 22: Pequeño Gran Regalo

《 No respires si no quieres inhalar almas de personas con sus cuerpos ya podridos debajo de tus pies. 》

    **Narradora Omnisciente**

«— Dentro de aquel mundo que crea un Esquizofrénico, tú estabas permanentemente con él {...} en cada momento Andy no dejaba de reproducirte en sus pensamientos, como si se tratase de un disco rayado {...} todo eso, reflejaba el amor que te tenía. —»

    Los recuerdos en flashes venían a su mente con suma rapidez y se iban de la misma manera. Dolores punzantes en su cabeza, originó que se despertara con pesadez, desapareciendo con lentitud aquel sueño, sobre todo, con una sed de desierto en su garganta: la evidente resaca se hacía presente y la luz solar entrando por los grandes ventanales no era de ayuda.

    Da algunos quejidos removiéndose en donde sea que ha estado durmiendo mientras se tapa hasta el rostro con la manta, la cual abraza dispuesta a seguir con el sueño y hacer el intento de desaparecer la resaca que se ha ganado después de la gran fiesta, pero aquel intento no le resulta de mucho: al instante, se comienzan a escuchar numerosos quejidos desagradables seguido de un grito.

— ¡Levántense todos de una vez! ¡Mis padres están por llegar y si nos encuentran a todos en este estado, les aseguro que tendrán que despedirse definitivamente de sus ovarios y sus testículos!

    Y como levanta muertos, todos asustados comienzan a levantarse de cualquier lugar en donde la borrachera lo haya dejado y a correr a quién sabe dónde para ponerse a salvo de la amenaza proferida. _____ no queda atrás: a los segundos de aquella alerta, ya se encuentra arriba, descalza, buscando su par de zapatos en tanto su mano sostiene su cabeza e intenta no tambalearse demasiado. Como ella, todos hacen lo mismo: con media cabeza soportando la resaca y la otra media cabeza buscando sus pertenencias.

    Al encontrar y ponerse su par de zapatos, sube su mirada analizando la situación: con la misma velocidad que el correcaminos, Melanie coge y bota botellas de licor en una bolsa negra que trae en las manos, con un enorme chaleco puesto junto con un corto short. Emilio estaba sin polera, tambaleándose con sus manos en su cabeza y una mueca desagradable en el rostro, quejándose del dolor de cabeza y la infaltable sed (todos lo hacían una y otra vez), y Marly... Bueno, ¿Qué decir de ella? Aún permanece en el quinto sueño, botada en unos de los sofás, su boca abierta con un camino de saliva seca por la comisura de sus labios hasta su mejilla, sus mechones desordenados y un leve ronquido.

—Mis padres acaban de llamar hace un momento y dicen que llegarán en 20 minutos. ¡20 minutos!

    La voz histérica de Melanie se hace audible, alarmando a los dos amigos que aún están recuperándose de aquella situación.

— ¿No que volvían en una semana? —Emilio pregunta confundido, siendo seguido de un bostezo.

— ¡Eso pensé! Pero me dijeron que olvidó algo mi hermano y ahora vienen en camino.

    Sin detenerse de recoger vasos de plásticos y botellas por doquier, hizo poner nervioso a algunos presentes, algo más que obvio a pasar para todos aquellos que conocen a la perfección las personalidades y conductas de los padres de Melanie (tan estrictos y correctitos), provocando que instantáneamente ayuden a limpiar con una velocidad descomunal. Si bien nadie ha hecho ni un comentario de la situación, todos piensan lo mismo: «Solo lo hago para evitar la tercera guerra mundial».

    Solo quedan 10 minutos para que lleguen, claro, la mala suerte crece al saber que son puntuales y empiezan a sospechar que tal vez pueden llegar un poco antes de la hora indicada. Por eso, nadie se detuvo en ningún momento hasta ver el lugar sin inconvenientes, no importó dejar a un lado el dolor ganado de la resaca, solo deseado terminar de una vez y desaparecer. Al terminar, (por la fiesta dada) dan agradecimientos, felicitaciones e infaltables comentarios de que se repitiera en otra oportunidad entretanto cada uno se retira, siendo los últimos sus tres amigos.